Jueves, 8 de marzo de 2012 | Hoy
MUSICA › LEóN GIECO, LIGIA PIRO Y POPI SPATOCCO HABLAN DE LATINOAMéRICA, CON LETRA DE MUJER
Como celebración del Día Internacional de la Mujer, los cantantes interpretarán en Canal 7 temas de compositoras latinoamericanas junto a la Orquesta de la Radio Televisión Pública, dirigida por Spatocco. El especial se verá a las 23.
Por Karina Micheletto
Una nueva producción especial hace foco en el Día de la Mujer, con un homenaje a través de la música y las compositoras latinoamericanas. Latinoamérica, con letra de mujer es el nombre con el que Popi Spatocco, productor, arreglador y director del evento, pensó esta celebración con las voces de Ligia Piro y León Gieco y con la Orquesta de la Radio Televisión Pública de la Argentina. El concierto especial se emitirá hoy a las 23 por Canal 7 y será grabado unas horas antes, abierto al público y con entrada gratuita. Quienes deseen seguirlo en vivo podrán hacerlo a partir de las 19, en el estudio 1 de Canal 7 (Figueroa Alcorta 2977), retirando la entrada hasta media hora antes del inicio (la capacidad es limitada, por lo que se recomienda llegar con anticipación).
Un repertorio integrado por temas de compositoras latinoamericanas, arreglados para formación sinfónica, volverá a poner en diálogo la tradición de la orquesta con las formas de la música popular del continente. Una primera experiencia en este tipo de cruces se produjo el año pasado, cuando el homenaje fue a través de las cantoras, y Teresa Parodi, la uruguaya Ana Prada y la venezolana Cecilia Todd se presentaron con la orquesta. Este año, el foco está puesto en las compositoras, y así sonarán, con ropajes sinfónicos y en las voces de Piro y Gieco, Violeta Parra, Chabuca Granda, Carmen Guzmán, Consuelo Velázquez, María Elena Walsh, Teresa Parodi, entre otras.
Después del ensayo general, y convocados por Página/12, Piro, Gieco y Spatocco posan primero para las fotos como “resignados profesionales”, mientras se divierten repasando la letra de “Ojo con los Orozco” y su genial concatenación de letras “o”. Piro acaba de dar fin al ensayo con una versión conmovedora de “La canción y el poema”, aquellos versos de Idea Vilariño que Alfredo Zitarrosa volvió milonga. Ahora conversan sobre el tema que quedará finalmente como cierre del concierto: probablemente sea “El surco”, de Chabuca Granda. Gieco recuerda que será entonces un doble homenaje: además de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, se cumple hoy un aniversario de la muerte de la peruana.
“El desafío es ver de qué manera esos temas interpelan a la orquesta –comienza explicando su tarea Spatocco–. Se tiende a pensar que la gran tradición académica de la orquesta sinfónica, sus técnicas de orquestación, vienen a embellecer a los temas populares. Yo traté de pensarlo al revés: de qué manera estos temas, que tienen ritmos y raigambre popular, con toda otra mecánica de trabajo, modulan a la orquesta; de qué manera la transforman.”
–Y como intérpretes, ¿cómo toman este desafío?
León Gieco: –Yo no tengo demasiada experiencia con orquesta, y la verdad es que es un lugar que siempre te mantiene preocupado. Porque el ritmo al que estamos acostumbrados los rockeros es siempre a tierra, ¡en cambio acá hay un director que marca en el aire!
Ligia Piro: –Es cierto, te tiene mucho más en vilo, y acá el ensayo es fundamental. Tardás más en poder llegar a ese momento en que relajás y podés cantar la canción sin sentir una presión. Estás siguiendo a la orquesta, la mirada del director... Yo a Popi lo miro todo el tiempo como diciéndole “¡Por favor, guiame, marcame!”
L. G.: –Popi, aprovecho a decírtelo: ¡No nos abandones! (risas)
Popi Spatocco: –Tanto para los intérpretes como para mí, que tomo el lugar de director que gentilmente me cede Marcelo Zurlo, es una buena adrenalina.
L. G.: –Es una adrenalina de nivel (risas).
–¿Y cómo trabajaron el ensamble de voces?
L. G.: –Cantar con Ligia también es una adrenalina de nivel, porque ella es una gran cantante, es una mina que canta como Mercedes Sosa, como la madre (Susana Rinaldi), son mujeres que cantan muy bien. Tienen un muy buen caudal de voz, y esa cosa relajada de la voz como tenía Spinetta. Yo soy más duro, más rockero, me cuesta más cantar. Así que venir a cantar con ella es subir el target.
