Dom 20.03.2011
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MUSICA › CANCIONES DE CUNA, UN CD Y UN PROYECTO MUY ESPECIALES

Un “dream team” para cumplir sueños de chicos y de grandes

Luis Alberto Spinetta, Ricardo Mollo, Fito Páez y Litto Nebbia, entre muchos otros, musicalizaron letras escritas por chicos de hogares, institutos de menores o en situación de calle, que concurren a los talleres de la Casa de la Cultura de la Calle.

› Por Karina Micheletto

Fito Páez.
Ricardo Mollo.
Pedro Aznar.

Canciones de cuna escritas por chicos que quizás no tuvieron esas canciones a la hora de buscar el sueño. Canciones de cuna musicalizadas por gente que viene del rock, del pop, de la “música de grandes”, y que nunca se había puesto a componer una nana. O sí, pero para sus hijos, en la búsqueda cotidiana del sueño, quizás hace muchos, muchos años. Ahora estas Canciones de cuna suenan para chicos y para grandes en un disco que brilla con luz propia por varios motivos. Está el de su contenido, claro: son nanas especiales, que van de la intimidad de una voz con un piano o una guitarra al rock and roll más contundente. Son letras a veces duras, escritas por los chicos de hogares, institutos de menores o en situación de calle, que concurren a los talleres de la Casa de la Cultura de la Calle (ver aparte). Para sostener estos talleres volverá el dinero recaudado con la venta del CD, y en esto también el proyecto tiene un sesgo especial.

Los nombres de quienes grabaron estas Canciones de cuna conforman un seleccionado que parece difícil de reunir en otro contexto: hicieron este disco Luis Alberto Spinetta, Ricardo Mollo, Fito Páez, Pedro Aznar, Germán Daffunchio, Fernando Cabrera, Hilda Lizarazu, Litto Nebbia, Kevin Johansen, Lisandro Aristimuño,

Damien Rice, Luka Bloom, Gonzalo Aloras, Miguel Cantilo, Hugo Fattoruso y Vítor Ramil. Todos ellos recibieron una letra escrita por los chicos en los talleres y se pusieron a trabajar con una consigna: se les propuso que compusieran e interpretaran una canción pensando en cómo les cantarían esa letra a sus hijos. “Algo simple, pequeño, una canción de cuna”, les dijeron. Reunidas esas pequeñas nanas, lograron armar un disco grande.

“¡Qué dream team que juntaste!”, cuenta Nicolás Pauls que le dijeron cuando quedó armada la maqueta del CD. A él le encargaron la producción de este disco que llevó un año y medio de trabajo. “Por supuesto que es un recontra dream team. Pero podría haber sido otro, con otra gente, y también hubiese sido un dream team. Porque lo que vale es la calidad humana de los que se fueron sumando: cuando les contamos sobre el proyecto, todos, absolutamente todos, dijeron que sí inmediatamente, sin reparos, sin peros”, dice Pauls. “Pusieron todo su entusiasmo y más de lo que les pedimos: Luis Alberto ofreció su estudio para que otros músicos fueran a grabar, por ejemplo. Yo no puedo terminar de agradecer ese tipo de gestos.” El actor y músico ya se entusiasma con una segunda parte de Canciones de cuna para la asociación civil que creó su hermano Gastón, con aquellos artistas que esta vez no pudieron estar por cuestiones de agenda. Pero antes vendrá la presentación de este disco, la realización de un videoclip que ya está en marcha y, sobre todo, encuentros como el que quedó pendiente entre Ricardo Mollo y Nayeli a-Z, la chica que escribió la letra de “No me llore tanto”, el tema que compuso Mollo.

“Gastón pensaba en cómo serían las noches de esos chicos que forman parte de los talleres de la Casa de la Cultura. Y en cómo habrían sido esas noches cuando eran más chicos. Pensaba que tal vez a algunos nunca les habrían cantado una canción de cuna. Así nació el taller donde se trabajaba sobre este tema con los chicos: se les proponía que escribieran lo que les hubiera gustado que les cantaran cuando eran más chicos, o lo que les iban a cantar a sus hijos en algún momento de la vida. De ahí salieron las letras”, cuenta Pauls. “Hicimos un listado de los músicos que queríamos que estuvieran en el disco y quedaron aquellos con los que logramos compatibilizar agendas. Les enviamos las letras para que eligieran la que querían trabajar y, a partir de ahí, la recepción y la entrega de todos fueron algo maravilloso. Lo que entregaron fue todo su amor, por eso quedó tan lindo.”

