Martes, 22 de febrero de 2011 | Hoy
MUSICA › NUEVA VERSIóN DE “LA BALSA” PARA UN TRIBUTO A LITTO NEBBIA
Ciro Fogliatta, tecladista de Los Gatos, participó de la grabación, en la que Ricardo Mollo puso la voz. Será el corte de difusión de Sinfonías para catedrales vivas, el homenaje triple al autor de “Sólo se trata de vivir”, que saldrá en mayo.
Por Cristian Vitale
La historia se ha contado hasta el cansancio: que Li- tto Nebbia la terminó cuando Tanguito la estaba empezando en el baño de La Perla de Once; que Los Gatos la grabaron y, con un cambio en las formas (“estoy muy triste y solo en este mundo abandonado”, y no “de mierda”), la trasformaron en la cara A del simple más vendido de la historia del rock argentino (250 mil copias, en 1967), y que tres años después Tango registró su desangelada versión con el mote de Ramses VII en los estudios TNT de la calle Moreno, bajo la batuta de su amigo Javier Martínez. No demasiado más hay para decir de “La balsa”, salvo que, emblemática, se transformó en el tema fundante de una forma rockera de mirar el mundo desde el sur. Una nueva forma, cuyo naufragio vital lleva ya 43 años. “Es, sin dudas, el himno del rock argentino. Su letra es una suerte de manifiesto anticapitalista a favor de la poesía cruda, el delirio creativo, la soledad, la inocencia, lo inconsciente. Lo contrario de una oda al dinero, la fama y la autodestrucción”, afirma, contundente, Gonzalo Aloras, productor y guitarrista de la nueva versión de “La balsa”, que será el corte de difusión de Sinfonías para catedrales vivas, un disco triple en homenaje a Nebbia, y a beneficio del comedor infantil Fueguitos, que verá la luz en mayo.
La idea nació del productor radial marplatense Fabián Spampinato, el mismo que tiempo atrás pergeñó los tributos a Luis Alberto Spinetta (Dale gracias) y León Gieco (Guardado en la memoria), y se concretó, en el caso de “La balsa”, con Ciro Fogliatta, productor de la versión original, en teclados; Ricardo Mollo (Divididos) en voz; Fernando Blanco y Lucrecia López Sanz (Nube 9) en guitarras acústicas, y el Vasco Urionaguena en batería. “Hubiera tenido problemas si hubiesen querido que la produzca yo, porque hubiera entrado en conflicto conmigo mismo”, se ríe Fogliatta. “Fue buenísimo que Gonzalo lo haga esta vez. Para mí, estar en la grabación fue como ‘testimonial’. El la refrescó y, aunque el Vasco usó una batería muy vintage, el todo quedó con un aire 2010”, cuenta la autorizada voz del único Gato con presencia en la reversión. “Lo de Ciro fue un verdadero lujo –sigue Urionaguena–. Fue sentarse y disfrutar el momento histórico de tener al tecladista original de ‘La balsa’ ahí, en privado, delante tuyo. Inolvidable.”
Las sesiones de grabación duraron dos días y contaron, además, con el aporte de Brian Ray, guitarrista y bajista de Paul McCartney, que mandó desde un estudio de Malibú, California, un solo de guitarra para reemplazar el solo de órgano de la melodía original. Según Urionaguena, fue Fogliatta el que propuso la idea de que el solo del legendario Farfisa fuera reemplazado por uno de guitarra. “Acá es donde entra la participación de Brian. Yo le conté sobre este proyecto mientras estuvo en Buenos Aires por los shows de McCartney y mostró agrado por que se rindiera tributo a los orígenes de nuestro rock. Me pidió escuchar el tema y varios días después me dijo que no podía dejar de tararear la canción... Inmediatamente aceptó mi invitación para tocar en el tema”, cuenta el baterista.
“La balsa” del siglo XXI mantiene su tempo y su melodía iniciales, pero registra cambios en su tonalidad, en la frescura del sonido y –atrevimiento vital– en la letra. “Un cambio sutil, porque le dimos un tono aún más convincente a la decisión de construir esa balsa: `Tengo que conseguir mucha madera, tengo que conseguir de donde sea’, en vez ‘de donde pueda’ –dice Aloras–. La verdad es que buscamos reinventar y actualizar de algún modo la frescura, la fuerza, la simpleza y la vitalidad que tiene la original, reemplazando la irrepetible energía y excitación juvenil de aquella versión del ’67 por otro tipo de fuerzas y consistencias sonoras.”
Entre ellas, claro, la poderosa voz de Mollo; el trabajo de guitarras acústicas dobladas y “enfrentadas”, a la Travelling Wilburys, de Blanco y López Sanz (“los dos tocando a la vez y probando combinaciones rítmicas”, grafican ambos), y una ambientación propicia para configurar el sonido vintage de la batería. “Se buscó un salón de estudio amplio que diera la posibilidad de captar mucho sonido ambiente para la batería que, al igual que el bajo, se grabó en dos tomas en vivo. Llegué al estudio con el tema ensayado para tocarlo muy similar a la versión original, pero Gonzalo junto al Bolsa González como drum doctor le buscaron un sonido mas ‘gordo’ a todo, y las directivas para mí fueron que se tornara todo más duro y minimalista”, desgrana Urionaguena.
Cuarenta y tres años después, entonces, “La balsa” resignificada por representantes de cuatro generaciones de músicos y el recuerdo de Fogliatta... Un recuerdo que pudo ser naufragio: “Creo que ‘La balsa’ es una canción que el destino puso en el momento justo, y juntó a dos tipos tan disímiles como Tanguito y Litto. Cabe decir que la canción estuvo medio dormida un tiempo hasta que, viviendo con Los Gatos en la pensión Santa Rosa, a dos cuadras del Congreso, sentimos que había que salir a tocar o la convivencia reventaba. Les dije, ‘o salimos a tocar o me voy a laburar con Sandro’. Entonces nos pusimos a armar un repertorio y lo primero que tiré fue este tema. El resto es historia...”
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