L. P.: –Eso es exactamente lo que él transmite, aunque no se dé cuenta: una paz, una relajación, de quien dice “La tengo reclara, hace mil años que canto esto...” Y por ahí es la primera vez que lo está cantando. ¿Qué puedo decir de estar cantando al lado de un monstruo?
L. G.: –Lo que digo es que no puede todo. Spinetta era el que podía todo. El que podía tocar un rock and roll y podía cantar de la manera más delicada. Por eso, cuando estuvimos en la despedida, con Charly nos abrazamos y dijimos “Se nos fue el mejor de todos”. Se nos fue el tipo que se fue por un camino de mística, que era como el Piazzolla del rock.
–¿Y el director y productor musical, nota esa diferencia?
P. S.: –No creo que pase por ahí. Es cierto que hay voces más buenas que otras, pero lo importante de la voz es que sea la voz del alma. Que tu voz seas vos. En ese sentido, ellos son dos voces con ese plus. Los grandes cantantes son los que tienen algo más, más allá de cantar bien.
L. G.: –Hay algo que aprendí una vez que Mercedes me llevó a cantar a Australia. Cuando terminamos con “Sólo le pido a Dios”, vino una señora llorando, me abrazó y me preguntó con un traductor qué decía esa canción. Le conté que hablaba de la guerra, y entonces me dijo: Con razón me movilizó tanto, mi hijo murió en una guerra”. Entonces me di cuenta de que cuando dejás un tema grabado, dejás tu voz, la música, todo, pero hay una cosa mística, algo del alma, que tenés que dejar ahí también.
Los tres se conocen ya por trabajos anteriores: Spatocco fue el productor y director artístico del último disco de Piro, Las flores buenas, un trabajo en el que, además, Gieco participó como invitado. Gieco y Spatocco, a su vez, se conocen desde los tiempos en que el pianista trabajaba con Mercedes Sosa, como músico, arreglador y director musical. “Trabajar con Mercedes era muy, muy difícil. Cuando apareció Popi, para mí ésa fue una tranquilidad”, asegura el cantautor.
–¿Por qué era difícil?
L. G.: –Porque ella no sabía explicarte bien lo que quería, ni hacía nunca un dúo, jamás. Ella cantaba su primera voz, inmensa, y se acabó. Yo tenía que ver el tono, ver qué hacía, arreglármelas. Cuando lo conocí a Popi con Mercedes, recién entonces sentí una tranquilidad de que iba a poder sonar bien al lado de ella.
–Tratándose de un homenaje a la mujer a través de la música popular, inevitablemente aparece la figura de Mercedes Sosa...
P. S.: –Por algo estamos hablando de ella...
L. G.: –Era una personalidad muy fuerte, también por eso era difícil trabajar con ella. Mercedes era de esas personas que tienen un aura muy fuerte, tan fuerte que se la ves; si hacés un poco de mambo, se la ves. Lo mismo pasa con Charly, a él también le ves el aura.
–¿Y cuál es el reconocimiento a las mujeres que les gustaría transmitir en esta fecha?
L. G.: –Yo hago un homenaje a las mujeres en mis shows, con varias canciones, entre ellas “La memoria”, dedicada a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Y siempre aprovecho a decir que recordamos a las mujeres el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y que el 25 de noviembre es el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Digo que cualquier mujer que sea violentada debe denunciar a esa mierda de persona que actúa como un torturador. Me parece importante tirar ese mensaje cada vez que puedo. Trabajo mucho con los centros de mujeres, auspiciamos algunos como el de San Pedro de Jujuy. Eso surgió después de Tejerina. Allá algunas mujeres armaron una casa de resguardo para las chicas que son violentadas, violadas, maltratadas.
L. P.: –Yo vengo de una familia de mujeres fuertes, pesadas, jefas de hogar. Lo que representan como minas luchadoras es lo que yo quiero homenajear. A mi bi-sabuela, que era lavandera y lavaba para las casas de la gente pudiente, le dejaban chicos para cuidar y a veces no los venían a buscar; así salieron mis tíos abuelos. Mi abuela, que nació cuando mi bisabuela tenía 16 años, estuvo muy presente en mi crianza. Mi tatarabuela, que era indígena, también es una figura importante para mí. Para mí es un homenaje desde el vamos a esas mujeres que me transmitieron mucha fuerza. Son minas de armas tomar, que le transmitieron esa garra a mi madre, a mi tía. Generacionalmente, creo que me toca la parte más liviana, es más fácil para mí. Pero me gusta sentirme parte de esa herencia.
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