MUSICA › STEPHEN STILLS, DE CROSBY, STILLS & NASH
El cantante y guitarrista sale a la ruta junto a sus dos célebres compañeros desde hace más de cuatro décadas. Mañana, en el Luna Park, el trío se presentará por primera vez en la Argentina.
› Por Gloria Guerrero
Ya estaba listo para fichar como miembro de los Monkees, pero a último momento el mundo tuvo suerte: el jovencito renunció al flequillo por problemas de contrato, dobló la esquina, y junto al canadiense Neil Young formó Buffalo Springfield, uno de los más revolucionarios y más breves –dos años– grupos de los ’60. También estuvo a un paso de convertirse en el bajista de la Jimi Hendrix Experience, pero su manager “olvidó” pasarle los mensajes que le mandaba el guitarrista (y siguen apareciendo grabaciones olvidadas de aquellas reuniones de amigos, que la industria no cesará de exprimir). Pero todo salva. Al final, por decantación, Stephen Stills, David Crosby (ex The Byrds) y el inglés Graham Nash (ex The Hollies) terminaron consolidando el primer supergrupo de la historia –por supergrupo se entiende al amontonamiento de músicos que provienen de señeras bandas previas–. Su primer álbum, Crosby, Stills & Nash, apareció en mayo de 1969. Un importante activismo político en contra de las guerras y las injusticias sociales condimentó su fenomenal trabajo vocal, instrumental y compositivo.
Neil Young, igualmente calificado para el supertítulo, se les unió aquí y allá, convirtiendo de tanto en tanto a CSN en CSNY. De hecho, para animar las últimas décadas hubo otras yuntas, del tipo Stills-Young o Crosby-Nash. Pero ningún movimiento sísmico parece amenazar la misma base del trío. De hecho, después de más de cuarenta años de su formación, e insólitamente por primera vez, Crosby, Stills & Nash viene a cantar en la Argentina.
Stephen Stills lleva hoy un dispositivo en la oreja que le permite oír perfecto, pero que a veces interfiere en la comunicación telefónica con Página/12. No importa. Y arranca ¡hablando en castellano! Abandonará pronto el intento “de onda” para luego estar seguro, en inglés, de que se le entienda lo que quiere decir. Resulta que, hijo de un militar con destinos ping pong en América Central, Stills pasó básicamente su adolescencia en Costa Rica, y a partir de ese dato comienzan a comprenderse varias cosas: su ritmo interno, básicamente; su interés en llegar a la Argentina (lo repetirá mil veces, encendido), también. “Yo crecí en San José de Costa Rica... –dice toda la frase en español– y, desde entonces, lo que iba sucediendo en Sudamérica siempre me dolió mucho al escuchar las noticias. Toda mi vida me interesé por los asuntos latinoamericanos. Y sé que mis canciones ayudaron a mucha gente de allá, en tiempos difíciles. Conozco bastante de lo que sucedió antes en la Argentina y de lo que sucede ahora y estoy muy, muy orgulloso de aterrizar allí y ver todos los cambios positivos.”
–Las canciones y actitud antibelicistas de CSN han alimentado las mentes de varias generaciones del mundo. ¿Cómo se siente cantarlas hoy? ¿Le parece que siguen sirviendo?
–Bueno, por desgracia, nuestras canciones siguen siendo muy relevantes. Todavía hay una parte de la sociedad que es muy beligerante y belicosa, súper religiosa y súper rígida; esos tipos creen que lo saben todo. Así es imposible convivir. Deben respetar las diferentes culturas, deben respetar las diferencias y hasta celebrarlas, e incluso me refiero a la diversidad dentro de mi propio país. Cuando salimos de gira, nos fascina experimentar otras culturas: ése es el secreto para la paz mundial. De chico me tuve que mudar a un país extraño, sentirme un extranjero y vivir mi adolescencia en un lugar donde se hablaba un idioma distinto del mío. Y en Costa Rica resulta que la gente es muy formal, incluso hasta para hacer una cita con una muchacha, y lo era más aún a fines de los años ’50. Esas cosas hay que respetarlas. Y nuestras canciones siguen siendo relevantes, además, porque hablan acerca de elementos masculinos. Creo que si las mujeres dirigieran el mundo, estaríamos mucho mejor (se ríe). En mi patria aún existe la cultura del machismo.
