Vie 06.07.2012
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MUSICA › GRAN MARTELL PRESENTA MAÑANA EN NICETO SU EP UN VOLCAN LADO B

Amalgama de sonidos que conviven

El trío formado por Tito Fargo, Jorge Araujo y Gustavo Jamardo utilizó sintetizadores por primera vez en este disquito de cinco temas que completa otro similar, electroacústico, lanzado hace dos años. “Es sentir un aire nuevo”, dicen sobre los cambios.

› Por Cristian Vitale

“Tenemos una visión más abierta”, dicen los integrantes de Gran Martell.

Del fútbol, la conversación pasa al vinilo. A Tito Fargo, una estufa-farol, de esas que ponen los bares en la vereda cuando es invierno, le está quemando literalmente la cabeza. Jorge Araujo pide medialunas con café y Gustavo Jamardo engulle papas fritas. La polaroid ubica al power trío, de los mejores, hoy, en situación cotidiana. Fútbol y vinilo. Boca y Ten Years After. “¿Saben que el bajista de esa banda fue el que inspiró mi bigote?”, tira Jamardo, el del bajo bestial, y suscita la respuesta sorprendida de Araujo, el de la batería versátil: “Durante ocho años pensé que había sido Frank Zappa”. Fargo, el de la guitarra buceadora, mira y no dice nada. O dice otra cosa. Dice que Un volcán Lado B, EP de flamante edición que el trío presentará mañana en Niceto (Niceto Vega 5510), está pensado como si fuera un vinilo. Vuelta al principio, entonces: Fargo, Araujo y Jamardo le ponen marco vintage a su nueva criatura. A los cinco temas, en concreto, que Gran Martell pergeñó para completar Un volcán Lado A, editado hace dos años, con la pretensión de unir dos sonidos bajo un mismo concepto: electroacústico, el A; eléctrico, el B. Es tal la pretensión y no la de separar, como podría suponerse en abstracto, A y B en el sentido de hit y anti-hit. “La diferencia está dada por el sintetizador de Fargo y porque, no sé si nota, venimos de la época del vinilo”, esboza Araujo, y ríe.

La pata flamante de Un volcán –tercer disco de la banda en ocho años– está signada por la incorporación de un elemento algo extraño a la matriz instrumental típica de la banda. Un “capricho” de Fargo, dicho de otro modo, que retrasó casi dos años la edición del volumen 2. “Es algo que ya venía ocurriendo de alguna manera, porque el Lado A de Un volcán implica el momento en que Gran Martell sale de sus instrumentos: Tito toca algunos pianitos y la guitarra de doce cuerdas, Gustavo la guitarra acústica y yo la batería de parado. Esa fue una ruptura que nos entusiasmó, nos dio mucho aire, y esto plantea una nueva situación artística del grupo dada por la incorporación de sintetizadores de Fargo. O sea, Gran Martell pasa a ser un trío de bajo, batería y guitarra eléctrica con sintetizadores... Es sentir un aire nuevo”, sostiene el ex Divididos Araujo.

–¿Hubo más de conflicto o de consenso ante la innovación?

Tito Fargo: –Hubo un conflicto inicial. Yo siempre trato de estar a tiro con lo nuevo para no quedar fuera de foco, y en un momento me di cuenta de que estaba bueno lo que pasaba con algunos sintes actuales: tienen como motores virtuales que generan audios similares a los sintes antiguos. Y hasta encontrar uno que pudiera comprar y entender, perdí un rato. Cuando lo compré, lo llevé a la sala y no sabía ni enchufarlo. Cuando lo logré, sonaba horrible, y los muchachos dijeron: “No, eso no” (risas).

–¿Fue antes del Lado A?

T. F.: –Sí. Le tenía fe al aparato porque venía investigando a tipos que lo usaban y sabía que podía funcionar para usarlo bajo un concepto de guitarrista, porque no toco teclados. Es un aparato que se usa mucho para la música tecno, y lo adapté a lo nuestro.

Jorge Araujo: –Después de la dada de baja inicial, Tito volvió al ataque, pero ya en un contexto en el que el audio se puede entender más que en una sala, donde tenés que competir con otros instrumentos. Hubo que ajustar las frecuencias...

El ejemplo tangible radica en los cinco temas que pueblan el EP: “Seca dimensión”, “Ojos desiertos”, “Hablar, callar”, “Gran Dulón” y, casualmente, una vieja gema lado B de Almendra: “Vete de mí, cuervo negro”. “Hay una constante que se nota en los temas: no se sabe bien de dónde sale el audio, porque es como tocar la guitarra y el teclado a la vez, pero sin que se encimen y sin alterar el audio original de la banda. Me refiero a que no infecte la otra cuerda, el bajo que Jamardo toca con muchas notas con un sonido particular. El laburo, al cabo, fue no salirme del rol de guitarrista, porque el sinte aporta a la tímbrica, reemplaza algunos riffs de viola, pero no interviene en la génesis de los temas”, explica Fargo, aquel guitarrista de Gulp! y Oktubre, de los Redondos.

El cambio de piel granmartelliano radica también en otro giro: ni en el disco debut, aquel aplastante y sorprendente epónimo editado en 2005, ni en el hechizante Dos huecos (2008), el trío había hecho versiones de otros. Tampoco lo planeaba para Un volcán, pero el destino jugó su juego cuando un canal de televisión les ofreció tocar en vivo bajo la firme condición de que llevaran un cover. “Fue una decisión difícil... Dudamos, hasta que nos empujó el manager. Le tengo respeto a la propiedad intelectual de todos los artistas del mundo, incluso jamás escucho el cover de un disco, porque es el que menos me gusta de antemano”, se ríe Jamardo.

–Fue una decisión coherente con el disco, además. “Vete de mí, cuervo negro” es, si se quiere, un lado B del segundo disco de Almendra. ¿Por qué lo eligieron?

J. A.: –Porque iba caminando y me acordé de la melodía que cantaba cuando era chico. Un tema acústico que nosotros arrancamos con un shuffle bien podrido, y le cambiamos la tonalidad. Después lo empezamos a hacer en vivo, y la gente se copó.

–Del resto de los temas, otro giro podría estar dado por una impronta más pop que los discos anteriores, aunque, claro, restringida a los cánones estéticos de la banda. ¿Coinciden?

Gustavo Jamardo: –Hay una visión más abierta, sí; pero no me hace mucho ruido a pop.

J. A.: –A mí, puede ser. Si analizás la música de manera objetiva, el hecho de que haya sintes que estén marcando una secuencia genera una conexión con bandas más pop, y si le sumás alguna situación rítmica regular, en cuatro, puede ser que se genere esa mirada. Salvo “Gran Dulón”, todos los temas están en cuatro. A mí me gusta mucho Depeche Mode, por ejemplo. No descarto esa mirada.

T. F.: –No sé, pero sí sé que las melodías de Gran Martell están orientadas desde un concepto bien cancionero, por más que atrás haya un delirio sonoro (risas). Hay una amalgama de cosas que conviven y todo puede contemplarse.

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