MUSICA › HORACIO LAVANDERA SE PRESENTA ESTA NOCHE EN EL AUDITORIO SHA
La curiosidad que anima desde siempre al notable pianista lo llevó a estudiar composición e iniciar la carrera de director.
› Por Diego Fischerman
El pianista Horacio Lavandera comenzó muy joven. Y, desde ese momento, las obras escritas a partir de la segunda mitad del siglo XX formaron parte de su repertorio en igualdad de condiciones que el núcleo duro de su instrumento: Beethoven, Chopin, Liszt. Recuerda haber oído, en un programa televisivo que conducía el recordado Julio Palacio, las Sinfonías para vientos de Stravinsky, con dirección de Pierre Boulez. “Lo que me impactó fue el sonido”, dice ahora, en que, por un lado, señala en la música contemporánea precisamente esa cualidad envolvente, casi sensual, de sonido puro, y, por otro, asegura que Mozart debería ser poco menos que obligatorio para cualquier músico, y afirma estar apasionado por el historicismo y por las posibilidades del fortepiano del siglo XVIII.
Si hubiera que definirlo con una sola palabra, “curiosidad” no andaría lejos del espíritu de este intérprete que desde hace un tiempo estudia composición y que ha comenzado recientemente su carrera de director de orquesta, justamente con Mozart. Y que, sobre todo, no se conforma con el molde tradicional del concertista virtuoso. “Cuando me llaman para hacerlo, disfruto enormemente”, dice, refiriéndose al repertorio más tradicional. Y de hecho, el próximo 22, en el Teatro Coliseo, tocará el Concierto Nº 5 “Emperador” de Ludwig van Beethoven, junto a la Camerata Bariloche. “Pero los conciertos que más me interesan son como éste”, dice acerca de la presentación de hoy en el auditorio de la Sociedad Hebraica (Sarmiento 2255), donde Beethoven se entrelazará con obras de Pierre Boulez y del español Alberto Posadas pero, además, con una charla sobre aleatoriedad y movimientos brownianos a cargo del físico y músico Alberto Rojo. “Cuando me llamaron para que tocara en el SHA y me contaron sobre la tradición de ese lugar, en los años ’60, inmediatamente pensé en Boulez. Lo imaginé allí. Las dos sonatas de Beethoven que tocaré, la Waldstein y la Appassionata, son complementarias entre sí. La tercera sonata de Boulez es una obra en que el sonido resulta protagonista, todo su puntillismo aparece inmerso en un mar de sonoridad que tiene que ver con el uso de los pedales, entre otros recursos. Es simplemente música para dejarse llevar. Lo mismo que con Memoria de no Existencia, para piano y electrónica, donde hay un continuo sonoro y el piano incluso se enmascara en la totalidad.”
Lavandera no separa entre “música” y “música contemporánea”. Para él siempre se trata de placer. “Es un placer –dice– al que muchas veces el oyente no se entrega por prejuicios o ideas preconcebidas. En ocasiones lo que no permite disfrutar es estar esperando algo, que por ahí nunca sucede, en lugar de entregarse a lo que suena.” El pianista dice no preocuparse mayormente por el mercado de la música. Y, en efecto, su carrera es bastante atípica. Allí es donde aparece la cuestión de la curiosidad y él dice que va por donde ella lo lleva. A diferencia de muchos de sus colegas, él escucha tocar a otros. Y lo hace con voracidad: “La escuela alemana, Kempff, Backhaus, Arrau. Allí hay aprendizaje perpetuo”. E incluye, también, otros registros: “Monk, Coltrane, es imposible sustraerse a toda esa experimentación, a tanta riqueza”. No obstante, reconoce que debe circunscribirse a un cierto género. “Pero no es una cuestión de mercado o de adecuarse a las casillas que necesitan los que venden la música”, aclara. “Es, simplemente, una cuestión de profundidad. Es difícil profundizar si uno quiere abarcar demasiadas cosas. Thelonious Monk me enseña muchísimo para lo que hago, incluso para tocar Beethoven o Boulez, pero al mismo tiempo sé que para ser un pianista de jazz debería tener un ejercicio y una práctica que no tengo.”
Ganador a los 16 años del III Concurso Internacional de Piano Umberto Micheli, en Milán, Lavandera ha actuado en Tokio, Londres, París, Roma, Madrid, Munich, Boston, Barcelona, Milán, Lucerna y Venecia, entre otras ciudades. Aconsejado por Maurizio Pollini, trabajó composiciones de Karlheinz Stockhausen junto a su autor. También colaboró cercanamente con Boulez y Kagel. En este concierto, que espera que signifique para el público “una experiencia sorprendente y enriquecedora”, tendrá como partenaire a Alberto Rojo, doctor en física por el Instituto Balseiro actualmente radicado en los Estados Unidos. Especializado en cuántica y a la vez guitarrista, enseña en la Universidad Oakland de Michigan y ha publicado contribuciones a la física teórica, en particular la mecánica cuántica del estado sólido y el origen geométrico de las formaciones geológicas.
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