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Domingo, 28 de febrero de 2010

MUSICA › NORAH JONES Y EL GOLPE DE TIMON DE THE FALL, SU CUARTO CD

“No trabajo bien bajo presión”

La cantante de jazz más vendedora del mundo se separó de su novio y bajista, se tomó un tiempo libre y volvió con un disco para el que compuso con Ryan Adams y contrató al productor de Kings Of Leon. Y sigue encantadora.

 Por Elisa Bray *

Cuando un músico pop se separa de su novio o novia, a menudo el resultado es un álbum de divorcio, y quizás un completo cambio de imagen. Norah Jones, famosa en todo el mundo por su marca registrada de jazz-pop suave y su sedosa y agradable voz, cortó su largos y románticos mechones. Ahora tiene un corte llamativo y ralo, y adoptó un poodle llamado Ralph. El nuevo corte le va bien. El año pasado cumplió 30, y se la ve relajada en sus jeans y blusa floreada mientras sorbe té en un caro hotel londinense, durante un breve viaje para promocionar su nuevo álbum, The Fall.

“Definitivamente, me siento mejor que a los veintipico –dice con un tono calmo y parejo que traiciona una actitud sensata respecto de su trabajo–. Creo que cuando crecés te sentís más cómoda con vos misma y tus decisiones, y menos preocupada por lo que piensa otra gente. Me preocupo menos acerca de retratar algo: canto sobre cosas diferentes.” Las letras de The Fall no le rehúyen a la honestidad. “No te necesitaré –canta en “I Wouldn’t Need You”– si me toco a mí misma del modo en que vos me tocabas.” En “Man of the Hour”, dedicada a su perro, confiesa: “No puedo elegir entre un vegano y un marihuanero, así que te elegí a vos”.

Nacida en Nueva York, hija del citarista indio Ravi Shankar, famoso por su trabajo con Los Beatles, y una madre norteamericana, Sue Jones, la cantante salió disparada hacia la fama con su álbum debut, Come Away with Me, cuando tenía 22 años. Entonces se convirtió en la artista de jazz más vendedora del mundo. “Siempre fui un poco tímida como performer y ahora me divierto mucho más, en lugar de ponerme nerviosa. Yo era simplemente poco elegante. Me molestaba tener que hacer un video. Ahora me entusiasma hacer uno porque es divertido, pero en ese momento recién salía de un mundo de tocar jazz, en el que siempre traté de ser una más de los muchachos y nunca me arreglé mucho, así que simplemente no era parte de mi vocabulario hacer esa clase de cosas.”

Jones siempre ha sido una especie de enigma. Puede que sea megafamosa –ha vendido casi 40 millones de álbumes y en 2007 hizo su debut en cine con My Blueberry Nights, de Wong Kar Wai, junto a Jude Law y Natalie Portman–, pero no busca ser el centro de atención. Raramente se la ve en alfombras rojas. Incluso una nominación como mejor artista femenina internacional no logró que se presentara la semana pasada en la ceremonia de los Brit Awards. “Ahora me gusta más ese costado de las cosas –dice–. Es divertido arreglarse y vestirse de gala. Pero soy bastante mala y por lo general no paso por las alfombras rojas. Leí demasiadas revistas en las que te ponen una estampilla sobre tu foto con la leyenda ‘¡No te pongas eso!’ Es como decir ‘juzguen mi culo, mi vestido, mi pelo’. De todos modos, probablemente tropezaría: no puedo caminar con tacos.”

A los veintipico, Jones había vendido 30 millones de álbumes y ganado ocho premios Grammy. Para una artista tan joven, había sido un viaje continuo de grabar discos, salir de gira y llevarse premios. Entonces, un poco más de dos años atrás, se encontró a sí misma con más tiempo libre que nunca después de haberse separado de Lee Alexander, su novio durante ocho años y bajista de su banda. Para alguien no acostumbrada a tener tiempo libre, ¿le costó hacer uso de su espacio recientemente adquirido? “Fui a clases de cerámica. ¡Y me conseguí el perro! Me consumía el tiempo porque era un cachorrito. Me da mucho amor. Necesitaba tomarme el tiempo libre y recordar cómo era ser normal en casa, lo cual es difícil cuando estás tan acostumbrada a levantarte y salir de viaje. Quería sencillamente pasar el tiempo y ver a mis amigos.” Incluso se inscribió en un club de lectura. “Es una excusa para juntarme con las damas, beber un vino, comer algo de queso. Pero también hizo que volviera a leer, lo cual es divertido. Por lo general hablamos del libro durante media hora y después nos quedamos charlando sobre otros temas durante cinco.” También tocó en un par de bandas, incluida una que se junta ocasionalmente. “Eso mantuvo musical a mi mente y a mí bastante ocupada, tocando sin todo esto a mayor escala. Fue relajado y divertido, así que estuvo bien.” “Divertido” es una palabra que aparece mucho durante toda la entrevista.

