De los tres tenores siempre fue el tercero. No tenía el carisma ni el timbre de Luciano Pavarotti ni la formación musical y la cultura de Plácido Domingo. Hasta era el más pequeño. Sin embargo, José Carreras lucía un fraseo exacto y una línea de canto ejemplar. Y, además, una historia. Había sido la gran promesa de la lírica y una leucemia que hizo temer por su vida acabó demasiado tempranamente con su carrera operística. Carreras, no obstante, siguió cantando. Fue el partenaire justo para sus dos co-tenores en su exitosa empresa de masificar el canto lírico, participó de proyectos cuasi pop como la grabación de la Misa Criolla de Ariel Ramírez o de West Side Story de Leonard Bernstein, e hizo del gran espectáculo masivo construido alrededor de arias y fragmentos una de las bellas artes.

Después de años sin pisar los escenarios porteños, el tenor catalán actuará hoy nuevamente en Buenos Aires. Lo hará en el Luna Park junto a la soprano mexicana Rebeca Olvera y con la dirección de David Giménez. El repertorio incluye canzonettas, canciones y arias de óperas y de zarzuelas, entre ellas “L’ultima canzone” de Francesco Paolo Tosti. “Je veux vivre”, de Romeo y Julieta de Charles Gounod, “Les Filles de Cádiz” de Léo Delibes, y fragmentos de El Barbero de Sevilla de Rossini y La Africana de Manuel F. Caballero.

Nacido en Barcelona en 1946, Carreras ha ganado por algunas de sus numerosas grabaciones distinciones como el Grand Prix du Disque de la Academia de París, el Grammy, el Sir Laurence Olivier Award. Es, además, Embajador de Buena Voluntad de la Unesco y ha sido galardonado con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Mendeleyev de Moscú, la Universidad de Rutgers (Estados Unidos), y la Universidad Miguel Hernández de Elche (España).