Domingo, 12 de diciembre de 2010 | Hoy
MUSICA › EL REGRESO DE LIONS IN LOVE, ESTA NOCHE EN NICETO CLUB
Quince años después de la separación, Daniel Melingo, Willy Crook, Pablo Guadalupe Stefanie Ringes y Hugo Lobo reactivan una banda que, a mediados de los noventa, supo preparar un cóctel sorprendente e imprevisible, “una bomba atómica”.
Por Matías Córdoba
“La música que hicimos es bastante indefinible”: el que toma las riendas de la charla es el baterista Pablo Guadalupe, rodeado por la cantante Stefanie Ringes, el saxofonista Willy Crook y el trompetista Hugo Lobo. Y continúa: “Recuerdo que a los críticos de rock les encantábamos, y a los músicos también. Nuestros recitales eran potentes. Yo tenía muchas ganas de volver a tocar con mis amigos. Volver 17 años después con Lions In Love no es un negocio, sino un placer. A mí no me pagaron el viaje de España a Buenos Aires para tocar. Vine para estar con ellos y eso es lo más importante”, dice.
La reunión, esa reunión que se formalizará esta noche en Niceto Club (Niceto Vega 5510), se gestó desde Internet. Un grupo de seguidores se preguntaba desde las redes sociales si no era el momento justo para una vuelta (aunque fuera por única vez) de la banda que movilizó el mercado discográfico de España con Lions In Love (1992) y Psicofonías (1994), y que en la Argentina fue un secreto demasiado oculto. “Nos preguntaban si podíamos hacer algo juntos. Y cuando se pudo confirmar una fecha, nos decidimos a poner manos a la obra”, le cuenta a Página/12 Stefanie Ringes, la cantante franco-holandesa.
En sus comienzos se hacían llamar Escuela Basilio, una banda disparatada que llevaban adelante Daniel Melingo y Pablo Guadalupe y que experimentaba con los sonidos que podían salir de una Commodore 64. Pero después decidieron cambiar el nombre. Ya estaba Stefanie y luego se sumarían Willy Crook y algunos músicos invitados. Sin embargo, luego de una carrera corta pero fructífera (en España los adoraban, y entre su público era común ver a personajes como Pedro Almodóvar), el grupo se disolvió. Melingo comenzó una carrera solista y Crook arma los Funky Torinos. Del resto de la banda sólo quedaría un recuerdo brumoso. Guadalupe y Ringes se quedaron en España e hicieron del país europeo su lugar en el mundo. Diecisiete años después, se reúnen para el concierto de esta noche con la formación original, además de Juan Ravioli, Hugo Lobo y Miguel Zavaleta, entre otros, como invitados especiales.
–Después de tanto tiempo sin tocar juntos, ¿cómo fue el encuentro musical en los ensayos?
Pablo Guadalupe: –Fueron buenísimos. Esos dos discos los trabajamos un montón. Después de que salieron no los escuché mucho más. Pero en estos días en que estuvimos ensayando, las canciones salieron muy fácilmente. Y eso sucede porque es música que tengo en una parte de mi memoria. Y pienso en los discos que hicimos y no creo que hayan perdido frescura ni vigencia. Además hay diferencias entre un disco y el otro. Y no es algo definible. Siempre tuvimos una promiscuidad musical.
Willy Crook: –Las canciones salieron como si las hubiéramos hecho ayer. Seguimos frescos. Me acuerdo de que en los ’90 para mí no fue un obstáculo meterme en Lions In love, porque yo era un ignorante total. Ahí fui aprendiendo mucho porque se tocaba bastante. Habría que preguntarles a los bajistas que pasaron por la banda si se tocaban varios estilos, porque algunos tocaban bien, sí, pero siempre fue un gran problema en la banda. Yo era el encargado de decirles: “Te apreciamos mucho como ser humano, pero...” (Risas.)
Stefanie Ringes: –Nos juntamos hace poco, menos de dos semanas, y los temas salieron parejitos, perfectos. Y casi sin haberlos escuchado antes. Son canciones que compuse cuando tenía 18, 19 años. Se me hace difícil volver atrás. Cuando escucho esas voces grabadas, que suenan tan ochentosas y con una influencia muy new wave, se me hace raro volver a tocarlas.
–Por los distintos géneros musicales que atraviesan las canciones (reggae, rock, flamenco, hip hop, tango), Lions In Love parece ser varias bandas dentro de una.
P. G.: –Sí, tenemos varias etapas. Yo era disc jockey y tenía mucha información de lo que iba saliendo aquellos años. Y eso lo aportaba al grupo. Pero el verdadero cerebro era Daniel Melingo, que es un genio y tiene un conocimiento muy amplio de la música. El era el que hacía la alquimia del grupo. Y Stefanie tenía un don con el que podía componer esas melodías que parecían complicadas y que quedaban perfectas. Se nota que las canciones tomaron muchos meses de trabajo. Ese tipo de canciones no puede salir en una tarde. Era un delirio de días y días enteros.
S. R.: –Había mucha hermandad y amistad entre nosotros. Estábamos mucho tiempo juntos y nos pasábamos el día tocando. La banda era una bomba atómica.
–Hasta hoy es una banda difícil de clasificar.
W. C.: –El sonido que teníamos era muy agradable. Sobre todo porque la banda era entretenida musicalmente. Pero si hilamos fino, bueno, sí, hay detalles que la hacen difícil. Siempre digo que los discos de Lions In Love están hechos con más de una sola idea. Al principio la gente estaba más perpleja que otra cosa cuando nos escuchaba. Yo sostengo la teoría de que mis dos bandas fundamentales fueron Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que me dio la filosofía de muchísimas cosas; y la otra fue Lions In Love, que me dio una libertad de estilo rayana en la insolencia. Un lugar donde no había fronteras.
P. G.: –Recuerdo un recital donde Daniel tenía que sacar un sonido de una Commodore 64. La gente nos decía que éramos unos adelantados, porque llevábamos la música en computadoras. Pero no se daban cuenta de que Daniel tenía que jugar en vivo con un juego de esa máquina para que saliera el sonido. Y a veces se equivocaba y la música no salía, porque había que llegar a una determinada cantidad de puntos. (Risas.)
Daniel Melingo no aparece para la entrevista ni para la sesión de fotos. Sus compañeros dicen que está a full, concentrado en lo que va a ser el show de esta noche. “Está con Juan Ravioli tocando todo el tiempo”, comentan entusiasmados. Cuatro días después, cuando Página/12 lo llama a su casa, Melingo responde: “Me resulta muy difícil hablar de música. Porque la música es una comunicación misteriosa. Pero, para decir algo, los Lions In Love sonamos más desprolijos que antes. La banda nunca se caracterizó por el virtuosismo ni la perfección, sino por la fuerza, la transmisión y la comunicación. Hacíamos todo lo que nos gustaba y de manera inconsciente. Pensábamos en que lo nuestro tenía que comunicar algo. Y eso es lo que vamos a hacer en este recital”.
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