MUSICA › OPINION
› Por Martín Granovsky
Era lindo pelearse con Tato Contissa. El tipo te provocaba, te hacía entrar, disfrutaba del entrevero y después siempre abría todo: la cabeza, la comprensión, la sensibilidad, el afecto. Digo esto porque a veces es difícil pelearse bien incluso entre amigos y compañeros. Con Tato las diferencias se convertían en mayor riqueza, en una diversidad que nos apasionaba y que siempre dejaban a salvo dos cosas: el cariño personal y el acuerdo profundo en las cosas de verdad importantes. Dos cosas que a medida que uno se hace veterano valora cada vez más.
Me gustaba mucho, por ejemplo, cuando Tato, peronista de alma, citaba a su viejo, peronista de la Resistencia, cuando le decía que no había regocijo en matar y que lo importante era el trabajo entre los de abajo.
Lo citaba al viejo en la radio, en Días como Flechas, el programa que condujo en la AM750 desde septiembre de 2010. Lo escuchábamos y hacíamos ping pong con él al aire Pancho Muñoz y Marisú Papaleo, y también Germán Marcos, que lo vio muy mal a Tato estos días y dijo que se iba de vacaciones sintiendo que se había despedido de él.
Amante de la literatura, fanático de Leopoldo Marechal, enfermo grave del flamenco, hincha de Independiente, porque la gente también tiene defectos aunque se muera, Tato decía que él no era periodista sino un tipo de radio. Claro que era un tipo de radio, y de los buenos, un conductor nato que puede ponerle su impronta a un programa, pero yo siempre le decía que sí era un periodista. Para mí ser periodista no es ni bueno ni malo. El punto es si uno es bueno o malo. Tato tenía una gran ventaja: la honestidad intelectual. Exponía su posición pero nunca trucaba los datos o los ocultaba, y de ésos no hay muchos. En radio yo, como novato del medio, aprendí mucho de él. De ésos, de los que se puede aprender porque no mezquinan su experiencia y la cuentan, tampoco hay muchos.
Lo conocí cuando era presidente de Télam y él conductor de Condenados al éxito, uno de sus programas. Junto con Gabriel Mariotto participamos de muchas charlas y mesas redondas mucho antes de que saliera el anteproyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Tato tenía una idea muy concreta de qué necesario era contar con pluralidad de medios y también una idea muy concreta de que había que construirlos o desarrollarlos. Y siempre le preocupaba transmitir esto a los menos veteranos. Porque ésa era otra de sus cosas buenas: no sólo la generosidad de contar sino la obligación que sentía de hacerlo para que las experiencias no se perdieran, porque tenía claro que uno no vive solo en el mundo. Buen tipo, Tato Contissa.
* N. de la R.: Néstor “Tato” Contissa murió ayer, a los 58 años, tras una larga batalla contra el cáncer. Sus restos serán sepultados hoy a las 9.30 en el cementerio de la Chacarita.
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