Nanas de la calle

“No me llore tanto que ya se va a dormir”, acuna despacito la letra que abre el disco, con Mollo y su guitarra. También Aznar canta como susurrando: “Duerme mi niñito, que se va a dormir”, y abre una bella nana de su piano. La letra la escribió Lucas Bustamante, de 9 años. Spinetta canta una nana que parece hecha para él, “Mañana despertar”, y ya desde el título y la poética el autor de la letra, Luciano Nieto, de 22 años, parece estar conectado con quien le pondría música a su canción. Páez canta “Mírame”; el uruguayo Fernando Cabrera le pone su marca a la letra de Claudio Mizraji Molina, de 18 años: “Tus berrinches me preocupan pero me dicen que estás creciendo”. “Si te duermes te doy un caramelo y te quiero mucho”, repite Vítor Ramil con acento portuñol, en un arrorró que trae el ritmo circular de las noches, la cadencia de la ronda que aparece para acunar al niño, como llegada desde el fondo de los tiempos. Es mágico: el olor de esos momentos vuelve como un chasquido en algunas de estas Canciones de cuna.

Hay también canciones hechas en inglés, que fueron encargadas a los irlandeses Damien Rice y Luka Bloom. Escritas por chicos que viven en la calle o en institutos de menores, en otras letras golpea la realidad de sus autores. “Quiero saber por qué me fui de tu vida, por qué me dejaste solito”, escribió por ejemplo Emanuel, de 16 años, en “Mamá querida”. Esa fue la letra que eligieron Germán Daffunchio, sus hijos y su sobrino para componer el tema que cierra el disco.

“Y... no creo que la nuestra pueda pasarse como una canción de cuna, para nada... ¡puede traer pesadillas!”, se ríe Daffunchio en diálogo con Página/12. “Mis hijos y yo recibimos varias letras, y obviamente... la que nos gustó fue la que estaba más sufrida. El desafío era poder transmitir esa letra.” El líder de Las Pelotas trabajó con sus hijos de 19 y 22 años, y en la grabación con su sobrino de 19, de quien cuenta con orgullo que está estudiando sonido en Londres. “Colaborar con un proyecto para ayudar a otros siempre es gratificante”, dice el músico. “Pero en este caso fue doblemente gratificante, porque me permitió trabajar con mis hijos y mi sobrino, y estoy muy contento con la resultante final. Mis hijos tocan desde chiquitos, tienen incorporada la música como parte de su vida. Tocamos juntos muchas veces, pero siempre caseramente. Así que éste era un desafío profesional, y se la bancaron muy bien. Es más, hicieron todo ellos, la música, la producción, la grabación, todo. Yo sólo canté y los incentivé. Así que lo más emocionante fue esto: compartir la música, la creación, con los chicos.”

“Ellos estaban preocupados porque sabíamos que el nuestro era un tema bien denso. Y bueno, nos habían pedido una canción de cuna... Pero cuando escuché el disco vi que quedó bien en ese cierre; todos los que participan pusieron lo mejor de cada uno, lo demás dependerá del que compre o escuche el disco”, sostiene Daffunchio. “Lo importante es que este proyecto haya podido salir adelante, que la gente de Casa de la Cultura pueda recaudar para seguir trabajando, en fin, que podamos haber servido para algo. Lo demás es anecdótico.”

Lisandro Aristimuño también eligió una letra fuerte para musicalizar. Dice que lo hizo, en principio, por la música que encontró en esta letra, pero también por lo que encontró como reflejo en la letra de Claudio, de 16 años. “Yo siempre estoy atento a la música de las palabras, de las frases, del formato, y apenas leí la letra de Claudio le encontré una música. Pero también me gustó la idea de que las canciones de cuna pueden no tener un final feliz, y en el final, esta letra habla de un abandono”, dice. “Me pareció real, y así como muchos chicos de la calle se tendrán que dormir solos, porque sus padres tienen que ir a trabajar, a mí me ha pasado que mis viejos se iban a laburar, al teatro, y no me dormían con una canción de cuna. Esa poesía me gustó, no era algo imaginado, él la hizo real, y pensé que tenía que ser alguien fuerte y valiente el que la hizo.”

Aristimuño no conocía a Claudio cuando musicalizó su letra, pero lo encontró en una escucha del disco. “Nos abrazamos, con la emoción de haber hecho juntos una canción. Fue lindo abrazar a alguien que no conocés, pero con quien creaste algo que va a quedar. Esa experiencia que para mí va a quedar para siempre.”

