MUSICA › PABLO MAINETTI PRESENTA PARTES DE LA SUMA EN EL 25 DE MAYO
El bandoneonista agrupó en su quinto disco las obras de cámara que le encargaron en un lapso de cuatro años, que incluyen al dos por cuatro entre sus materiales. Porque, dice, el fuelle “suena a tango incluso cuando no se toca tango”.
› Por Diego Fischerman
El habla de un gesto. De lo tanguero más como un matiz, como una manera de hacer silencios, de detenerse en el ritmo, de frasear, que como una música. Pertenece a una generación nueva en el género. O, mejor, a la de los decanos de la camada más reciente. Pablo Mainetti fue, muy joven, el bandoneonista de una versión ejemplar del Concierto para bandoneón de Astor Piazzolla, editada por el sello francés Harmonia Mundi. Llegó a acompañar a Goyeneche, fue parte del Sexteto Mayor y tocó junto a músicos como Leopoldo Federico o Julián Plaza. También integró el Tango Reflections Trío, junto a Adrián Iaies y Horacio Fumero, y la lista de los cantantes con los que actuó incluye a María Graña, Eladia Blázquez, Susana Rinaldi, Raúl Lavie, Amelita Baltar, Joan Manuel Serrat, Ute Lemper y La Bersuit. Ahora, acaba de editar su quinto disco, Partes de la suma, una producción dedicada a obras de cámara que incluyen al tango entre sus materiales –o sus gestos– o, tal vez, lo contrario. Y hoy a las 20.30 lo presentará en el Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444).
“Son todos encargos y corresponden a un lapso de cuatro años”, explica. “La primera pieza fue comisionada por el Instituto Iberoamericana, otra fue pedida por el Festival de Tango, otra proviene de un proyecto del CETC, una ópera con libreto del escritor Edgardo Cozarinsky, basado en el libro El rufián moldavo, y acabó independizándose y convirtiéndose en una pequeña obra donde él lee sus textos. A mí me encanta cuando me llama Federico para tocar, me fascina hacer tango, pero esto es, de alguna manera, más mío. Representa también una parte de lo que me interesa musicalmente, con la cual inicialmente tuve cierta distancia, y por eso decidí que este nuevo disco tuviera estas características.” Partes de la suma fue grabado en Londres y Buenos Aires y publicado por Acqua. Además de Raptos, la obra con Cozarinsky más un cuarteto de bandoneón, piano, violín y contrabajo, el disco incluye Fuga parisina para orquesta; El Quijote, nuevamente con bandoneón, piano, violín y contrabajo y donde cada uno de los instrumentos toma a un personaje del texto; Breaking silence, un homenaje a Miles Davis y Piazzolla para bandoneón y cuarteto de cuerdas, y una yapa: “Duelo criollo”, cantado en el alemán de Suiza por Alexandra Prusa. “Esa versión fue algo impensado; cuando escuché a Prusa cantar esa canción en ese idioma, algo me sedujo. Me pareció interesante y sentí que, de alguna forma, cerraba bien el disco. Quizá de lo que se trate es de la distancia. Allí aparece puesta en escena esa característica mía de poder estar adentro o afuera del tango, de mirarlo desde el interior de su propia naturaleza y, también, de poder salir y observarlo desde otro lado.”
Mainetti cuenta que, cuando estudiaba en Barcelona, en el Conservatorio, la composición contemporánea le interesaba pero no lo tocaba. “Sentía que analizar esas obras y componer de acuerdo con esa tradición era un ejercicio. Se trataba de parte de mi aprendizaje, pero nada más. Más tarde, a partir de charlas con Gustavo Beytelmann –un pianista y compositor radicado en París–, empecé a conectarme con ese mundo de otra manera. Algo, en algún momento, hizo clic y eso comenzó a ser mío. Empezó a interesarme entrar en ese lenguaje, aunque, posiblemente, sin dejar del todo al tango. Es imposible saber con exactitud, cuando se hace música, qué se cuela de cada una de las cosas que forman y han formado parte de la vida de uno. Ahí es donde creo que el tango tiene que ver con un gesto. Y es un gesto que a uno se le aparece sin que lo piense.” En ese sentido, cree que el sonido del bandoneón, pero, más aun, el tipo de melódica que deriva de la disposición de su botonera, la respiración de las aberturas y contracciones del fuelle, “suenan a tango incluso cuando no se toca tango”. Mainetti hace una excepción: “Cuando escucho esas viejas grabaciones de Saluzzi haciendo chacareras, que son magníficas, ahí hay algo distinto. Allí hay un estilo propio, y absolutamente alejado del tango, pero a mí no me sale. Cuando yo toco creo que el tango se me filtra siempre, aunque sea un poco”. En la presentación de hoy estará Cozarinsky, leyendo esa historia de prostitutas polacas en Buenos Aires, y una orquesta y un cuarteto de cuerdas que incluyen a varios de los más importantes solistas de las sinfónicas de esta ciudad. Claudio Barile en flauta, Fernando Chiappero en corno, Mariano Rey en clarinete y el violinista Pablo Agri serán algunos de los que den vida a esta música donde, más allá de los cruces, el gesto no se pierde.
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