Viernes, 3 de febrero de 2012 | Hoy
MUSICA › MAñANA Y EL 11 SE REALIZARá EL FESTIVAL BUENOS AIRES CIUDAD BLUES
La tercera edición del encuentro blusero tendrá el acento puesto en bandas con armoniquistas. “Es un instrumento relativamente nuevo en el blues argentino”, dicen Nicolás Smoijan y Federico López, dos de los que subirán al escenario de La Trastienda.
Por Cristian Vitale
Mariano Slaimen anuncia que llegará para la foto. “Atasque de auto”, acusa. Sol durísimo en Buenos Aires y los otros dos, puntuales y prestos, tendrán que arreglárselas solos. Nicolás Smoijan, joven capo de la armónica aplicada al blues, y Federico López, armoniquista de La Borgoña, serán parte de la tercera edición del Festival Buenos Aires Ciudad Blues y les tocará contar la previa, con el acento puesto en la invitada de lujo: la armónica. “Esto es como el canto de la sirena. Nosotros somos los que vamos en el barco, chocamos contra la montaña y rompemos”, es la figura que elige López para ubicarse en rol. El festival, que también contará con Don Vilanova (Botafogo en banda) y Rubén Gaitán, irá en doblete, los sábados 4 y 11 de febrero en La Trastienda (Balcarce 460). Smoijan y López explican que ellos representan una tradición relativamente nueva dentro el extenso arco de la música popular criolla con armónica, que siguen la línea de Luis Robinson, y que un festival así es como un charco de agua en el desierto. “Pasa al revés que en Brasil, donde hay una cantidad increíble de festivales, porque hay mucho apoyo de parte del Estado, y leyes que favorecen eso. Hay una ley de mecenazgo cultural, por ejemplo. Se te ocurre un proyecto y es fácil conseguir un tipo que ponga la guita. Acá es todo a pulmón”, arranca Smoijan, neuquino de Villa Farrel.
–Máxime en un festival que se presenta como de blues con la armónica como eje. Da la impresión de que, más allá de ciertas excepciones, aquí el género nunca logró salir del gueto.
Federico López: –Sí. Igual, para mí, el blues es necesariamente con armónica, porque es una de las tres cosas fundamentales, junto a la voz y una guitarra. Todo bien con los caños para el swing o el piano para shuffle, pero el blues es fundamentalmente voz, armónica y guitarra; así, bien rural.
–La columna vertebral.
F. L.: –Tal cual. Entonces, que haya un festival que gire alrededor de la armónica como excusa es algo bárbaro.
–Aunque la historia del blues en la Argentina es heterodoxa en este sentido: la banda madre y matriz del género, Manal o Pappo’s Blues, excepto algunas excepciones, no usaban armónica. Sí Vox Dei o León Gieco, pero en otra veta.
F. L.: –Está el “Sol de armónica”, en Pappo’s Blues IV, una zapada de Pappo tocando la armónica de oído y sin ningún maestro que lo haya guiado. Por eso, yo digo que el quiebre lo produjo Robinson, que fue quien introdujo el blues tradicional con un sonido muy urbano, muy Chicago, hasta porteño.
Nicolás Smoijan: –Hasta ese momento, no sé, estaba Hugo Díaz, que fue uno de los más grandes armoniquistas de la historia. O León, al modo Dylan, pero la armónica es un instrumento relativamente nuevo en el blues argentino... Debe tener 25 años de historia reales.
F. L.: –Y recién explotó con Mbugi, el primer disco de La Mississippi, o Blues local, de Pappo, y en los dos está Robinson... El les abrió la cabeza a muchos que estaban en el barrio de la armónica, pero no sabían cómo hacer.
Robinson no será parte del festival, pero sí otro referente innegable: Rubén Gaitán. El armoniquista de los Ratones Paranoicos cerrará la primera fecha acompañado por su grupo y con el fin de presentar Tuve que hacerlo, su último disco. Esa noche abrirá con La Borgoña Blues Band, también con disco fresco bajo el brazo (Cosa nuestra), seguirá con La Bs Ays Blues Band, cuyo trabajo a editarse en breve fue producido por Ricardo Tapia (La Mississippi) y, previo al cierre de Gaitán, con el Gabriel Lema Trío, guitarrista argentino radicado desde los ’90 en Paraguay. La fecha postre (sábado 11) tendrá como partícipes a La Escocesa (banda de blues, rock, shuffle y swing), los Shakendancers de Slaimen, la R&Blues de Smoijan y Don Vilanova. “Lo espero con el cuchillo entre los dientes”, se ríe López. “Tengo 40 años y pienso tocar hasta los 80, porque el blues es para toda la vida, lo demuestra B. B. King cuando viene a tocar con 84 años al otro lado del mundo... Todos los días tenemos blues.”
Smoijan y López se conocieron en un recital de otro grande del metier: Mariano Massolo. Smoijan había llegado no hace mucho de Neuquén. Cuenta que la primera armónica cayó en sus manos cuando tenía 8 años, que sacó “Oh, Susanna”, la colgó hasta la adolescencia y la retomó cuando una prima le regaló un casete de Muddy Waters. “Flasheé con el blues y el sonido de la armónica. En ese momento había poca información. Cada vez que alguien compraba un disco de blues nos juntábamos todos a escucharlo. Era una ceremonia”, evoca. López, porteño, arrancó a mediados de los ’80. Iba a los recitales con una armónica de bolsillo para intentar mover algunos de los 34 músculos de la boca sobre lo que escuchaba. “Pero me aburrí de no saber nada, fui a golpear la puerta de alguien que sí sabía, y empecé. Lo bueno de la música es que el aprendizaje no tiene fecha de vencimiento, se trata de lograr que esa pared de egos que uno va construyendo con los años no crezca mucho.”
–¿Qué pasó en ese recital de Massolo, entonces?
F. L.: –Nos divertimos como nenes. Cada vez que lo escucho, y pese a que no es un armoniquista de blues, me voy a casa a practicar porque digo que no me va a alcanzar toda la vida para tocar lo que toca ese muchacho.
–Otro referente argentino, sin dudas. ¿Y extranjeros? ¿Little Walter, Sonny Boy, Slim Harpo?
Ambos: –¡Todos! (risas).
N. S.: –Me gustan Walter, el primer tipo que se animó a enchufar la armónica y electrificarla, Sonny Boy II, Sonny Terry, Slim Harpo, que por ahí hace cosas resimples con la armónica, pero suenan perfectas. Cotton también, claro.
F. L.: –Personalmente, me fijo mucho en lo que hacen Kim Wilson en los Fabulosos Thunderbirds o Jerry Portnoy con Muddy Waters, que son más de banda, y cuando dicen algo en medio de un tema lo transforman en el momento mágico. Hay que tener buen gusto, buen tempo y decir algo en mucho menos tiempo que un frontman, que hace toda la línea melódica del cantante. Cuando vino Wilson estábamos con Franco Luciani y Massolo, y quedamos con la cabeza en la mano. No podíamos creer lo que tocó...
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