Nanas para saltar la soga

Fattoruso propone al piano la “Cita con Dios” que escribió Karina Martínez, de 16 años. Desde Montevideo cuenta a Página/12 que fue la “cadencia rítmica” que encontró en esa letra la que lo atrajo para elegirla. “Nicolás (Pauls) me mandó varias letras, fui leyendo una, otra, y mis ojos se pararon en ésta por la cadencia rítmica que tenía, me pareció que me iba a sentir más cómodo al ponerle música. Por supuesto que son letras de niños, no anduve buscando cadencias con una lupa. Pero cuando mis ojos encontraron esa rima dije sí, ésta es para mí.”

“Es un proyecto loable, pensado para ayudar a un sector que está en problemas. ¿Cómo iba a decir que no a una invitación de este tipo? Acá yo no tengo que considerar nada, me invitan y voy, y así como me invitan a tocar en otros discos que son vendidos por gente que tiene casa con piscina y chofer, ésta es una pequeña colaboración que ni loco rechazaba”, reflexiona Fattoruso. “Tengo cuatro hijos y como se imaginará he cantado varias canciones de cuna en mi vida. Una canción de cuna tiene una sola manera de ser cantada, y es la del amor: es el amor más alto, hacia padres e hijos, lo que queda en el medio es lo que es uno. Así que cualquier manifestación de este tipo va acompañada de la mayor dosis de amor que tiene uno disponible.” El pianista cuenta también que no pensó en sus propios hijos cuando compuso esta canción, sino en los chicos que escribieron las letras. Los que podían estar en la calle mientras él hacía su música.

Fue un verso muy cortito el que disparó la nana que canta Kevin Johansen: “Duerme para que al otro día saltes la soga. También para que juegues tranquilo”. Esto lo escribió Selena, de 9 años, y vuelto canción es una canción de cuna circular, o mejor, saltada en la soga, despacito, en una tarde larga de recreo. “Cuando Nico Pauls me contó la propuesta me pareció muy buena la idea de que los niños escribieran las letras, y como a mí me resulta un poco complicado componer sobre letras de otros, por falta de costumbre (yo compongo de otro modo, por lo general todo junto), fue lindo también el ejercicio”, cuenta el cantautor. “Tenía una música que me pareció que tenía algo de canción de cuna, la desarrollé y elegí una pieza corta, apenas unas frases. Me parecía interesante conjugar una letra bien cortita y una música un tanto compleja y enredada en ese contrapunto, jugando con la métrica.”

Johansen dice que ya tiene práctica en esto de escribir canciones dedicadas a niños, y sus hijos de 13, 7, y 3 años han sido destinatarios de sus temas: “El círculo”, por ejemplo, inspirada en el despertar de su hija mayor, o “La hamaca”, que pensó para la de 7, o “My name is peligro”, aún inédita, que hace imaginar lo que se viene con el de 3.

Litto Nebbia aborda “El que crece”, un bello texto en el que Gastón Martínez, de 15 años, le habla a un niño más pequeño con una poesía que emociona por su contundencia. El músico explica su trabajo en este disco: “Elegí una de las letras que los chicos habían enviado y al toque la musicalicé. Cuando mi hija Miranda era niña, ya tuve esta experiencia, musicalizando letritas de sus compañeras de tercer grado. Un proyecto que promoví alentándolos a escribir una canción.”

Nanas para pedir tiempo

“Necesitamos tiempo, por lo menos un año y medio”, cuenta Nicolás Pauls que pidió cuando le encargaron esta producción, y ése fue el tiempo que se tomaron. Cuenta también que sigue sorprendido por el agradecimiento posterior de los músicos que se sumaron. Destaca que cuando terminaron de masterizar el disco, organizaron una escucha en el estudio Circo Beat, con los autores de las letras y algunos de los artistas que participaron. “Fue un momento que no puedo explicar, emocionante por todos lados. Los chicos hasta ese momento no sabían cuál de sus textos había quedado musicalizado, y quién lo había hecho. Ricardo Mollo quedó muy triste porque ese día no pudo ir, y Nayeli, la chica que hizo la letra que él tomó, es absolutamente fanática de Ricardo, quedó un encuentro pendiente.”

Así que el proyecto seguirá necesitando tiempo, en lo que le resta por crecer. En encuentros como ése, en una futura presentación, en una reedición, si las ventas siguen bien a través de la cadena de supermercados con la que se acordó su distribución (ver aparte). Muchas de las letras que escribieron los chicos para este disco hablan del tiempo necesario para crecer. Como la de Gastón Martínez, que se refiere a “El que crece”: “A veces cuando te equivocas aprendes, y a veces tus heridas te hacen más fuerte. A veces no hace falta ser tan valiente y a veces el cobarde es el que aprende... Mereces un aplauso por ser paciente y mereces más tiempo para hacerte hombre... Porque eres un niño, mi niño, un niño nada más. Y eso es lo que debes ser. Y eso es lo que debes ser”.

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