MUSICA › ARGENTOS INTERPRETARá OBRAS DE GINASTERA EN EL CICLO RARAS PARTITURAS
El quinteto liderado por Richard Nant abordó el desafío de pasar a su sonido jazzero la música académica del compositor argentino.
› Por Santiago Giordano
A pesar del sueño romántico de la obra definitiva o de las exploraciones vanguardistas sobre el control absoluto de los parámetros de la composición, la posibilidad de la transcripción no deja de ser parte de la naturaleza de la música. El acto de rearticular en un territorio el material ya expuesto en otro tiene una tradición tan larga como la idea de música misma y los vaivenes de su legitimidad a lo largo de la historia tuvieron que ver acaso con cuestiones éticas, más que estéticas; con los usos y costumbres de las épocas y los ámbitos. Monteverdi no se planteó el problema, Bach lo hizo consigo mismo, Ferruccio Busoni lo hizo con Bach, Liszt con Beethoven, entre muchísimos otros; y antes de que las canciones circularan en los discos para ser “orejeadas”, aprendidas y reproducidas, miles de arias de óperas ganaron popularidad, transitando por los salones en prácticas reducciones para piano.
Reescribir lo escrito, de eso se trata Raras Partituras, el ciclo de la Biblioteca Nacional que desde 2006 invita a compositores, instrumentistas y arregladores a realizar lecturas e interpretaciones en base a partituras de autores de la colección de música argentina de la Audioteca Cuchi Leguizamón. Hoy y mañana a las 17, en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502) el ciclo propondrá un cruce cautivante: Alberto Ginastera por Argentos, música académica tocada desde el jazz. La obra de una de las figuras más prestigiosas de la música académica argentina pasará por el tamiz de uno de los grupos más representativos de una idea de jazz con sonido argentino. Del registro de estas dos presentaciones surgirá además el séptimo disco de la serie Raras Partituras.
“Nos metimos con un grande y eso puede despertar prejuicios, pero abordamos el desafío porque sentimos mucha afinidad entre su música y nosotros”, explica Richard Nant, trompetista, percusionista, fundador e ideólogo de Argentos, y autor de la mayoría de los arreglos para este concierto. Y agrega: “La palabra desafío se ajusta perfectamente al gesto y a la música de Ginastera, que es muy exigente en todo sentido. Pero no nos absorbió el desafío. Ginastera suena en Argentos porque logramos una buena conjunción: está su música, su espíritu y nuestro sonido”. “Hace muchos años, en Estados Unidos, con Guillermo Klein tocábamos la ‘Danza del viejo boyero’ –continua Nant–. Desde entonces me quedó la idea de que esas obras podían vivir más allá del piano y empecé a experimentar con las otras dos partes de esa serie –“Danza de la moza donosa” y “Danza del gaucho matrero”–, tratando de que suenen para la banda, dándole un tratamiento instrumental distinto del original.” La invitación para hacer este programa en el ciclo Raras Partituras fue el empujón necesario para dar una forma definitiva a las reflexiones posibles de Nant y Argentos sobre la música de Ginastera.
Daniel “Pipi” Piazzolla (batería), Martín Pantyrer (clarinetes), Gustavo Musso (saxos), Alan Plachta (guitarras) y Matías Méndez (bajo) completan un sexteto de jazz en cuya historia el elemento musical argentino es un retumbo permanente. “Ese sonido no pasa por una decisión, es lo que le sale de manera natural a cada integrante del grupo –explica Nant–. En mi caso, me formé tocando en la banda de Camilo Aldao, típica banda de pueblo. Ahí tocábamos temas del cancionero popular argentino. Después me fui a Estados Unidos con la expectativa de aprender jazz; y el jazz me enseñó a expresar lo que estaba dentro. Entonces salieron los ritmos autóctonos, lo que uno siente como propio, que aun bajo la lupa del jazz, están. Argentos siempre transitó ese camino; una sonoridad que no sabría cómo definir, pero no es un problema: los rótulos se hicieron para vender música, no para componerla.”
–¿Cómo seleccionó las obras de Ginastera para este concierto?
–Al entrar de lleno a la música de Ginastera encontré que su obra se divide en tres períodos: el nacionalista, el objetivista y el vanguardista. Encontré más empatía en las partituras que pertenecen al primer período. Lo más moderno que tocaremos será la Sonata para piano nº 1, que es de 1952, en un arreglo de Guillermo Klein, que además nos acompañará desde el piano. Fuera de eso, la mayoría de las cosas son de su primera etapa creativa, la nacionalista, porque siento que es el Ginastera con el que mejor puede dialogar Argentos. La fuerza rítmica, eso que nosotros llamamos lo “groovero”, está muy cerca de nosotros, como los contrastes creados con esos momentos de introspección y lirismo, que son maravillosos.
Tres de los Doce preludios americanos Op. 12, las Tres piezas Op. 6, las Danzas argentinas Op. 2, son otras de la obras que formarán parte del programa. “La gran mayoría de las partituras que elegí son originales para piano, porque me pareció muy interesante traducir ese sonido a las posibilidades sonoras de Argentos”, agrega Nant.
–¿Cómo planteó el trabajo de la transcripción?
–El proceso tuvo varias etapas. Al principio nos costó entrar en el universo de Ginastera, más allá de las cuestiones técnicas. El trabajo y los ensayos fueron dando sus frutos de a poco y hoy sentimos que esa música es parte de nosotros. Queremos más, seguiremos tocando esa música porque nos ha marcado.
–¿Qué papel juega la improvisación en estas transcripciones?
–Nunca pensé que una versión jazzística de Ginastera debía ser en base a la improvisación. De hecho, hay varias danzas en las que el trabajo se enfocó en la orquestación, es decir desde el aspecto tímbrico. La música de Ginastera tiene mucho de continuo devenir y la improvisación, en cierto modo, significa detenerse en un lugar, en una determinada secuencia. Cuando captamos ese espacio en el que es oportuno detenerse, fuimos hacia el lado de la improvisación. Pero no es determinante en una idea final que pasa más por sentir la libertad de interpretar lo que hizo el compositor, cuál es el espíritu del tema. Si después se cambian o no cuestiones, o si hay o no improvisación, tiene que ver con eso: representar el espíritu de cada obra. No me cuestioné si podía o no cambiar algo, sino de qué manera debía mantener el espíritu de cada obra. Ese fue el mayor cuidado.
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