Viernes, 6 de enero de 2012 | Hoy
MUSICA › LA CANTANTE JORGELINA ALEMAN, ENTRE DISCOS PROPIOS Y OTROS NO TAN “AJENOS”
La nieta de Oscar Alemán muestra en Morena su costado más ecléctico: hay rock, blues, tango y hasta aires flamencos.
Por Cristian Vitale
Jorgelina Alemán entra en la sala y tira todas las cartas en la mesa. Son discos. Uno no es de ella, pero participa grueso. Zakiya Hooker, hija de John Lee, dejó registro de su primer paso por Argentina (2004) mediante un trabajo subsumido en raíces negras: Colors of the blues. Alemán canta seis temas sola y dos con la Hooker: “Nobody Knows You”, de Geoffrey Morgan, y “Down Home Blues”, de ZZ Hill. Su voz impacta, casi hechiza. El otro disco tampoco es de ella, pero su importancia es vital. Acaba de salir, Fonocal mediante, un CD doble con piezas en vivo y totalmente inéditas de su abuelo Oscar. Está, entre ellas, “Stardust”, el añejo clásico de Haggy Carmichael que Jorgelina se animó a cantar sobre la pista original. “Estoy como shockeada, emocionada de poder cantar una canción con mi abuelo gracias a la tecnología”, se despacha ante Página/12. El mismo tema revive otra de las cartas desparramadas en la mesa: El jazz en las venas, cd debut publicado originalmente en 2003, fue reeditado con la inclusión de tal tema-cruce más dos videos con impronta histórica y familiar: “Bésame mucho” y “El show”. El cuarto es el último de los propios. Se llama Morena y muestra su lado más ecléctico. Su voz potente, cascada, casi de negra, se abre y juega al tango (“Nada”, adaptada por el tecladista Daniel Cossarini), los aires flamencos (“Ce Don”), la reminiscencia familiar (“Hombre mío”, firmada por ella y por su abuelo), el rock (“Olvida lo pasado”), el blues (“Ese don”) y Sting. “Le dedico ‘Fragilidad’ a Melitona Enrique, la última sobreviviente de la masacre de Napalpí. Yo también tengo sangre qom como ella”, revela, y marca terreno.
–Más allá de la impronta de su abuelo y el disco que la dio a conocer (El jazz en las venas), parece que por sus arterias corren muchas cosas más. ¿Le queda chico el jazz?
–¡Epa! (risas) Sería muy pretencioso afirmarlo, pero en un sentido sí, claro. Lo que pasó con el jazz es que, al ser considerado mi abuelo un exponente de ese género en Argentina, se me asoció directamente y lo sentí como un sello, como una cosa, el jazz ¿no?, de la que no me podía mover. Y esa situación era pesada en ese sentido, pero ya pasó y sí, por mis venas pasan muchas cosas más.
–El blues, como para empezar...
–¡Le enseñé “Desconfío” a Zakiya! (risas), y después me enteré de que le gustó tanto que la terminó grabando. En realidad, yo empecé cantando unos blues bárbaros con Botafogo en el subsuelo de Oliverio. Sí, el blues me va mil puntos, y diría que es lo mío, porque incluso cuando encaro el jazz lo hago desde el blues, muy a mi estilo. La razón serán los genes, no sé, porque yo tengo herencia qom y también afro. Lo negro me puede.
–Decía que grabar “Stardust” sobre música de su abuelo la “shockeó”. ¿Razón de la elección?... Oscar dejó mucho para versionar, incluso géneros que no amigan con el jazz.
–La verdad es que la idea surgió en un programa de radio. El conductor pasó la versión original y me dijo “probá, cantalo arriba”. La verdad es que salió bien, pero en ese momento me pareció un poco pretencioso pensar en hacerlo a lo Natalie Cole y Nat King Cole. Después hice lo mismo en “Vení que te cuento”, un espectáculo que hicimos con mi abuela Carmen (Vallejos), donde contamos su vida a través de imágenes, relatos y música, y recién ahí decidimos grabarlo. Técnicamente, diría que el tono no es tan fácil pero, si bien yo soy contralto, me favoreció con los graves. Además, el tema tiene como una magia especial.
–¿Llegó a cantar con su abuelo en vivo?
–No. El murió cuando yo tenía 13 años y lo que disfruté fue escucharlo contar recuerdos de las maravillas que había hecho en el mundo con su música. Diría que lo conocí más como abuelo que como artista.
–¿Podría decirse que la parte “ecléctica” del repertorio de él usted la hereda en Morena? A su manera, claro...
–En algún sentido, sí. Creo que ese disco fue una incursión creativa, un intento en el estudio de grabación de probar aires flamencos, cosas latinas, tango, mucha libertad. Este disco es una búsqueda, no sé, los hits llegarán en algún momento, pero ahora todo pasa por crear y ser uno, porque lo más difícil que hay es que aparezca un estilo propio, es decir, la posibilidad de identificarse con uno y no encontrar una personalidad del tipo “te parecés a”, y más en el jazz... ¡porque me parece tan aburrido ver cantantes y decir “me suena a...”! Lo que digo es, podés tomar cosas de todas las genias del mundo, pero imitar me parece una pérdida de tiempo.
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