The Fall es el resultado de la separación, un disco que agrega grooves y baterías más fuertes a su voz típicamente balsámica. Es un gran cambio respecto del jazz melódico de sus primeros tres discos. Para llegar al nuevo sonido, trabajó con el músico alt country Ryan Adams, con quien escribió la balada “Light as a Feather”, Will Sheff de Okkervil River (“Stuck”) y su viejo amigo Jesse Harris en “Even Though”. Sin embargo, no es extraño que Jones haga colaboraciones sorprendentes. Apareció en el disco In Your Honour, de Foo Fighters, y cantó a dúo “Love Hurts” con Keith Richards durante un tributo a Gram Parsons. Neil Young es un músico con el que le gustaría colaborar: recibió su primera bandeja para Navidad y estuvo escuchando mucho al canadiense.

Algunos podrán ver las colaboraciones en The Fall como un alejamiento de su imagen de creadora de la clase de música inofensiva que le gusta a una generación mayor. “No pienso mucho en eso –dice ella–. Esas colaboraciones sucedieron de modo natural, simplemente estábamos pasando el tiempo. Se bromea mucho sobre que a mucha gente mayor le gusta mi música, pero creo que hay una gran variedad de personas a las que les gusta. Creo que no habría podido tener tanto éxito con mi primer disco si no le gustara a gente muy diferente. No estoy apuntando a nada.”

Un cambio clave durante ese tiempo fue formar una nueva banda. Alexander había sido su bajista desde el comienzo de su carrera y habían escrito canciones juntos. Si ella tuviera que elegir el elemento que más extraña de su sociedad profesional sería su feedback. “Parte de la razón por la que quería contratar a un productor como Jacquire (King, productor de Kings of Leon) es que estaba muy acostumbrada a tener un socio que podía ayudar, fuera de las cosas que tiendo a hacer normalmente. Jacquire fue fantástico porque tenía una perspectiva musical diferente, pero no tanto como para no poder sintonizar en muchos niveles.” ¿Se sintió abandonada a su suerte con la composición? “En mi álbum anterior también había escrito mucho sola –responde–. Era más una cuestión de tener el feedback (de Alexander). Pero está bien. Seguimos siendo amigos.”

Ahora no está componiendo, pero dice que volverá a hacerlo cuando salga de gira por Estados Unidos durante marzo. “Escribo bien durante los tours porque es una situación diferente cada día. Hay más material para ideas y mucho tiempo muerto. No trabajo bien bajo presión.”

Ideas no fue lo que le costó encontrar durante la composición de The Fall: “Parece que tiene que ver con que tengo 30 y todas mis amigas tienen edades parecidas, así que todas estamos pasando por cambios en este punto de nuestras vidas, ya sea casarse, tener hijos, separarse, divorciarse, tener un perro, esa clase de cosas. Eso estaba rodeándome y ciertamente yo estaba pasando por lo mío, también. ¡Había mucho de donde agarrarse!”

“A esta altura todo es positivo, pero la vida... –musita Jones–. Te sentís como si fuera el fin del mundo, pero finalmente llega el día siguiente y lo resolviste.” Hay más cambios en marcha. Pronto Jones abandonará el loft de Manhattan que compró hace seis años con Alexander y se mudará a un lugar en Brooklyn con el espacio al aire libre que necesita para su perro. También tiene un nuevo novio, escritor de novelas. Lo único que la preocupa es la perspectiva de tener que volver a la ruta sin él. No divulgará nada más, relegando preguntas con sonrisas dulces y risas gentiles. Realmente parece no tenerlo todo resuelto.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Jones lleva vendidas más de 40 millones de copias.
 
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