Lunes, 27 de diciembre de 2010 | Hoy
MUSICA › BALANCE DE LA TEMPORADA 2010 EN LA MúSICA POPULAR
La fiesta más sorprendente fue la del Bicentenario, seguida por seis millones de personas. En ese marco se produjo un hecho histórico: el regreso de Salgán a los escenarios. Sabina, Serrat, Caetano, Bregovic y Paco Ibáñez fueron algunas de las visitas destacadas.
Por Karina Micheletto
Si un año pudiera resumirse en fotos, como en una improbable carpeta de Mis Imágenes compartida, en la música popular argentina aparecerían una cantidad notablemente amplia, dispersa y de colores desparejos. Algunas, sin embargo, resaltarían con fuerza propia. Un primer repaso por esta hipotética carpeta musical arroja un dato a destacar: muchas de las fotos más luminosas están situadas en la calle, a cielo abierto, ante multitudes. La más sorprendente, seguramente, fue la que se vivió en la fiesta del Bicentenario, seguida por seis millones de personas, en lo que fue el evento cultural más multitudinario de la historia del país. Para la música popular hubo además allí una foto histórica adentro de otra foto histórica: fue cuando Horacio Salgán volvió a los escenarios, celebrando el cincuentenario de su Quinteto Real. Desde entonces, Salgán le tomó el gustito a esto de “volver” –cuando ya parecía descartado ver al autor de “A fuego lento” alguna otra vez en escena–, y volvió en el Festival de Tango, y también en otro encuentro histórico que protagonizó con Leopoldo Federico.
Aquellos festejos del Bicentenario mostraron a grandes artistas de la música popular en la calle, y ante millones, lo cual es un hecho destacable de por sí. Pero si en muchos aspectos de la cultura todo el año giró, como es lógico, alrededor del hito patrio, en la música argentina, el balance arroja cierto gusto a poco. Como si no hubiera podido articularse el potencial de una cantidad de artistas con la riqueza de una obra vasta y profunda, por la que pasa también la historia de un país, en función de algún hecho creativo original. No hubiera sido tan complicado, para decirlo en otros términos, pensar algún tipo de obra colectiva que superara la sucesión de artistas –valiosos por cierto, pero cada uno con su repertorio previo–, o no tan pretenciosamente, la puesta en marcha de conciertos pensados para la ocasión a lo largo del año –esto es, especialmente producidos–, que convocaran más allá de los nombres de sus protagonistas.
Lo que hubo, en cambio, fue la sucesión de nombres, en la que, aun sin ocupar lugares centrales, el folklore y el tango brillaron en aquella 9 de Julio histórica. La noche de tango, reprogramada una y otra vez en una de las jornadas del Bicentenario, mostró, ya pasada la medianoche, a Salgán con su Quinteto Real y con Ubaldo De Lío. Y también a Leopoldo Federico, Susana Rinaldi –conmovedora su versión del himno, coreada como en cancha–, Ernesto Baffa, Julio Pane, Mario Abramovich, los bailarines María Nieves y Juan Carlos Copes, entre otros, junto a una cantidad de intérpretes de la nueva camada del género que ya son maestros en lo suyo. Hubo también una jornada dedicada al folklore destacable en el Paseo del Bicentenario. Por allí pasaron artistas como Teresa Parodi, Liliana Herrero, Jaime Torres, Gustavo Santaolalla, Orozco-Barrientos, la chilena Isabel Parra, Soledad Pastorutti, Chaqueño Palavecino, Los Olimareños y Los Kjarkas. Estuvieron también León Gieco y Víctor Heredia. El cierre de fiesta, además del impacto artístico del impresionante desfile de Fuerza Bruta, conmovió con la marea humana celebrante que siguió a Fito Páez, en lo que fue el recital más multitudinario que se haya realizado jamás en la Argentina.
Fuera de esta escala china que planteó el Bicentenario, una cantidad de conciertos pusieron a los artistas populares en las calles. En la Plaza de Mayo, el del 24 de marzo, y el más reciente en el Día de los Derechos Humanos, tuvieron despliegues importantes y cargados de simbolismos. Hubo, también, festivales, ciclos de conciertos, “juntadas” y conciertos específicos que se destacan en el balance:
- Festival de Tango: El evento anual de la música de Buenos Aires, el género declarado Patrimonio de la Humanidad –“la soja de la ciudad”, según la desafortunada metáfora que se le alcanzó a entender a Mauricio Macri en la presentación de este Festival–, lució notablemente achicado. Si en los últimos años el Festival fue perdiendo espacios –comenzando por la decisión de juntar en uno lo que antes eran dos eventos, un mundial para la danza y un festival para la música–, este año la tendencia se acentuó. Sobresalieron producciones especiales como la que rindió homenaje a Eduardo Rovira, la “Noche Salgán” y la adaptación de los temas de Rubén Blades al tango, a cargo del mismo panameño y con la orquesta de Leopoldo Federico acompañándolo.
