MUSICA › EL REQUIEM DE BERLIOZ SERá MONTADO EN MAR DEL PLATA, EN HOMENAJE A LOS CAíDOS EN MALVINAS
Cientos de artistas, integrantes de diversas agrupaciones oficiales –desde la Orquesta Sinfónica Nacional hasta la Banda Sinfónica Municipal de Mar del Plata–, actuarán hoy por la mañana en un escenario construido especialmente en torno del monumento a San Martín.
› Por Diego Fischerman
Héctor Berlioz escuchaba el solitario trombón del Requiem de Mozart y lo juzgaba “patético”. El texto medieval atribuido al franciscano Tomás de Celano, que hablaba del descanso en paz de los muertos y, también, del día de la ira y del sonido de la trompeta celestial esparciéndose por las regiones más oscuras, necesitaba, para él, otros sonidos. El trombón escuálido de Mozart, claro, no lo había escrito él, sino Franz Xaver Süssmayr, quien lo agregó al completar la obra inconclusa. Pero lo cierto es que Berlioz llevó hasta sus máximas posibilidades algo que ya habían entrevisto Johannes Ockeghem en el Renacimiento y Jean Giles en el Barroco, que el Requiem era, en realidad, un texto teatral. Berlioz amaba el teatro y recurrió al drama en varias de sus obras. Pero, sobre todo, como ya lo había demostrado en su temprana Sinfonía Fantástica, delirante declaración de amor a una actriz inglesa basada en las Memorias de un fumador de opio de De Quincey, el campo en el que se dirimían las tragedias era la propia música y, en particular, el sonido mismo.
Berlioz, según el poeta Théophile Gautier, formaba parte, “junto al escritor Victor Hugo y el pintor Eugène Delacroix, de la Santísima Trinidad del arte romántico”. Del romanticismo francés, obviamente. Tal vez por eso, comenzó por traducir el título del Requiem y llamar Grand Messe des Morts a su versión del texto. No fue su única innovación. Quien más adelante escribiría la primera composición que incluyera una nueva invención llamada saxofón –su sexteto Canto sagrado, estrenado en 1844 con el propio Sax como intérprete del instrumento creado por él– demandó, para esta gran misa de muertos, un instrumental digno del Apocalipsis y el Juicio Final al que se refería su texto: cuatro flautas, dos oboes y dos cornos ingleses (oboes graves), cuatro clarinetes y ocho fagots; doce cornos, cuatro cornetas a pistones y cuatro tubas, un nutrido equipo de percusión que incluye dieciséis timbales y diez pares de platillos; cuerdas completas (y con no menos de 25 primeros y 25 segundos violines, según su indicación) más un coro de más de 200 cantantes y cuatro grupos de bronces que debían situarse en las cuatro esquinas del interior de la iglesia.
“El número de intérpretes sugerido –escribía Berlioz– es sólo relativo. Si el espacio lo permite, el coro puede ser duplicado o triplicado, y el resto de la orquesta debe ser incrementado proporcionalmente. Pero en el caso de que se reuniera un verdadero gran coro, es decir unas 700 u 800 voces, sólo debería ser usado completo en el Dies Irae, el Tuba Mirum y el Lachrimosa. En el resto debe restringirse a unas 400 voces.” En el estreno, en 1837, hubo 400 intérpretes. La obra había sido encargada por Adrien de Gasparin, ministro del Interior de Francia, para recordar a los soldados muertos en la Revolución de julio de 1830. Hoy, la Orquesta Sinfónica Nacional, junto a la Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata, la Banda Sinfónica Municipal de esa ciudad, el Coro Polifónico Nacional, las bandas militares de la Armada y el Grupo de Artillería Antiaérea, integrantes del Coral Cármina, la Escuela de Canto Coral y el Coro de Opera de Mar del Plata, con el tenor Darío Volonté como solista y la dirección de Guillermo Becerra, reunirán, en la plaza San Martín, frente a la catedral marplatense, un orgánico espectacular, similar a aquél del estreno parisino. Y lo harán para homenajear a otros soldados, los que participaron en la guerra de Malvinas que comenzó en otro 2 de abril, hace treinta años. No es un dato menor que el solista vocal elegido sea, él también, alguien que combatió en aquella guerra. Volonté, que antes de dedicarse al canto había sido fletero, fabricante de muñecos de paño lenci y hasta cartonero, es uno de los sobrevivientes del hundimiento del buque General Belgrano.
