La producción del musical Mujeres al borde de un ataque de nervios, basado en la película de Pedro Almodóvar, decidió adelantar el final de su temporada para este domingo, tres semanas antes de lo programado, por causas variadas pero relacionadas con una de esas palabras que provocan suicidios artísticos masivos en Broadway o Hollywood: decepción. Aunque los responsables no detallaron las razones que los llevaron a concluir las funciones 21 días antes de lo previsto, lo cierto es que la obra del Lincoln Center Theater no cumplió con las expectativas de nadie: ni público ni crítica, ni los propios productores. Mujeres... habrá tenido 69 representaciones al momento de su salida de cartelera, además de otras 30 no oficiales anteriores a su estreno. Una cantidad estándar para una obra que fue estrenada el 4 de noviembre y ni siquiera cumplirá dos meses en cartel, sino que acabará un día antes de ese plazo. Los críticos de Nueva York, despreocupados: desde su estreno le han dedicado artículos cuanto menos tibios, y en varias ocasiones bien duros. Ben Brantley, de The New York Times, uno de los más influyentes críticos de Broadway, llegó a recomendarles a los responsables de la puesta que “tomen de inmediato y por vía intravenosa” Ritalin, un medicamento contra el trastorno de déficit de atención por hiperactividad. En el Wall Street Journal la tildaron de “musical Big Mac: un revoltijo con poco sabor”. Y para el New York Post, se trató de un musical “sin una totalidad coherente, aunque entretenido”. El color, la energía y lo kitsch de la película estuvo en esta puesta, además de algunos de los intérpretes más reconocidos de Broadway (como Patti Lupone, protagonista de Gypsy y Evita) y el apoyo de Pedro Almodóvar. Sin embargo, ni los nombres ni los espejitos de colores pudieron sobrevivir sin el beneplácito del público y la crítica.