Es medianoche en Boedo y un tipo bizarro, Juan Penas, desgrana personajes como él en canciones: “El manga faso”, “El resentido”, “El puntero”, “Hombre delicado” y “Gavilán” son algunas de ellas. Tiene un sombrero gris, ambo marrón con rayitas amarillas y una corbata a lunares haciendo juego. De repente, arenga: “Independiente es una palabra muy usada en este país. Del periodismo se dice que lo es, pero nada que ver: independientes somos los músicos que hacemos lo que se nos canta”. Está parado, antes del bis, y su enorme figura tapa a los Bonavenas, los guitarristas sentados detrás. El piano de Pan y Arte permanece sin usar, y Penas da en el centro. Al menos, su discurso es una provechosa manera de presentar la primera edición del Festival de Tango Independiente que, bajo la batuta de la Unión de Orquestas Típicas y el programa radial Fractura Expuesta, va por su tercera jornada. La milonga al aire libre del domingo fue un hito barrial –lacónico, pero hito al fin–, el lunes todo anduvo bien con el debut de la Orquesta El Afronte, en Bendita Milonga, y ahora la cosa va por dos: el hombre del sombrero, y Analía Sirio, cantante de tangos por cuestión de sangre y ¡necesidad de exorcismo! Tango nuevo, under; tango en los lindes, border.

Una hora antes, y a unas veinte cuadras en dirección a otro barrio del palo –Almagro–, el Bar Mussetta rebasa de gente. Muchos quedan afuera y se van. Adentro, uno de los dueños pide disculpas por la incomodidad espacial, amplificando su voz con una revista en forma de cono. Otro piano cerrado, el calor, personas sentadas en el piso y un pequeño arlequín lleno de flores esperan la presencia del otro número de la noche: el Pulice–De Vicenzo Quinteto. El, guitarrista y cantante; ella, acordeonista y también cantante, más tres “primeras guitarras”, con un repertorio de tangos y milongas de la hora –de aquí y ahora–, que despiertan emoción y aplausos. La cerveza, ocho mangos menos que en carito bar de Boedo, baja tanto como el vino tinto y las pastas, y Pulice, con gran manejo de escena, se sincera al tercer tema: “Este es un vals gótico”, dice. Silencio. Y entonces explica: “Le pasa a la gente que quiere componer valses clásicos, pero escuchó mucho tiempo a The Cure”. Risas y puesta en acto de “Perdiendo el compás”, mientras el tinto también rueda entre los músicos.

El tema tiene el aura densa de algunos otros que le son propios al tacto hacedor de Pulice. “Viento sur”, por caso, una milonga campera que habla de frío en los huesos, o el tango “Llevate un par”, que, melódicamente más abierto, habla de un deseo: “Si no hay marcha atrás, tengo algo que decir/ en el nombre de la paz, no te vayas a morir sin llevarte un par con vos”. Una ironía de “suicidio por la positiva” cuyo par, medio en joda, tiene dos nombres esta noche: Macri y Carrió. “Se lo podríamos dedicar también a (el personaje de Diego Capusotto) Violencia Rivas”, suma Ruth. “Milonga del cogotudo”, otra vez con el nombre de Mauricio flotando en el ambiente, coordina, en el libre albedrío que a veces provoca la historia, con el tema estreno de la noche: “Bartolomé”, una saludable diatriba jauretcheana contra Mitre, una especie de milonga revisionista que describe al prócer del país–colonia con rigurosa economía de palabras: “Porteño y unitario y, a su pesar, argentino”.

Angel y Ruth manotean algunos clásicos (“Tu pálida voz” o “Apología del tango”, la visceral milonga de Rosita Quiroga), pero lo más picante anida en las composiciones propias. Una mirada original que se cuenta entre los fines de un festival que, tales sus coordenadas base, tiende a desmarcarse del tango for export. Esta noche, el Cuarteto del ex Fernández Fierro Julio Coviello (20 hs, Mussetta, Billinghurst y Tucumán); la Orquesta de Señoritas No tocar las flores (21 hs, Pan y Arte, Boedo 876) y la Orquesta Típica La Vidú (23 hs, Milonga Aguante La Vidú, Moreno 2320), contarán otra parte de la misma historia.