Dom 08.05.2011
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MUSICA › LOS MUSIQUEROS CELEBRAN 25 AñOS JUNTO A LOS CHICOS

“Queremos ser los músicos que están con la gente”

El trío conformado por Teresa Usandivaras, Julio Calvo y Pablo Spiller propone una diversidad de ritmos en canciones tradicionales y propias, además de instrumentos como el chancletófono. La presentación de su flamante disco Ronda será en el Teatro 25 de Mayo.

› Por Karina Micheletto

Veinticinco años es mucho en la vida de cualquier artista o de cualquier grupo que se dedique a la música. Si ese grupo se dedica en particular a la música para chicos, el cuarto de siglo cobra todavía más importancia. Es que se sabe que no es el género más fácil de encarar, ni de continuar, ni en éste ni en ningún otro país. Pero aquí están Los Musiqueros, celebrando el aniversario redondo con la misma energía y con nuevas canciones, que ahora muestran en el disco Ronda. La presentación oficial de este nuevo trabajo –y, de paso, el festejo del aniversario– será hoy a las 11, dentro del tradicional ciclo gratuito que lleva adelante el Momusi –movimiento del cual Los Musiqueros son fundadores– en el Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444).

Los Musiqueros son, hoy por hoy, la antropóloga, compositora y educadora Teresa Usandivaras, el compositor y “constructor de instrumentos” Julio Calvo –ambos están desde los inicios del grupo– y el “más nuevito” Pablo Spiller. Al menos dos características distinguen la propuesta de este trío: la más notoria en el repertorio, la incorporación de ritmos del folklore de diversas partes del mundo, que junto a los temas propios conforman un abanico musical distintivo para los chicos. Y lo que más se hace notar en los shows en vivo, el uso de una cantidad de instrumentos propios inclasificables como los globinetes, el chancletófono o el roperbass, que además de aportar sus sonidos dan un color especial a la puesta.

Con tanto tiempo transcurrido, ya hay al menos una generación de padres y de tíos que pasó de “ser llevado” a escuchar a Los Musiqueros, a llevar a sus hijos o sobrinos. Y ya hay, para Los Musiqueros, cambios perceptibles –que pueden describir– dentro de la escena local de música pensada especialmente para los chicos. “Cuando empezamos había muy pocos grupos de música para chicos, estaban las canciones de María Elena Walsh, el Pro Música de Rosario, Pipo Pescador, María Teresa Corral, Walter Yonsky y no mucho más, eran contados”, señala Usandivaras.

–¿Y a qué cree que se debía esa falta de interés?

–No estaba instalada esa idea de que había que pensar cosas especialmente para los chicos. De hecho, no había música para chicos de menos de cinco años. Para mí esto tenía un aspecto positivo, y es que lo que escuchaban hasta esa edad eran los cantos de las madres y las abuelas, no eran canciones hechas para ellos, pero sí un cancionero folklórico, criollo y de inmigrantes, riquísimo. Siempre me interesó recuperar eso para la infancia, tomar muchas de esas canciones que nos acompañaron a los más grandes en la infancia. Con el tiempo se fue especializando la educación preescolar y apareció todo un universo especialmente pensado para esta edad, en lo que respecta a la música: canciones cortas, que pudieran reproducir, que tuvieran que ver con las cosas que les pasaban a los chicos. Para mí son válidas las dos cosas, el repertorio familiar y el pensado especialmente para los chicos. De hecho, la creación de Los Musiqueros tiene que ver con mis diez años de trabajo en La Escuelita, una escuela de educación por el arte que ahora está en Colegiales.

–¿Cómo fue eso?

–Tenía a mi cargo el área de música. Pese a que era bastante chica, recién recibida en el Collegium Musicum, empecé a experimentar, me dieron esa oportunidad. Quería mostrar la diversidad de voces de chicos, esa rica paleta de colores que pueden dar. Los chicos cantan y lo hacen muy bien, escuchémoslos: era la idea. Llegó un momento en que los padres también querían cantar con los chicos en la casa, así que grabé un cassette casero, para que se llevaran. Ese cassette empezó a circular y después se transformó en Jugamos a cantar, que grabé como solista. En un momento me invitaron a cantar en un teatro, pero no estaba preparada, no tenía un grupo, así que convoqué a Julio Calvo, que era maestro de talleres en la escuela, y así surgieron Los Musiqueros.

–¿Qué otra diferencia nota desde que empezaron a hacer música para chicos hasta ahora?

