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Sábado, 25 de junio de 2011

MUSICA › LOS COMPOSITORES QUE SE DISCUTíAN EN LA REVISTA SUR SONARáN HOY EN LA VILLA OCAMPO

Música que evidencia la heterogeneidad

Como parte del ciclo 7 Noches, Haydée Schvartz, Elías Gureivich y Graciela Oddone interpretarán obras de Stravinsky, Schoenberg y Castro. Además, se presentará el ensayo La música en el grupo Sur. Una modernidad inconclusa, de Pablo Gianera.

 Por Santiago Giordano

Igor Stravinsky, Arnold Schoenberg y Juan José Castro en Villa Ocampo. Compositores que tantas veces sonaron en la casa que albergó los cruces y las múltiples discusiones de la cultura de una época. Músicas que, entre muchas otras, conmovieron al piano que todavía hoy está en la sala de música. Nombres que en nombre de sus ideas fueron incluidos en el complejo entramado de innumerables y acaso irrecuperables conversaciones, cuyo retumbo solía llegar hasta las páginas de la revista Sur. Hoy a las 20.30, en el marco de 7 Noches, el ciclo de música, danza y teatro programado por Diana Theocharidis, regresarán a Villa Ocampo esos sonidos y sus relatos. Haydée Schvartz (piano), Graciela Oddone (voz) y Elías Gureivich (violín) interpretarán un programa que incluirá obras de Stravinsky, Schoenberg y Castro. La “Fantasía para violín y piano Op. 47” y las “Canciones de cabaret” del de la Segunda Escuela de Viena; la “Suite italiana” y “The Owl and The Pussycat”, del cosmopolita ruso; “Intrata y danza rústica”, del compositor y director argentino: ésas serán las muestras de aquel sonido, los reflejos de las estéticas posibles sobre las que se plantearon los gustos y las discusiones musicales de la primera mitad del siglo XX.

La idea del concierto se complementará con la presentación de La música en el grupo Sur. Una modernidad inconclusa, un ensayo de Pablo Gianera recientemente publicado por Eterna Cadencia. Se trata de un trabajo en el que el crítico musical interpreta y contextualiza la presencia de la música y sus rastros en los contenidos de la revista de Victoria Ocampo. Contenidos entre los que recurrentemente de distintas maneras “sonaban” los creadores reunidos en el programa del concierto. “Todos los compositores incluidos en el programa tuvieron, en mayor o menor medida, alguna relación con Sur o con Victoria Ocampo –comenta Gianera a Página/12–. Castro, Stravinsky y Schoenberg estuvieron cercanos a la revista o fueron discutidos en algunos de sus números. Pero creo que lo más interesante del programa de este concierto son justamente las diferencias entre cada uno de ellos. Quien preste atención, va a descubrir allí una evidencia de la heterogeneidad de poéticas que cabían en un mismo grupo.”

–¿En qué medida el tema de la música estuvo presente en Sur?

–Diría que tuvo una presencia mayor de la que se cree, pero menor de lo deseable y de lo que podría haberse esperado si se toma en cuenta el interés que Victoria Ocampo tenía por la música. Hubo una presencia, sí, diría incluso una insistencia, pero lábil y sin una dirección estética definida.

–¿Quiénes escribieron de música en Sur?

–Victoria Ocampo fue muy ecuménica. En principio escribían sus amigos músicos, con los que ella compartía afinidades. Sobre todo Ernest Ansermet y, desde luego, Stravinsky. Pero enseguida el círculo fue ampliándose e incluyó a los dos polos de la música argentina de la época, Alberto Ginastera y Juan Carlos Paz. Luego estaban los críticos Leopoldo Hurtado y Jorge D’Urbano y el extrañísimo Daniel Devoto, también compositor. Es notable que la propia Ocampo no escribiera sobre música en la revista y reservara esa escritura, más confesional que crítica, a sus volúmenes de Testimonios y a las páginas de su Autobiografía.

Respecto de cierta tradición que en general descubre a los intelectuales argentinos en ejercicio de una sordera distante acerca de argumentos musicales, Sur podría haber representado un cambio de tendencia. Sin embargo, Gianera advierte que Sur fue, hasta la aparición de Punto de vista, una de las pocas revistas de cultura, si no la única, que incorporó la música como objeto. “Esto muestra una voluntad inclusiva –asegura–. Pero, por otro lado, ese objeto, la música, quedaba en manos de los especialistas, ya fueran compositores o críticos. El efecto de esta especialización fue que las discusiones sobre música quedaban excluidas de otros debates estéticos mayores en los que, en realidad, estaba también implicada. Aun así, si se leen entre líneas los artículos publicados en Sur se advierte que aparecen los mismos problemas que se discutían en el caso de la literatura, sobre todo el problema de lo nacional.”

–El subtítulo de su ensayo se refiere a una “modernidad inconclusa”. ¿Qué quiere decir?

–Creo que Sur tomó partido inicialmente por una de las líneas de la llamada “nueva música”: Stravinsky. La otra línea, la de Schoenberg y la Segunda Escuela de Viena, quedó postergada, salvo las intervenciones de Paz. Con Héctor Murena, las cosas cambiaron; en principio, por la colección de Estudios Alemanes, donde se publica por primera vez en español el pensamiento de la Escuela de Frankfurt, empezando por Filosofía de la nueva música, de Theodor Adorno. Pero, además, los propios libros de Murena revelan una lectura muy lúcida de Adorno y de Walter Benjamin. Los ensayos y poemas de Murena representan la utopía de una modernidad “conclusa” en Sur.

–¿Sur programó dar cuenta del amplio arco de la modernidad musical?

–Es difícil juzgar ahora el alcance de las intenciones. Lo que podemos constatar es que, ya fuera premeditadamente o no, ese “relato musical” de Sur reflejó, por lo menos hasta los años ’50, una parte de los debates de la época. En cuanto a oposiciones de la época como Schoenberg–Stravinsky o Ginastera–Paz, sus diferencias nunca se ventilaron explícitamente, pero si se las busca, por simple contraste entre los artículos, se las encuentra. En ese sentido, como se dice en el libro, Sur fue una caja de resonancia de problemas que la excedían.

–¿De qué manera Sur marcó, si es que marcó, a la crítica musical en Argentina?

–La tradición de la crítica musical argentina es desarticulada, débil, y no creo que la precedencia de Sur modifique del todo ese panorama. O en todo caso somos nosotros quienes, ahora, podríamos intentar una genealogía que incluyera a Sur. Además, los críticos de Sur eran críticos también en otras publicaciones, como en el caso de D’Urbano. Aunque sería algo extremadamente trabajoso y quizá no siempre grato, habría que buscar algún día las grandes líneas de la crítica musical argentina.

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Gianera interpreta y contextualiza la presencia de la música y sus rastros en la revista Sur.
 
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