“Para este 2 de abril, que es un 2 de abril diferente, ya que se cumplen 30 años de la gesta de Malvinas, el Estado municipal, junto al Estado nacional han organizado un homenaje a los caídos que casi no tiene antecedentes en la Argentina, ya que la ejecución de este concierto se da por segunda vez, dado que la primera fue hace ya unos años en el Luna Park de Buenos Aires”, dijo Luis Reales, secretario de Cultura de Mar del Plata. “Es un espectáculo único y la causa de Malvinas amerita que hagamos este esfuerzo. Es una invitación a todos los marplatenses para que este día 2 de abril a las 11 de la mañana puedan participar en este escenario, que se montó en Av. Luro y Mitre y que tiene 30 metros de boca por 25 metros de fondo y 14 metros de altura, para contener a 400 personas.” El músico José Luis Castiñeira de Dios, director nacional de Artes de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación y factótum de este emprendimiento, cuenta, por su parte, que “la idea de montar, porque es casi como poner en escena una ópera, el Requiem de Berlioz se origina en un pedido de Ernesto Parise, actual responsable de los organismos artísticos de la ciudad de Mar del Plata y antiguo colaborador mío en otras gestiones en la Nación y en la ciudad de Buenos Aires y en muchos proyectos artísticos compartidos. En una anterior gestión en Cultura de la Nación ya lo habíamos hecho en el Luna Park con la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico. Ernesto, que es régisseur, no dejó de imaginar este aspecto visual que tiene la imponencia de una doble orquesta sinfónica, un gran coro y cuatro bandas, y también le pareció que era un homenaje de una gran solemnidad para la fecha que se conmemora, donde tradicionalmente los ex combatientes recuerdan con diversos actos los hechos históricos que tuvieron una repercusión especial en esa ciudad, nuestra ciudad marítima por excelencia. La participación de Darío Volonté le daría el sello más identificatorio a esta particular recordación, a través de la voz de uno de sus protagonistas de entonces. Y el intendente Pulti se entusiasmó con la idea de que el concierto se realizara al aire libre, en un escenario construido especialmente en torno del monumento al General San Martín, en pleno centro, frente a la catedral”.
Castiñeira de Dios explica que “naturalmente, una superproducción de estas dimensiones requiere mucha convicción, la participación activa de los poderes públicos y, por supuesto, la de los cientos, literalmente, de artistas (cantantes, músicos, técnicos) convocados. Aquí todo funcionó muy aceitadamente a nivel de las decisiones. Tanto el intendente de Mar del Plata como Jorge Coscia estuvieron de acuerdo desde el comienzo con el proyecto. La Secretaría de Cultura y la actual gestión de la Municipalidad de General Pueyrredón vienen trabajando juntos y bien desde comienzos de la gestión, sobre todo en torno de grandes eventos culturales como el III Congreso Iberoamericano de Cultura, que se llevó a cabo a fines de 2010, la Cumbre de Jefes de Estado y la visita de la Orquesta Juvenil Iberoamericana y, más recientemente, el Primer Encuentro de Directores y Responsables de Orquestas Juveniles de la Argentina que organizamos la semana pasada, con la participación de más de 150 responsables de todo el país, con invitados de países integrantes del programa Iberorquestas y el apoyo del Ministerio de Educación y la Secretaría General Iberoamericana. Y lo mismo sucedió con las orquestas, coros y bandas participantes: una vez concretada la participación del maestro Becerra en la dirección general, Roberto Luvini, director del Coro Polifónico Nacional, realizó varios viajes a Mar del Plata para coordinar los coros locales, y Becerra viajó a Buenos Aires para ensayar con la Sinfónica Nacional y el Coro para llegar preparados a los ensayos generales”.
El funcionario señala que “en alguna medida, éste ha sido un ejemplo de modelo de coproducción entre la Dirección Nacional de Artes y un municipio, pero también hemos tenido muchas en los años pasados, con producciones como El Matrero, la ópera de Felipe Boero, que se llevó a cabo con la participación de elencos artísticos (orquestas, ballets folklóricos, coros) de las provincias de Corrientes, Chaco, Santiago del Estero, Tucumán y Salta y que a fin del mes de abril se mostrará en Buenos Aires en el Teatro Cervantes. Y para este año estamos pensando nada menos que en nueve espectáculos líricos y coreográficos empleando la misma fórmula: el trabajo conjunto.”
Acerca del hecho de programar este Requiem al aire libre y el 2 de abril, el director nacional de Artes opina: “Recordar el episodio histórico de la guerra de Malvinas con este concierto es también una manera de realizar un homenaje a nuestros compatriotas que participaron y dieron sus vidas en el Atlántico Sur y a la vez realizar una ‘ceremonia laica’ como hubiera querido André Malraux, que evoque con seriedad el dolor que ocasionó esta guerra y todas las guerras y también aprovechar la evocación para reflexionar sobre la condición humana, el sentido de la vida y de la muerte. La dignidad de la obra de Berlioz es más que suficiente para despertar esa introspección, tan alejada de las voces de mando destempladas o las proclamas vacías. Aun en su grandiosidad, el Requiem conserva en todo momento esa conmovedora intimidad que despierta en el hombre el enfrentamiento con la muerte”.
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