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Jueves, 20 de octubre de 2011

MUSICA › EL DúO CHAQUEñO TONOLEC REGISTRó SU PRIMER DVD Y LO PRESENTA EN EL CAFF

Nuevos aires para un lenguaje ancestral

En esta nueva etapa, la dupla cambia los sintetizadores por instrumentos acústicos. Lo más significativo de Tonolec sigue siendo el trabajo de preservación y registro de la lengua qom. “Como artistas teníamos la deuda pendiente de asumir los orígenes de nuestra música”, dicen.

En la cultura qom, Tonolec es un ave sagrada del monte chaqueño que con su canto hipnotiza a sus presas. Arriba del escenario, Charo Bogarín parece hacerle honor al nombre del dúo: mueve sus brazos como si quisiera echarse a volar y logra que el público quede cautivado con sus movimientos, sus gestos y su enérgica voz. No menos atractiva es la versatilidad musical y delicadeza interpretativa de Diego Pérez, talentoso pianista y guitarrista. Ese es apenas uno de los aspectos más destacables de Tonolec acústico, el primer DVD del dúo chaqueño que presentan todos los jueves de octubre y noviembre a las 21.30 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764). En esta nueva etapa, la dupla cambia los teclados y sintetizadores por instrumentos acústicos. Pero la exploración por el lenguaje de la tierra sigue intacta. “Para nosotros la música es llevar un mensaje y de alguna manera transgredir los formatos. Nos movemos de diferentes maneras pero siempre con la misma impronta. Porque si bien estamos haciendo un acústico, el elemento moderno o contemporáneo está presente. Hacemos versiones acústicas pero seguimos sonando a Tonolec”, entiende Pérez.

Lo más significativo de Tonolec es, quizás, el trabajo de preservación y registro de la lengua qom: casi la totalidad de sus temas están cantados en ese idioma. Antes de grabar el primer disco homónimo en 2005, la dupla hizo un trabajo respetuoso para conocer la profundidad de los cantos, los bailes y las sonoridades de la comunidad, sin desatender el papel que ocupan esas prácticas en su cosmovisión. Para ello, participaron de las rondas de canto y de baile del coro de mujeres y hombres tobas chelaalapí. “Al principio teníamos un poco de miedo porque son canciones religiosas. Ellos le dan un sentido muy espiritual a su música. Porque con ella curan, sanan y se comunican con sus espíritus”, cuenta Charo cuando se le pregunta cómo fueron recibidos por la comunidad. “Cuando tomamos temas de ellos, nos consideramos adaptadores y versionadores –sigue–. Pero teníamos miedo por el valor que tiene para ellos su música: no es música de sala ni para animar fiestas. Es ceremonial, un verdadero ritual.”

En el disco debut, rescataron dos cantos originarios: “Noyetapec” y “Canción de cuna”. Y ya en el segundo, Plegaria del árbol negro (2008), se largaron a componer sus propios temas y a escribir en lengua originaria. En el proceso de adaptación y composición, Diego se encarga de los arreglos musicales y Charo de las líneas vocales y quizá de agregar alguna letra en lengua qom a lo que ya está escrito ancestralmente. “Al principio, nos invitaron a sus rondas de canto y de bailes y de ahí en más ésa fue la mecánica de interacción con ellos –recuerda la vocalista–. Hace muy poco recuperaron el baile porque la Iglesia Evangélica se los había prohibido porque creía que las mujeres seducían con sus bailes y eso no era verdad. Después, eso se fue modificando y habitualmente las mujeres ya bailan sus antiguos pasos.” Cuatro años les tomó incorporar el lenguaje musical del pueblo qom, pero la respuesta de las comunidades fue positiva. “El estilo de mi canto no es una invención mía, viene y está inspirado en las voces de las mujeres tobas. Porque lo cierto es que yo no canto como una coplera, como una rockera ni como una cantante salida de conservatorio”, desliza Charo.

–¿Cómo lograron la armonía entre la música electrónica y los sonidos folklóricos originarios?

Bogarín: –A través del tiempo. Creo que lograr que dos elementos que hasta hace diez años estaban tan separados entre sí armonicen de esta manera en nuestra música se da gracias a una lectura pausada y reposada que nosotros tuvimos sobre la música antigua, el lenguaje nativo. Y sobre todo la lectura sobre cómo utilizar la parte tecnológica, la parte de música electrónica interviniendo con estos sonidos, con esta música, con este lenguaje ancestral. Como artistas teníamos la deuda pendiente de asumir los orígenes de nuestra música, la raíz, la parte nativa, y a su vez aceptar también que somos parte de esta generación que trabaja con tecnología, con la composición a través de la computadora. Fue a través de una integración respetuosa y sin apuros.

