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Viernes, 28 de enero de 2011

MUSICA › JUAN FALU, RALY BARRIONUEVO, SUNA ROCHA Y UNA FLAUTISTA SORPRENDENTE, CARLA GUZMAN

La sexta luna estuvo entre las mejores

Con una lógica interna que fundió música, poesía, compromiso y diversidad, la plaza Próspero Molina abrió con el homenaje a los poetas,en el que Estela Carlotto abrazó a los vates del encuentro, Ernesto Cardenal entre ellos.

 Por Cristian Vitale

Desde Cosquín

Cosquín luna 6. El silencio debería cortarse con un cuchillo en la plaza. Un guitarrista, Juan Falú, que ha logrado tras años de buscar una autonomía vital respecto de su tío (Eduardo), está refrendando sus pergaminos. La Próspero está bastante llena (unas 8 mil personas) y el tucumano de sangre siria hace que de su guitarra desgrane una belleza sin pretensiones... algo así como un universal de la belleza. De negro, sobrio y solo, sentado bien adelante en la escena, toca una versión libre de “Chacarera del ‘55” y demarca terreno: “La tocábamos cuando en Tucumán había sueños de futuro, antes que venga esa larga noche oscura. Ahora, el señor de esa larga noche está siendo juzgado y espero que sea correspondientemente castigado”, dice, como introito a la pieza. El señor de la larga noche es Bussi, claro, y sucede un ensamble de zambas calmas, mágicas en su introspección, cuyo disfrute pleno se torna casi utópico. Pasa el vendedor de gaseosas y agua a los gritos, una tía le cuenta a la sobrina que fue al río y vio un pato nadando (y encima con el volumen a diez), dos hombres hablan de lo saladas que estaban las empanadas de ayer, y otro adoctrina a sus hijos sobre fútbol: “Palermo no puede dejar nunca Boca, porque si pasa eso estamos en el horno”, vocifera. Sí, Falú es adorado en Cosquín, y media plaza pagaría un plus por el silencio, pero el ¡shhh! colectivo no alcanza ante tanta minoría molesta... Larralde tenía razón, al cabo, cuando no tocó más por la misma razón.

Detalle –no menor– al margen, Falú se despidió con una poesía hecha música de Pepe Núñez (“Zonko querido”) y le habilitó a Raly Barrionuevo un contexto afín, al menos alineado con lo genuino del arte más que con la ensalada de estrellas. Raly a dos bandas. El hombre de Frías intercala la de sus amigos de pueblo, con la que grabó Radio AM, su seminal último disco. Visita en calma “Luna cautiva”, invita a su musa Elvira Zeballos y, con esta señora venerable al piano, ensaya una intensa versión de “Chacarera del sufrido”, de los Hermanos Abalos, y la popular se desvive en aplausos mientras varias parejas discuten con la gente de vigilancia porque no les permiten bailar en el hueco que hay entre la primera fila y el escenario. Sobrevienen “Zamba de usted”, de Ariel Ramírez; “La pulpera de Santa Lucía”, la ranchera que el friense (re)personaliza con su voz, y una zamba que escribió a los 18 años. “Dos años antes de hacer este tema, yo había participado en el Pre-Cosquín de Río Hondo con la delegación de mi pueblo. En general fue bastante bien, pero yo no pasé el primer nivel y me acuerdo de que le dije a mi hermano: nunca más voy a ir a Cosquín, a menos que me inviten... Bueno, acá estoy.”

“Zamba y acuarela”, una de sus composiciones más hermosas, terminó en el primero pedido de bis. Raly accedió con “Somos nosotros” mediante y un derrotero de imágenes con sus “peregrinos de la amada libertad” a sus espaldas: Piazzolla, Spinetta, El Che, Mercedes Sosa, Gardel, y el público de pie. Aplausos rabiosos y gran complicación al final. El locutor no puede pilotear una situación que se desmadra. La plaza entera pide otra vez a Raly. Raly se va y le cierran el telón. El locutor recibe órdenes contradictorias. Primero pide perdón y, por boca de tercero, claro, no cede. Después dubita. Y finalmente, cuando Carla Guzmán –otra ganadora del Pre-Cosquín– se dispone a empezar, el grito en el mic devino en estallido. “La comisión entendió el reclamo popular”, dijo Fabián Palacios y Raly compartió su “Chacarera del exilio” con la joven tucumana y su guitarrista. El gentío se calmó y le dio pista a esta flautista sorprendente. Nacida y criada en Banda del Río Salí (Cruz Alta), salió a flote de una partida difícil. Incluso cautivó con “La olvidada”, la chacarera de Yupanqui, pasada a idioma de traversa. Potente traversa.

Guzmán no desentonó con la impronta de una noche pareja, de las buenas. Tampoco la delegación de Santa Fe que, de no haber sido por lacerantes acoples, hubiese mostrado mejor su puesta sinfónica y juvenil de Mujeres argentinas, la obra madre de Félix Luna inmortalizada por Mercedes Sosa. Tampoco Suna Rocha, que bien temprano y después de una de esas excepciones que confirman la regla cuando la luna da positiva (Los Huayras), revivió, igual que Jairo, a Yupanqui a través de “Yo tengo tantos hermanos”, mostró el estupendo huayno de Luzmila Carpio (“La alegría de los niños”) que abre SOS Agua, su último disco, y revisitó una chacarera vieja (“Las abuelas del campo mío”, de Carlos Di Fulvio) con sonido nuevo. Emiliano Zerbini, el cordobés criado en La Rioja, le puso onda a través de “No se toca” y Jairo, dispuesto a cerrar la noche, mantuvo cautiva a la plaza con sus consabidos paseos yupanquianos (“Cerro Colorado”, “Yo tengo”) y un puente al Litoral –que también tuvo su lugar con Tarragó Ros, Las Hermanas Vera y Los de Imaguaré– llamado “Pueblero de Alla’ité”, la perla del Pocho Roch.

Luna, la sexta, con una lógica interna que fundió música, poesía, compromiso y diversidad. Y cumplió, casi orgánica, con el homenaje a los poetas que la abrió y en el que Estela Carlotto abrazó a los vates del encuentro, Cardenal, el imprescindible nicaragüense, entre ellos.

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El virtuoso Juan Falú se lució con una versión libre de la “Chacarera del ’55”.
Imagen: Rafael Yohai
 
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