MUSICA › LA CANTANTE URUGUAYA ELI-U SE PRESENTA ESTA NOCHE EN EL CENTRO DE LA COOPERACION
La hija de Gustavo Pena Casanova, El Príncipe, el secreto mejor guardado de la música uruguaya, cada vez más redescubierto, dice que completa “el trabajo de difusión que se inició desde el momento de la desaparición física de mi padre”.
› Por Karina Micheletto
“Mi pasaje musical se basa en un trabajo de difusión de la obra de mi viejo. Así surge y así continúa. Yo me considero una intérprete de sus canciones.” Así se presenta Eli-U Pena, la uruguaya de nombre extraño (propio, aclara ella: padecido en instituciones escolares y sanitarias en la niñez, impensado seudónimo artístico ya iniciado su camino en la música). Así plantada, Eli-U Pena no tiene rollo alguno con la historia de ser “hija de”: lo suyo es más bien una orgullosa tarea asumida, también, con la voz propia. Que deviene en versiones etéreas, con mucho de juego e interpretación, pero también de delicada intensidad, con pulso también propio, de las canciones que compuso su padre. Su padre es Gustavo Pena Casanova, El Príncipe, algo así como un secreto bien guardado durante décadas de la música uruguaya, cada vez más redescubierto. El autor de canciones como “Angel de la ciudad” y de otras que su hija está sacando a la luz, como “Leves señales”. Hoy, sobre la medianoche, Eli-u Pena dará el último de sus recitales previstos en Buenos Aires, en el Centro Cultural de la Cooperación. (Corrientes 1543). Mañana a las 22 estará en La Plata, en el Centro Cultural Estación Provincial (71 y 17), y el domingo 8 de julio en Rosario. En todas estas fechas la acompañarán los músicos Esteban Pesce en batería, Felipe Ahunchain en piano y Alfonso Santini en contrabajo.
“El Príncipe nos dejó, antes de irse a algún otro lado, un disco editado –El recital (Ayuí, 2004)– y mil canciones que atesoró durante años y que gracias al trabajo de escucha, digitalización y edición de Eli-U, van saliendo de a poquito a la luz, como los discos La fuente de la juventud (Ayuí, 2005) y Amor en el zaguán (Los Años Luz, 2006), que grabó con Nico Davis”, cuenta la presentación de Eli-U Pena. Pero ocurrió que ese trabajo hormiga de búsqueda entre cajas de archivo resultó no sólo en la edición de discos que su padre había dejado grabados, también en las versiones propias de esas canciones –muchas de ellas, inéditas– y en la grabación de un disco propio, Creo en los elefantes, que editó en la Argentina Los Años Luz discos. Y hasta en una carrera artística que cada vez se afirma más por sobre la psicología, aquella carrera que estudió. Desde entonces, Eli-U se presenta habitualmente tanto en Argentina como en Uruguay, ha participado en compilados como el excelente Uruguayas campeonas, y en colaboraciones en discos de colegas como Martín Buscaglia.
–Más allá del orgullo lógico por su padre, presentarse cantando sus temas debe ser una mochila que hay que saber llevar. ¿Cómo maneja ese tema?
–No es una mochila, ¡para nada! Es una dicha total: tengo la posibilidad física de poder cantar esas canciones y de alguna manera completar el trabajo de difusión, que se inició desde el momento de la desaparición física de mi viejo, cuando empecé a digitalizar el archivo. Sucedió, se fue dando, que pudiera interpretar las canciones que iba encontrando, y después tener una banda que me acompañara, que también compartiera conmigo la importancia espiritual de la tarea. De algún modo siento que eso completó el trabajo que venía realizando. Son como dos puntas de entrada diferentes, que conducen al mismo lugar: el del compositor.
–Muchos descubrieron las canciones de El Príncipe a través suyo. ¿Lo siente como un objetivo cumplido?
–Sí, actualmente sucede que hay mucha gente de mi generación que llega a El Príncipe a través de mi disco, en ese sentido siento que realmente fue acertado dejar que fluyera mi rol interpretativo, porque de algún modo contribuye al objetivo primordial: que esas canciones lleguen a la gente, de alguna manera. Puede ser a través de las interpretaciones de mi viejo o las mías, o de muchos otros músicos que están tomando sus canciones. Las nuevas versiones son todas muy luminosas y, al mismo tiempo, tienen muchos estilos diferentes. En Montevideo, Maia Castro o Mónica Navarro, que cantan tangos, grabaron temas de mi viejo; también La Abuela Coca o Martín Buscaglia, o El Club de Tobi, bandas muy diferentes entre sí, que muestran a su modo las canciones de El Príncipe.
–¿Y qué devoluciones recibe?
–Lo que más me impresiona, y para bien, es el amor que me llega de parte de la gente. Gente desconocida, de todas partes del mundo (porque con Internet la música viaja a velocidades increíbles) me devuelve mucho amor. El agradecimiento es total, porque desde mi lado es algo lanzado también con todo el amor. Me siento una afortunada de que me estén pasando cosas con eso.
–¿Y el nombre de dónde viene? ¿Se lo contaron sus padres?
–Ahora que me dedico al arte, mucha gente cree que es un seudónimo, un capricho, tengo que explicar que es el nombre que he padecido toda mi vida en todas las instituciones educativas y sanitarias (risas). Mis padres me contaron que, en el momento de mi nacimiento, no tenían un nombre elegido. Pero cuando estaba naciendo, mi padre escuchó en su interior el nombre Eli-U,y empezó a ensayar el modo de escribirlo. Hay un personaje bíblico que es Eliú, con acento en la u. Pero al quitarle el tilde, sonaba Eliu, acentuado en la e, entonces, como forma de lograr el sonido que buscaba, le agregó el guión. Y así compuso mi nombre.
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