Pérez: –Cuando nos acercamos a las comunidades y escuchamos su música nos sentimos identificados como chaqueños y formoseños. Y por otro lado fue entender de entrada el significado que tiene la música para ellos, que va más allá de las herramientas que se utilicen para hacerla: hay un mensaje que tiene que ver con la comunión con la naturaleza y con las diferentes comunidades. Eso lo entendimos y aprendimos desde el primer contacto que tuvimos con ellos. Y ahí fue que tomamos la decisión de pasar por un largo proceso en el cual nos fuimos embebiendo de su música, su cultura. Por ejemplo, cómo cantan las mujeres. Las características instrumentales y las texturas que tienen que ver con el paisaje, para luego integrarlo y que la electrónica esté a disposición de esta idea y no que determine cómo tienen que ser las cosas, que es algo que pasa mucho en esta época: que la herramienta te determina cómo tenés que componer. Por otro lado, nosotros no hacemos música toba, la música toba no la hace nadie mejor que ellos, nosotros hacemos una música que está influenciada por diferentes músicas aborígenes pero integrada y adaptada a lo que nosotros somos y sentimos.

El árbol genealógico de Charo revela que está atravesada por los dos genocidios más cruentos que se cometieron en el país y en la región: el de los pueblos originarios y el de la última dictadura cívico militar. Es tataranieta del cacique guaraní Guayraré y su padre, un militante peronista de las ligas agrarias de Formosa, es uno de los 30 mil de-saparecidos. “Como cualquier acontecimiento histórico en nuestro camino recorrido y más para un artista, esos hechos son muy fuertes, son marcas de fuego de por vida –confiesa Charo–. Todo eso se trasluce en las letras, en la manera de cantar, que no es una manera suave. Y no son letras individuales sino que tienen un contenido social. Esa manera de enunciar la voz que tiene el canto de las mujeres tobas es algo ancestral, antiguo de nuestro suelo, y está signado por esos hechos de terror, de genocidios. En mi caso, están en mi ADN por ser mujer guaraní. Las mujeres guaraníes reconstruyeron su pueblo cuando mataron a todos sus hombres. Están llenas de fortaleza.” Atemorizada por lo sucedido a su marido, su madre se refugió en Resistencia, Chaco, y allí crió a sus dos hijas.

–En “La cazadora” usted habla de la fortaleza de las mujeres y se la dedica a tu madre.

Bogarín: –En mi familia, yo estuve signada por un matriarcado por cuestiones de la vida, por la ausencia del rol paterno: la ausencia de mi padre porque lo desaparecieron y la ausencia del padre de mi hija porque falleció cuando ella era muy chiquita. Repetí la historia de mi madre de quedarme sola con mi hija. Y creo que soy un ejemplo más de los miles de mujeres que hay que se hacen cargo de esta manera de su vida. A pesar de que sigamos siendo sociedades machistas, hay un rol muy fuerte y preponderante de la mujer. Porque la mujer se encuentra sola haciéndose cargo de muchas cosas por una cuestión u otra. Es un síntoma muy marcado de nuestra sociedad que la mujer se tenga que hacer cargo de los hijos, del trabajo y, en vez de lograr una igualdad, lo que hicimos fue agregarnos más responsabilidades.

La semana pasada se cumplieron 519 años de Conquista de América, un hecho que marcó el futuro del continente y que cambió una forma de ver el mundo. La resistencia indígena y la lucha por la recuperación de los territorios –a los que pertenecen– son banderas que siguen en alto. Pese a que en los países latinoamericanos se sigue sosteniendo un modelo extractivo que va en detrimento de las forma de vida de las comunidades, la dupla tiene una mirada positiva sobre el presente. “Estamos bien pero podemos estar mejor –reconoce Charo–. El cambio desde que nosotros empezamos es inmenso. Es un paso agigantado. Jamás se le dio el lugar que se la da a los pueblos originarios. Eso no significa que ellos tengan todo lo que tienen que tener o que desconozcamos lo que pasó en Formosa (el asesinato del qom Roberto López). Cada sociedad también se tiene que responsabilizar por lo que pasa en cada lugar y por los representantes que elige. Pero dentro de las políticas de Gobierno es la primera vez que veo que se envían proyectos en los cuales en una ley de comunicación el 33 por ciento es considerado para dar espacio a la voz de los pueblos originarios. Hay un reconocimiento. Por ejemplo, en la Legislatura chaqueña hay dos diputados que son aborígenes. Se está empezando.”

Informe: Sergio Sánchez.

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Tonolec actúa todos los jueves de octubre y noviembre a las 21.30.
Imagen: Pablo Piovano
 
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