–En estos años se jerarquizó nuestro oficio, porque todos los grupos hacemos la mejor música que podemos. Que el interlocutor sea un niño no quiere decir que la música pueda estar mal tocada, simplificada. Lo que hay que darles es calidad: ésa es una idea que pienso que ya logramos instalar. También noto que la edad de los chicos bajó: cuando empezamos, los de 11 o 12 años podían ser buenos escuchas de nuestros discos, ahora ya están para otras músicas. Y paralelamente empiezan a escucharnos desde más chiquitos.

–¿Cómo sintetizaría la propuesta de Los Musiqueros?

–Proponemos una diversidad de músicas, de ritmos, que incluye canciones tradicionales y otras hechas por nosotros. Y también nos interesa la diversidad de instrumentos, ahí la pieza clave es Julio. La conexión con el público es muy importante: la participación de los chicos y de los adultos forma parte del hecho musical que proponemos. Nosotros podemos estar arriba del escenario, pero para compartir, para cantar y disfrutar todos juntos.

En este punto es cuando se suma a la charla Julio Calvo, el luthier que se da maña para crear un bajo a partir de un ropero, o un clarinete con tubos de PVC y globos de cumpleaños, o un banjo a partir de una lata de dulce de batata y la pata de una silla. Calvo dice que tiene el registro exacto del momento en que creó el primer instrumento: fue cuando su hija, que hoy tiene 25 años, estaba en la panza de su mamá. “Era un unicordio, hecho con una caja de habanos y unos travesaños que iba a usar para hacerle la cuna. Después le agregué otra cuerda y se transformó en bicordio. Lástima, porque me gustaba el nombre...”, se ríe. “Desde ese momento empecé a jugar e investigar con cuanto elemento sonoro pudiera fabricar. Lo hacía por placer, pero terminó convirtiéndose en un sello del grupo.”

Calvo es también responsable de un segmento en el programa Toco con todos, que a partir de julio emitirá el canal infantil Pakapaka, sobre historias de chicos que estudian música. Su segmento, por supuesto, es el de armado de instrumentos. El luthier de Los Musiqueros explica que estos instrumentos tienen que ver con la idea que intenta transmitir el grupo: “Elegimos llamarnos Musiqueros porque eso es lo que queremos ser, los músicos que están con la gente. Queremos cantar y tocar con los pibes y con la gente, y mostrarles, por ejemplo, que con una pava se puede hacer música, es también una manera de decir: ‘Ey, todos podemos cantar, todos podemos tocar un instrumento. La música no es sólo una cuestión de los músicos. La música está cerca, más a mano de lo que vos creés, basta con que vos tengas ganas de acercarte’”.

–¿Cómo es eso de hacer música con una pava?

–Nuestros instrumentos son de dos tipos. Están los que surgen a partir de la transformación de elementos de uso cotidiano: el chancletófono, por ejemplo, que son tubos de PVC afinados y golpeados con chancletas. Pero también hay formas de sacarles sonidos a esos elementos sin tener que transformarlos. A la pava la lleno con un poquito de agua, la soplo por el pico y la voy moviendo para sacar distintos tonos, sería una suerte de sikus. En este último disco también hacemos la “Jota de panderas” como se hacía tradicionalmente en Castilla y Aragón, golpeando las manos sobre una mesa. Con una mesa también se puede hacer música. Y en un tema anterior, “Andá a lavar los platos”, hice todo un tema instrumental, literalmente, con todas las cosas que se fueron acumulando un día que me daba fiaca lavar los platos.

“Con la fiaca también se puede hacer música”, podría ser uno de los mensajes que acerca el grupo. Pablo Spiller, el tercer integrante de Los Musiqueros, no acuerda del todo con esta premisa, porque, por lo que cuenta, el trabajo de training que exige coordinar los sonidos de una mesa, o hacer arreglos para cucharas, coladores y globinetes, es arduo. “Integro también el Quinteto de Teresa (con el que interpretan ritmos latinoamericanos y del mundo “para grandes”), y éste es un trabajo distinto –dice el guitarrista–. En una formación común, cada uno es especialista en su instrumento, y la preocupación se limita a ensamblar y tocar lo mejor posible, a lo sumo arreglar. Acá también hay que entrenar disciplinas que uno no maneja tanto, es todo un desafío como músico. Y también es una conexión muy distinta con el público, el contacto con los pibes es muy especial”, resalta. Spiller lleva tres años de trabajo en Los Musiqueros y ya exhibe un orgullo: que su sobrino Manolo se haya pasado todas las vacaciones cantando los temas que hace el tío. Nada menos.

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