Martes, 9 de marzo de 2010 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A TONY LEVIN, ANTES DE SUS CONCIERTOS JUNTO A STICK MEN
El bajista de King Crimson y Peter Gabriel llega a Buenos Aires para tocar en formato de trío, junto a Michael Bernier y Pat Mastelotto. “Sentí que era tiempo de rockear duro”, explica acerca de este proyecto de dos sticks y batería.
Por Santiago Giordano
Formó parte de King Crimson y es algo así como el bajista fetiche de Peter Gabriel. Entre muchos otros, grabó con John Lennon en Double Fantasy, Pink Floyd, Liquid Tension Experiment (un grupo formado con miembros de Dream Theater), White Elephant, Yes, Asia, Karen Carpenter, Eros Ramazotti, Alice Cooper y Fernando Samalea, además de concebir numerosos trabajos como solista. Toca el bajo tradicional –inclusive de manera no tradicional–, pero hace mucho tiempo adoptó el Chapman Stick, una síntesis de bajo y guitarra que se toca con la técnica del tapping. En un ida y vuelta constante entre las formas más sofisticadas del rock y la experimentación, Tony Levin actúa como un músico inquieto. Siempre mira hacia delante, como los hombres sin nostalgia. “Hace más de 30 años que toco el stick y pude grabar y salir de gira con mucha gente, pero tiempo atrás descubrí que escribir mi propia música en este instrumento me resultaba útil”, comenta Levin al teléfono desde California. “Traté de tener un acercamiento progresivo a mi propio sonido, expresando lo que mi interior me provocaba, pero con la esperanza de que sea una manera nueva, tratando de no repetir lo que ya había hecho. Creo que es posible lograrlo, porque el stick usa una afinación inusual, que se presta para encontrar aproximaciones diferentes a la tradición del bajo o de la guitarra.”
El resultado de esta fase de su parábola creativa quedó plasmado en Stick Man, un disco que Levin presentará el 10 y el 12 de marzo en el ND Ateneo junto a Stick Men, el trío que integra con otro stickista, Michael Bernier, y el baterista Pat Mastelotto. “Es posible que la similitud entre el título del disco y el nombre de la banda se preste a confusiones, pero bueno, así quedó y así es como me gusta”, explica Levin como dando excusas, antes de seguir hablando de su música: “En este disco y en estos conciertos por América latina presentaré lo que compuse en el stick, que en alguna medida significó un cambio expresivo en mi sonido”.
–Hacia una música más marcada, más agresiva, respecto de lo que estuve haciendo recientemente. Quizás influido un poquito por mi paso por Liquid Tension Experiment, sentí que era tiempo de... bueno, de rockear duro. Aun si mis fans quizás esperaban algo más amable.
–Esta vez quería tener un grupo más pequeño, que posibilitara mantener las cosas simples, para poder girar por más lugares. Formar un trío que tocara esa música fue una progresión natural. Afortunadamente, Michael (Bernier) es un gran stickista y además vive muy cerca de mi casa. Hace dos años comenzamos a juntarnos a escribir y a explicar lo que cada uno estaba haciendo con su stick, a aprender el uno del otro. El “tercer hombre” perfecto para completar el grupo es Pat Mastelotto. No sólo porque fue mi compañero en King Crimson, sino porque su toque en tambores acústicos y electrónicos, con loops y samples, amplía el sonido de lo que hacemos, propone otras texturas. Por ejemplo, ahora nos estamos aventurando en la suite de El pájaro de fuego, de Igor Stravinsky. Es muy especial la química que tenemos Pat y yo juntos, después de tantos años grabando y girando. Creo que ésa es una parte muy valiosa de nuestro show.
–Sí, el trío da mucha libertad, pero también mucha responsabilidad. Michael y yo cubrimos varios elementos en los temas: líneas de bajo, acordes, melodías y solos. Entonces el desafío es grande y eso resulta estimulante. En algunos temas de King Crimson que haremos, mi parte resulta fácil, porque ya la toqué en los originales... ¡pero lo dejo a Michael con el trabajo de ser Robert Fripp y Adrian Belew juntos! Sin embargo, en algunos pasajes Pat y yo montamos un groove para que Michael pueda ir donde quiera sobre eso. La mayoría de nuestros temas son instrumentales, pero hay algunos cantados, y en ellos también nos manejamos con libertad: arreglé algunas canciones para tener secciones donde puedo cambiar un poco las letras, según cómo quiera expresarlas cada noche.
–Depende. Cada grupo tiene un factor diferente de improvisación. Con Peter Gabriel, por ejemplo, no hay mucha improvisación, pero tenemos libertad dentro de nuestras partes para hacer cambios llegado el momento. Con King Crimson, en cambio, siempre había una o dos piezas largamente improvisadas cada noche. El extremo es el grupo con el que hice una gira en enero y con el que iremos a Europa en abril. Lo llamo HoBoLeMa –con Allan Holdsworth (guitarra), Terry Bozzio y Pat Mastelotto (percusión)–; este grupo improvisa el show íntegro, no hay ningún plan, no hay grooves para comenzar, y tratamos de no volver a lo que hicimos otras noches. Con Stick Men cada pieza permite alguna improvisación y muchos solos, pero la mayoría de la música está trabajada. También solemos incluir algún momento de jam, para sorprender a la audiencia y a nosotros mismos. Cuando voy a un show, como público, me gusta saber que estoy presenciando algo único, no lo mismo que se hizo la noche anterior. Siento que eso de alguna manera está conectado a la magia de las performances que son muy especiales y memorables. Entonces, por supuesto, quiero ofrecer eso en cada uno de mis shows.
–No suelo mirar atrás y contemplar lo que hice, o lo que me influyó, pero ahora me doy cuenta de que mi temprano interés y entrenamiento en la música clásica condicionó la forma en que me acerqué al rock. Comencé con el contrabajo tocando música orquestal. En mi adolescencia toqué en la Rochester Philharmonic ¡y hasta en un concierto con el mismo Igor Stravinsky como director invitado! Pero en una bonita temprana edad me di cuenta de que eso no era lo que quería hacer con mi vida, y me mudé al jazz. Y después al rock, donde estoy más feliz, especialmente en el rock progresivo.
–La estética del toque de música clásica, esforzándose por la excelencia en tocar y escribir, es un buen complemento para llevar con uno en cualquier música. Pongo un ejemplo: aun después de 35 años tocando el Chapman Stick, trato más que nunca de practicar nuevas técnicas y de encontrar mi propia voz en el instrumento. Una actividad bastante diferente a la de quedarme en mi lugar y hacer lo que sé que hago bien, y estar feliz con eso. Esto es lo que entiendo por “progresivo”: es el sentido que le dábamos en King Crimson a cada uno de nuestros álbumes. En fin, quiero moverme a nuevos territorios mientras sigo haciendo música que resulte única, y, espero, lo suficientemente especial como para volverse algún día clásica.
–Como artista solista, o con un grupo chico como Stick Men, no dependo del disco. Los sellos nunca han sido de gran ayuda para no-sotros, porque en general quieren grupos que suenen como otros. Sin embargo, toco con muchos artistas que graban en compañías grandes y, evidentemente, los cambios de la industria determinaron presupuestos reducidos: la inversión es más baja que antes, se hacen menos sesiones de grabación y todos nos ajustamos a lo que tenga que pasar. Creo que todo esto vale la pena en la medida en que existan buenos músicos. Y todavía escucho a muchos en todo el mundo.
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