–A propósito, ¿cómo ve hoy a Estados Unidos?
–Todavía estamos haciendo todo lo posible por recuperarnos de la tragedia de los años de los Bush, de las guerras, de las marginalidades económicas y sociales. Creo que progresamos bastante y espero que progresemos aún más. Me parece que el presidente Obama está haciendo todo lo que puede en esta situación imposible. Cada día se hace un poco menos imposible. Lo de Afganistán, por ejemplo: quien se haya informado un poco, sabe que es un país especialmente raro, un país de pequeñas pandillas. Hay un libro maravilloso de un escritor irlandés (N. de la R.: al parecer se refiere a The Places in Between, del escocés Rory Stewart), quien caminó Afganistán durante siete años desde los comienzos de la guerra... y no lo vio cambiar ni un ápice. Por eso se les dice a nuestros soldados: “Vuelvan a casa”. Mejor será ayudar a los afganos en las pequeñas formas que podamos, pero dejarlos vivir del modo en que quieren vivir. Todas las promesas que les fueron hechas, no se han cumplido durante todo este tiempo. Creo que Obama tiene las mejores intenciones y que hace lo mejor que puede, eso espero. De paso, le digo a usted: me encanta escuchar tan pocas malas noticias de Sudamérica; creo que ustedes están haciendo las cosas bien. No veo la hora de comprobarlo por mí mismo.
Eximio multinstrumentista (batería, bajo, guitarra, piano, todo), Stills no hizo tanto honor a la primera acepción del singular de su apellido (“quieto”) como a la segunda del mismo término en inglés, que lo define mucho mejor: “todavía”. “Empecé tocando la batería cuando era muy chico y después estuve en bandas de colegio; seguí con el piano... y recién agarré la guitarra cuando tenía unos 12 años. Ahí me di cuenta de que tocar la guitarra era más fácil (se ríe).”
–Usted ha sido distinguido como uno de los mejores guitarristas vivos del mundo pero en algún punto, según Crosby, resulta “uno de los más subvalorados”. Se sabe que fueron Neil Young y su amigo Jimi Hendrix quienes le dieron el primer espaldarazo para largarse a tocar en serio. Antes de ellos, ¿qué lo impulsó?
–A ver: la música de mi adolescencia no fue el rock & roll, sino la cumbia, la salsa y la rumba; siempre me interesó el territorio del Sur (fuera de los Estados Unidos), y por eso mis canciones siempre guardan un pulso latino. Mi primera influencia fue el jazz que escuchaba mi padre; él tenía una colección de discos gigantesca. También el blues y todo lo que tuviera que ver con Louisiana (N. de la R.: Stills nació en Texas, y Louisiana es la provincia lindera). Cuando yo era chico, durante el festival de Mardi Gras, escuchaba en la calle a los negros con sus tambores y esos ritmos... ¡Era fantástico! Yo tenía cinco años y eso produjo un profundo impacto en mí. Luego me influyó la salsa y toda la maravillosa música latina que escuchaba en mis tiempos de colegio en Costa Rica, las canciones clásicas de esa época. Toco la guitarra, pero (insiste) tengo demasiado de latino en mi música... Nos costó cuarenta años que este grupo viajara a Sudamérica; nunca se nos hizo posible hasta ahora. No veo la hora de llegar a la Argentina. (Vuelve a intentar en español): “Me encanto, ¿ah?”.
–De hecho, la célebre “Suite: Judy Blue Eyes” termina con versos en castellano... que se entienden raro, perdón (“¡Que linda! Me recuerdo a Cuba, la reina de la Mar Caribe, quiero sólo visitarla allí ¡y qué triste que no puedo vaya!”)