- Festival de Folklore: Fue otro año sin festival para el folklore en la ciudad, borrado de la agenda desde que se interrumpió el Festival Músicas de Provincia, que alguna vez propició momentos históricos como el regreso de Mercedes Sosa a los escenarios.
- Brasil querido: El concierto de Caetano Veloso frente a la Feria del Libro, solito con su guitarra, fue otro momento destacado al aire libre. El cariño incondicional con los artistas vecinos se multiplicó todo el año en conciertos siempre repletos, como los que dieron Maria Bethania, Djavan, Daniela Mercuri, Zeca Baleiro, Moreno Veloso, Paulinho Moska, entre otros.
- Mercosones: Hubo gran presencia brasileña también en las “juntadas” que habilitaron ese “Mercoson cultural” al que alguna vez hizo referencia Hermeto Pascoal. El ciclo Expresso Porto Alegre en Buenos Aires reunió a artistas como Vitor Ramil, Luiz Carlos Borges y Liliana Herrero; el MUBA 2010 trajo a otros como Chico Cesar, Hamilton de Holanda, Elza Soares, Jorge Vercillo, Leila Pinheiro, Joao Bosco, y propuso cruces como el de Monica Salmaso con Liliana Herrero. Otro ciclo gratuito, Rumbos-Músicas del Sur, mostró parte de la nueva escena que ya comienza a proyectarse fronteras afuera del Brasil, con alguna participación uruguaya, junto con argentinos como Carlos “Negro” Aguirre, Los Hermanos Núñez con Ruiz Guiñazú, Noelia Moncada, Luna Monti y Juan Quintero, y la formación especial de la Surdomundo Imposible Orchesta, un seleccionado de músicos de la región. Fueron distintos pantallazos de la riqueza y la diversidad musical de la región sur del continente.
- Músicas del mundo: Más ciclos especiales concentraron en sus programaciones músicas populares del mundo. El primer Festival de Otoño en Buenos Aires, por ejemplo, mostró un encuentro enteramente dedicado a las “músicas del mundo”, con Goran Bregovic, la portuguesa Misia y el gitanísimo Diego El Cigala, a precios elevados. La realización de ciclos como el SherBamate Klezmerklu y la Klezfiesta puso en escena la expansión de la música klezmer en Buenos Aires.
- Otras juntadas: Las que regalaron Teresa Parodi, Liliana Herrero y el dúo Orozco-Barrientos en Final abierto fueron juntadas expansivas. También las de La Jaula Abierta, que soltaban todos los jueves Rita Cortese, Lidia Borda, Dolores Solá, Carolina Peleritti, más una cantidad de invitados.
- Bienvenido Salgán: Salgán volvió para celebrar los 50 años del Quinteto Real, y volvió para quedarse. Sin ir más lejos, este jueves volverá a estar en el Festival de Tango del Torcuato Tasso.
- De regreso, Tata: Ya definitivamente instalado en la Argentina, Juan “Tata” Cedrón dio conciertos grandes, medianos, chicos, solo, en dúo, en trío, con su cuarteto. Editó un disco doble, o mejor dicho, dos discos lanzados a la vez: Corazón de piel afuera-Godino, donde retoma su diálogo musical con grandes poetas, sumando a Miguel Angel Bustos. Se reeditó parte de su obra, apareció un libro sobre su cuarteto (Tango y quimera, de Antonia García Castro, esposa de Cedrón), y como si fuera poco, se anuncia para el año que viene un documental. Ya mudado de Boedo, se las arregló para apropiarse de su nuevo barrio con sus épicos encuentros musicales gratuitos en una verdulería de Jonte y Cuenca.
- Tangos del Bicentenario: Así se llamó un ciclo gratuito y de gran nivel de producción en el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza. Durante todo el año propuso una programación con homenajes, muestras de la nueva escena, grandes orquestas y hasta una “multimilonga” repartida en diferentes espacios del teatro.
- De afuera: Sabina en enero en Boca, Serrat el mes pasado en el Gran Rex, ratificaron su conexión con el público local. Hubo además una visita fuera de lo esperado: Paco Ibáñez selló un reencuentro largamente esperado en el Coliseo, con dos felices noches a teatro lleno.
Mientras se anuncia la muerte a paso firme del CD, el mercado local sorprende con una cantidad de grabaciones imposibles de abarcar, impulsadas tanto por las cada vez más accesibles posibilidades técnicas como por inagotables fuentes creativas. Para los músicos que no acceden a la categoría “vendedor” (que son la gran mayoría, porque la pirámide musical reproduce la pirámide social), una grabación es hoy más una suerte de tarjeta personal que se deja para marcar presencia o como forma de presentación, que la posibilidad de obtener algún dinero a cambio. La diferencia, en todo caso, se hace con el vivo (y aquí es donde la reciente reglamentación de la llamada Ley de Concertación para la Promoción de la Actividad Musical hará, a su vez, dentro de la ciudad de Buenos Aires, la diferencia, ver aparte).
