MUSICA › NOEL GALLAGHER PRESENTó SU PRIMER DISCO SOLISTA, ANTE DOCE MIL PERSONAS, EN GEBA
El ex guitarrista de Oasis no pudo el domingo refrendar en vivo todo lo bueno que puede encontrarse en su debut High Flying Birds: hubo graves problemas de sonido para un recital pantanoso, aburrido por momentos y muchas veces incomprensible.
› Por Luis Paz
Al terminar “Half the World away”, lado B del sencillo Whatever, que le valió a Oasis su primer ingreso al podio de los singles británicos en 1994, Noel Gallagher se queda afinando y escucha al público corear aquella canción. El músico de la cara poco ortodoxa deja escapar un gesto incluso menos ortodoxo y replica: “Ajá. A ver, ahora canten ‘Wonderwall’. Ajá, ahora ‘The Masterplan’”. De manera natural y sin replantearse nada de su condición de público, un grupo canta ambas. Y Noel, “bien, bien” mediante, lanza otro gesto que no se termina de entender: ¿está el autor contento por el conocimiento sobre su obra o lo tiene harto que el aforo le siga la pista en cada pieza de Oasis, inclusive en las más ocultas, pero no le haga la segunda voz en los temas de su nuevo disco, Noel Ghallagher’s High Flying Birds? El propio Liam había sorteado el problema fácilmente en su presentación con Beady Eye en un festival patrocinado por la misma empresa (el Personal Fest para él, el Personal Pop Festival para Noel), obviando el cancionero de una de las bandas más insignes de la década de los ’90.
Toda la actualidad de los hermanos Gallagher se construye en torno del juego de las diferencias, en una tensión presente en casi todos los pasos del análisis. El disco de Beady Eye (Different Gear, Still Speeding) fue menor al de Noel, que con su nuevo ensamble High Flying Birds capturó un cancionero tibio, pero de mayor altura temática. Sin embargo, el show de los ex Oasis (Liam, Gem Archer, Andy Bell y Chris Sharrock) fue mejor que el desdibujado concierto que Noel logró el domingo por la noche en el club porteño, al que le faltó calor bajo el escenario y la fidelidad que había tenido el sonido de sus ex compañeros en la otra sede de GEBA.
A la torpe, pero efectiva grandilocuencia de Beady Eye, Noel contrapuso un recital pantanoso, aburrido por momentos y muchas veces incomprensible, presa de la bola de sonido, pero también del intento de imponer(se) una condición que tuvo durante una década: la de gran compositor obrero británico del final del siglo. Noel sigue componiendo grandes canciones que en su disco funcionan de maravilla, pero que en vivo no terminan de definirse entre el clasicismo, la psicodelia ni el esplendor pop. Allí donde lo de Beady Eye es puro sobreentendido, lo de Noel no se entiende.
Es una pena que ése haya sido el resultado, pero también un indicio: el grado de brillantez visto en un artista parece variable; y en buena medida de acuerdo con la época y la reconstrucción de la obra que hace en ella el que interactúa. Difícilmente alguien que se tope con su CD solista tenga argumentos solventes para considerarlo un disco mediocre; pero en vivo, la música rock entraña otros motivos de los cuales aquí fue difícil apropiarse. Basta ver los rostros a la salida del concierto: ¿dónde está lo extático de las caras alegres, los cuerpos que siguen vibrando luego de un rato de desarme y sabores? En 2009, con Oasis y en Vélez, Noel había conmovido. Hace dos días, en GEBA, se movió y movió muy poco, con cero en efusividad.
En el resultado, el saldo de Noel Gallagher sobre ese escenario fue deudor al logrado dentro del estudio de grabación. Apenas unos momentos de su disco nuevo (“Dream On”, “The Death of You and Me” y “AKA... Broken Arrow”) y de su discografía vieja (una “Supersonic” acústica que jugó a olvidar y el cierre con “Little by Little” y “Don’t Look Back in Anger”) alcanzaron filo: lo demás fue una seguidilla de canciones muy buenas, pero en una categoría totalmente distinta de las de Oasis; buenas, pero leves. Noel no toca peor ni se mueve de manera menos entretenida en vivo ahora que cuando estaba en Oasis, pero su psicodelia ahora es en escala de grises, su voz (a veces al filo del plagio a Paul Weller, en otras algo rota, en las notas más altas desafinada e inestable) pasa demasiado al frente sin un oficio contundente y no tiene a un monigote como Liam para que le quite el peso de los hombros. Su condición de gran autor sigue intacta en su repaso por una música más tradicional y una cancionística más madura, eso está fuera de discusión, lo mismo que su importancia.
Pero por otro lado, esto iba a ser un show. Y aunque cierto es que mucho de lo impotente del concierto del domingo está fuera de las manos de Noel y de sus músicos, y dentro del marco del show (en un Gran Rex, la cosa habría sido otra) y la Oasisdependencia del público, sus Pájaros de Vuelo Alto mostraron sólo dos modos, una canción de rock galopante con bombo en negra y un baladismo folk, atravesados ambos por momentos de intención psicodélica que no tienen mucho que ver con la propuesta poética. Y aunque la banda tiene sus plus en las armonías vocales, los teclados con juego y las baterías fuertes, tampoco hay momentos cercanos a la contundencia ni ribetes ni ángulos punzantes. Y así, con todo a media luz, encontrarle los vértices a su nueva propuesta en vivo es difícil. Las formas redondeadas, en este caso, no bastaron para hacer un show redondo.
NOEL GALLAGHER
Personal Pop Festival
Músicos: Noel Gallagher (voz y guitarra), David McDonell (guitarra), Mike Rowe (teclados), Russell Pritchard (bajo) y Jeremy Stacey (batería).
Duración: 95 minutos.
Público: 12 mil personas.
Club GEBA, domingo 6
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