Lunes, 19 de marzo de 2012 | Hoy
MUSICA › RECITAL DE JOAN MANUEL SERRAT Y JOAQUíN SABINA EN EL LUNA PARK
Durante más de tres horas, el espectáculo Dos pájaros contraatacan alternó clásicos inalterables y chistes varios, algunos guionados y otros producto de la improvisación de los dos cantautores. En este último rubro se destacó un desatadísimo Serrat.
Por Karina Micheletto
7-Dos pajaros contraatacan Recital de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.
Músicos: Ricardo Miralles, piano y arreglos; Pancho Varona, guitarras y voz; Antonio García de Diego, guitarras y voz; David Palau, guitarra; Pedro Barceló, batería; Víctor Merlo, bajo; José Miguel Pérez Sagaste, saxo, clarinete, acordeón y percusiones; José Más “Kitflus”, teclados; Mara Barros y Lorena Calero, coros. |
Lugar: Luna Park. |
Fecha: Sábado 17 de marzo (repitió ayer y habrá nuevos shows este miércoles y jueves, y 3, 4, 6, 7, 14, 15, 17, 18, 20, 21, 22, 25, 26 y 28 de abril). |
Público: 6000 personas. |
Más de tres horas de canciones, de las de cada uno, en la voz propia y en la del otro, y de las recientemente construidas “a cuatro manos”. Una batería de chistes que abundaron en el universo femenino como blanco y la total desinhibición –sobre todo de parte del que aparenta ser más “serio”– para cumplir con aquello que anticiparon en la entrevista con este diario: “Nos da mucho gusto hacer el payaso”. Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina volvieron a la Argentina con Dos pájaros contraatacan, y este contraataque los mostró, podría decirse, recargados. Trajeron con ellos a “la insumergible Orquesta del Titanic”, y después de pasar por Salta, Tucumán, Neuquén, Bahía Blanca y Junín, los recibió un Luna Park (el primero de 18 programados) tan repleto como eufórico y bien dispuesto para la fiesta.
Ya en la lograda animación que fue guiando el show desde las pantallas, con los anfitriones caricaturizados como pajarracos parlanchines, se anunció de qué vendría la cosa: “A las señoras que hayan dejado niños al cuidado hasta una hora determinada, se les recomienda, por si los bises, un cambio de horario... o un cambio de niño”, se advirtió. Y también se indicó a las mujeres presentes que “no se permite arrojar ropa interior al escenario... a menos que la lleven puesta”, aclarando que en todo caso el conjunto podía ser depositado en unos canastos, efectivamente dispuestos a los costados del escenario. El ritmo del show reveló cumplir con ambos ejes anunciados: el primero, una generosa lista de clásicos que el público supo agradecer, además de los nuevos temas, y que fue ampliando el show bis tras bis, con la arenga de los pajarracos animados: “¿Así que quieren más? ¡Ustedes se lo buscaron!”. Y el otro, cierta insistencia machacadora en el tema de las señoras y señoritas generosas, con algunas gastadas de bar, incluidas.
Con una nueva disposición que permite una mejor visibilidad desde todos los ángulos (el escenario está colocado en el sector más angosto del estadio) el Luna Park albergó esta vez a unas seis mil almas que también pusieron su sal al asunto. Y así, por ejemplo, al primer “¡Te amooo!” dirigido a Sabina, Serrat retrucó, veloz: “¡Le amas porque no vives con él!”. De parte de los anfitriones, parte del asunto pasó, como en la presentación anterior (Dos pájaros de un tiro, de 2007), por ese particular clima de stand up que genera la dupla entre tema y tema. Solo que esta vez –al menos en esta primera presentación porteña, porque aunque las intervenciones están guionadas también hay mucho de repentismo– algo del encanto se perdió por momentos al mutar los personajes de dos galanes maduros que están de vuelta y se ríen de todo –por empezar, de ellos mismos–, a dos galanes maduros que en algunos pasajes ponen en escena viejos estereotipos, opuestos a los que transmiten sus canciones, alrededor del sexo, los cuernos, el matrimonio, la homosexualidad. Simpáticos a pesar de todo (un par de chistes mal ubicados no borran años de historia), quien guió la mayor parte de estos pasos de comedia fue un desatadísimo Serrat, en el papel del tío borrachín del casorio, ese que arma su propia fiesta y termina llevado en andas con la corbata de vincha. Claro que además estuvieron las canciones, muchas, hermosas, inalterables, sostenidas también por viejos laderos de uno y otro anfitrión, como Ricardo Miralles, Pancho Varona y Antonio García de Diego. En diferentes momentos, ambos trajeron viejos himnos adaptados a las voces del otro: “Una canción para la Magdalena”, entre las más logradas de los sets solos de Serrat, que campeó los momentos de exigencia vocal a puro desparpajo, o “Eclipse de mar”. Y Sabina con otros como “Señora” o “De cartón piedra”, sumando unos versos de “Balada para un loco”. Juntos avanzaron con “Hoy puede ser un gran día”, en la apertura, “Después de los despueses”, “Contigo”, “Más de cien mentiras”, una emotiva “Esos locos bajitos”. Y se permitieron una versión en broma de “No hago otra cosa que pensar en ti”, con la letra cambiada. De La orquesta del Titanic, el reciente disco con canciones de autoría compartida, hicieron “Como te tomo me doy”, “Hoy por ti, mañana por mí”, “Maldito blues”, “Cuenta conmigo” y “Martínez”, la única que Serrat escribió solo, y es un homenaje a su amigo, Joaquín Ramón Martínez Sabina, que describe poéticamente sus muchas “muertes”. “No sé por qué carajo cuando me hablas a mí, tienes necesidad de decir que me muero, todo el tiempo”, observó Sabina. “¡Es que te has pasado la vida muriéndote!”, le explicó Serrat.
Sabina recordó los tiempos en que tocaba en los subtes de Londres, y era “pobre como una rata”. “Costaba mucho trabajo ganar un beso y ni qué digo tocar un culo. Pero había una llave que abría todas las bocas, y todos los culos, y era una canción de Serrat”, halagó. El halagado retrucó más tarde: “Para besar a las mujeres no me hacen puñetera falta las canciones de Joaquín. Yo las canto porque me gustan”. Hubo tiempo para una mención al pasar a “Rogelio Aguas”, que estaba tocando en River en ese momento: “Eso de que te guste la política social del justicialismo, y también la de Macri, está muy bien”, tiró un guiño Serrat. Y Sabina aclaró: “No es que estemos en contra de un colega, ¡es que nos jode que tenga tanto éxito!”. Para los bises llegaron, uno tras otro, himnos como “Para la libertad”, “Cantares”, “Aquellas pequeñas cosas”, “Noches de boda”, “Y nos dieron las 10”, “Con la frente marchita”, dedicado a Abuelas de Plaza de Mayo (y también a Madres e Hijos), y en particular a Estela de Carlotto, presente en el concierto. El final fue con “Fiesta”, y con ese ánimo, y la sonrisa colgada, la multitud emprendió la retirada: Vamos, bajando la cuesta...
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