En la marea de CD del año conviven apuestas de señoras recién separadas que repentinamente descubren su vocación de cantantes de tango, con obras trabajosamente paridas, cuidadas y acariciadas, de esas que sorprenden, enseñan, turban, alegran la mañana o la tarde o la noche, quedan sonando en un 84 que llega con demora y hacen olvidar los 30 grados que se expanden pegajosamente arriba de la unidad. Entre estos últimos, una inevitablemente arbitraria selección –incompleta e injusta, librada al azar de lo que pudo o quiso escuchar esta cronista– arroja estas perlas de luz propia:
- María Elena revisitada: El trío de chicas Aymama, que en su corta vida viene dando que hablar en el circuito del folklore, sorprendió este año con versiones de la obra de María Elena Walsh. Trajeron canciones para grandes, para chicos, para grandes que invitan a los chicos y viceversa. Como suelen ser las canciones.
- Mujeres argentinas: Silvia Iriondo fue la que asumió formalmente las nuevas versiones de la obra de Ariel Ramírez y Félix Luna que lleva este título, en las que alguna vez puso la voz Mercedes Sosa. Otras mujeres argentinas mostraron obras destacadas este año: Nora Sarmoria –pianista de tan alto vuelo como bajo perfil– volvió a poner su sello en Fénix espiral, un disco exquisito. Mariana Baraj rompió el molde con Churita, presentando en sociedad sus canciones como compositora. María de los Angeles Ledesma con su grupo Cosecha de Agosto fue otra de las que este año sentaron presencia con Otra vuelta, igual que Laura Albarracín con Chaco, o Sara Mamani con Warmi, un disco que suena enhebrado con paciencia de artesano. Entre las nuevas voces de la escena sobresalen Mijal Guinguis, con canciones bellas de su autoría que grabó Sentido contrario, y la bonaerense Lucrecia Longarini, que hizo su aparición con A orillas del sol.
Consultado este año por LasI12, el periodista Marcelo Simón expresaba su entusiasmo por el fenómeno que están protagonizando las mujeres en el folklore: “Juntando la generación anterior y la actual, en casi todas ellas hay una expresión muy clara, revulsiva, que soslaya prejuicios de manera más acentuada que sus colegas varones –decía–. Las mujeres se animan a armar pequeñas revoluciones, como se llama, dicho sea de paso, uno de los últimos CD de una líder en la materia, Teresa Parodi”. No es por hacer militancia de género, pero habrá que hacer caso a los que de folklore, y de mujeres, saben largo.
- Volvió Melania: Pasaron muchos años sin que grabara esta salteña hecha para la vidala. Sin bombos ni platillos, este año Melania Pérez se mostró en La flor del comprendimiento, donde vuelve a desplegar su expresividad exquisita. “Gracias, Melania”, se escuchó decir, sin más, en la presentación del disco. Se la espera, ahora, en los festivales capaces de abrir espacios más allá del arriba las palmas.
- En DVD: Un DVD de Liliana Herrero tenía que ser tan fuera de lo común como un CD de Liliana Herrero. El hilo de una voz es, en rigor, un documental de Sergio Stagnaro, una creación a partir de la creación. Ni el vivo ni el back de un concierto, ni los entretelones de un estudio de grabación: imágenes que siguen ese hilo de esa voz.
- A los cantores: En el tango, este año Ariel Ardit encaró un proyecto que se destacó por su ambición y calidad. Junto al pianista, compositor y director Daniel Linetzky al frente de una orquesta especialmente formada para la ocasión, recreó en el espectáculo A los cantores –que terminó siendo también un disco y un DVD–, los repertorios más recordados de los cantores de las orquestas históricas, esos que en las épocas de oro supieron tener hinchada propia. El trabajo queda entre los grandes del año no sólo por su calidad intrínseca. También por lo que significa en términos de apuesta al futuro a partir de lo legado.
- Carnota x 2: Runa, un disco y DVD grabados en vivo sirvieron de algún modo como un pequeño balance de una de las figuras claves de la MPA. El disco sitúa la música de Raúl Carnota este año; el DVD lo muestra con las distintas formaciones que lo acompañaron el último tiempo, junto a otros grandes músicos.
- ¡Uruguayas campeonas!: Sobre fin de año, la edición de este compilado que inaugura el catálogo del sello Lulú Discos, pone en foco a las cantoras de la Banda Oriental, todo un signo de los nuevos puentes tendidos desde ese lado del río.
- Premios: La tercera edición de los Premios Atahualpa volvió a marcar un espacio importante para el folklore, más allá de los discutibles criterios de conformación de jurados y ternas.
- Mercedes Sosa: La muerte de la tucumana, el año pasado, marcó a la música argentina. Desde entonces salieron una cantidad de reediciones, desde su obra completa hasta la reunión de dúos con diversos invitados. Un material inédito, Deja la vida volar, la registra en sus últimas giras.
- Este año se lamentaron las muertes de Ariel Ramírez, Rubén Juárez, Gabriel “Chula” Clausi, o Sandro, a quien sus “nenas” despidieron a principios de año con el mismo fanatismo con que lo siguieron en vivo. También de José Carbajal, El Sabalero, tan uruguayo como querido por estas tierras.
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