–Lo escribí en mi español propio y algunos me dijeron “¡No se entiende, es un cocoliche!” (se ríe). Quise poner algo lindo sobre Cuba porque estuve allí una vez cuando era chico. Después, en 1979, viajé para un intercambio cultural: ¡pasé una semana con músicos tremendos! (N. de la R.: el Havana Jam festival tuvo lugar en marzo de 1979 y participaron Weather Report, Trio of Doom, Faina All-Stars, Kris Kristoferson, Rita Coolidge, Billy Joel y otros, además de los cubanos Irakere) y después me costó tomarme el avión de vuelta a casa. Pero muero por ir a la Argentina (re-insiste): una de las razones fue que íbamos a ir al Brasil, pero yo les dije: “¡No voy a ninguna parte en Sudamérica si no me llevan a Buenos Aires!”.
La carrera de Stephen Stills quizá nunca exceda popularmente los laureles que ha ganado junto con Crosby y Nash (y con Young, claro, en sus momentos), pero también se dio el gran gusto del gran Manassas (a comienzos de los años ’70) y de grabar con Eric Clapton, con Hendrix, con Cass Elliot, con Booker T Jones y hasta con Ringo Starr (enmascarado). Ahora también tiene otra banda propia, con la que hace giras desde hace varios años rodeado por insignes como Joe Vitale, Todd Caldwell o Kenny Pasarelli. Cuando se le pregunta si alguna vez vendrá aquí con estos monstruos, se ríe: “¡Sé que los apellidos italianos son muy populares en la Argentina! ¡Es la conexión italiana! Me encantaría llevar mi banda para allá; espero que esta visita con CSN me dé la oportunidad de conseguir algunos amigos que hagan posible un concierto en un futuro cercano. Y, si se da, prometo hacer un show completo con canciones en castellano”.
–¿Y cómo es que sigue eligiendo girar con Crosby y con Nash, todavía (Still) después de tantísimos años?
–Seguimos juntos porque el sonido de nuestras voces es único. Es algo que no podemos negar. Y cada vez que nos reunimos a trabajar es como volver con nuestra familia. Tal vez, quién sabe, cuando nos ponemos viejos comenzamos a apreciar lo buenos que somos... Hemos pasado momentos maravillosos y de algún modo estamos dándole una vuelta a la esquina de la vida, y estamos muy felices de seguir cantando juntos, de ser capaces de seguir haciéndolo y, si me apura, le digo que estamos cantando mejor que antes (risas).
–¿Encaja usted ahora en la industria de la música?
–A ver: ahora contamos con una nueva tecnología que hace que cualquiera pueda grabar y que cualquiera pueda escuchar lo que otros graban; pero todo se confunde... Hay que enfocar bien. En cuanto a la industria en sí, tenemos, por un lado, a los chinos que, culturalmente, no están dispuestos a pagar regalías por la propiedad intelectual. Así es la historia en ese país desde hace milenios: ellos subvencionan las artes y consideran ofensivo que pidas una retribución por tu trabajo. Por el otro lado están los rusos: ellos no te pagan nunca por nada (se ríe). Entre esos dos extremos está la industria musical del resto del planeta. Pero creo que amén de los grandes-grandes, tipo Lady Gaga –o como se llame quien la reemplace luego–, a los músicos se les hace cada vez más difícil vivir de sus trabajos; la plata se la llevan los ejecutivos que viven en casas preciosas y tienen hermosas familias. Pero todos siguen intentando componer canciones. Y yo soy optimista. Ha sido una curva de aprendizaje. Otra vez estamos como estancados; tenemos que solucionarlo. La música es muy importante, sobre todo en tiempos de estrés, porque es la única forma de comunicación que puede llevarte a un abstracto emocional, te hace pensar y sentir al mismo tiempo. La música todavía conserva su lugar en el mundo y más le vale... porque no sé hacer ninguna otra cosa.
–¿Cree que algunas cosas cambiarán pronto o que, como dice una de las canciones que usted canta, habrá de pasar “mucho tiempo antes de que amanezca”?
–Creo que el mundo va a cambiar, incluso a pesar de sí mismo. Tengo mis dudas, claro. Igual, seguimos esperando que la gente recupere el sentido común.
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