Sáb 07.07.2012
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MUSICA › MEMO VILTE PRESENTA EL JUJEÑO CON CINCO SHOWS EN BUENOS AIRES

De diversión y de lucha

“Les vamos a llevar el Carnaval de invierno”, promete este músico nacido en San Salvador de Jujuy y criado en Purmamarca. Su disco debut, dice, fue pensado como “un regalo para los amigos”.

› Por Cristian Vitale

Se llama Edgardo César Demetrio Vilte, pero le dicen Memo, por el hermano menor de La Pequeña Lulú. Nació en San Salvador de Jujuy, pero se crió en Purmamarca. Y viene de ancestros en lucha. Del cacique Vilte, el último que resistió la avanzada conquistadora. De un padre, Bebo, referente y comunero de la comunidad indígena de Chalala y clave en la defensa de la cultura de la Quebrada. De una tía desaparecida. De un tío sindicalista (fundador del Sindicato de Empleados Municipales de Jujuy) y de otro exiliado. Tiene 34 años. Canta, compone y acaba de sacar un disco, El jujeño, que mostrará en Buenos Aires hoy, mañana y pasado en Expocaminos de La Rural (siempre a las 18) y esta noche en la peña Los Cumpas (Solís 485). “Nunca me imaginé llegar a Buenos Aires, no lo soñaba, pero Dios y la pacha lo quisieron y acá estoy... Les vamos a llevar el Carnaval de invierno”, promete él, a punto de partir. El Carnaval, que contempla una elipsis entre el popurrí de bailecitos y la selección de huaynos y carnavalitos que abren y cierran el disco, más una pata pedagógica. Diversión y lucha, dicho de otro modo. “Se cumplen 200 años del Exodo Jujeño y no quería dejar pasar la oportunidad porque, como cantor, tengo la responsabilidad de levantar nuestra bandera. Jujuy es una provincia muy rica en historia y cultura, y el Exodo es parte de la historia de Jujuy que se conoce poco. Estoy luchando para que se enseñe en los colegios de todo el país”, sostiene Memo.

Doble fin, entonces. Doble filo que el cantautor condensa en una máxima de acción. “La verdad es que hace tiempo que dejé de renegar por lo que no puedo hacer y me dedico a hacer lo que puedo, lo que sé”, sentencia. Lo que supo y pudo, además de concebir un disco representativo de la cultura del NOA, fue escribir, precisamente, una obra dedicada a los héroes anónimos jujeños que dieron la vida por la independencia. “Nombrarlos, darles una entidad, decir de las batallas que también tuvieron que ver con nuestra independencia: el coronel Alves Prado, Manuel Eduardo Arias... muchos jujeños desconocidos para el país. Así como los salteños se han encargado de posicionar a Güemes, que es como un héroe nacional con monumentos en Buenos Aires, los jujeños tenemos que hacer lo mismo.”

El “Himno a Jujuy”, casi una oda al Exodo Jujeño, y los nueve temas que pueblan El jujeño configuran entonces la justificación de los cinco recitales que Vilte dará en Buenos Aires. “La verdad es que el disco nunca fue pensado con una visión comercial. Lo siento como un regalo para los amigos, y para mi alma, por eso lo inicio con una guitarreada. Muchos me decían que la saque para que quede todo prolijo, profesional, pero lo parí así, y así es: con una serie de carnavalitos de ocho minutos, que no te pasan en la radio. No fue pensado como algo ‘che, vamo’a vender, vamos a hacer guita con esto’. Nada que ver: son temas que identifican una parte de mi vida”, dice. Los temas dan un equilibrio por cantidad y calidad. Hay cuatro suyos (“Ritual por un nuevo tiempo”, “Mi dulce veneno”, “La hora de los pueblos” y “Hechizo de amor”) y un resto de versiones vinculadas con la formación primera de Memo. “‘La chacarera del rancho’, de los Hermanos Abalos, me lleva a los tiempos en que recorríamos la provincia a caballo con mi padre y llegábamos a los ranchos, donde la escuchábamos en tocadiscos viejos. También sonaban ‘Luna Cautiva’, del Chango Rodríguez, o ‘Zamba por vos’, de Zitarrosa... Por eso digo en su introducción ‘gracias por tanto folklore’ y saludo a mi padre y a mi madre.”

–¿Y “Antiguo dueño de las flechas”? Hay que animarse después de las versiones de Mercedes Sosa y Jairo....

–Les debía un homenaje a las comunidades originarias. Es un gran aporte que haya venido Rubén Patagonia a grabarla conmigo: fue un momento místico y mágico. La introducción es un poema –“La hora de los pueblos”– en el que hago una referencia que habla de cuidar la tierra, de la minería... “Que el hacha no divida nuestros sueños”... Es una convocatoria a la unión de las comunidades, como cuando el cacique Vilte convocó a los guerreros de Purmamarca para hacer frente a los españoles. No sé, si bien yo canto para alegrar corazones, porque hay mucha tristeza en el mundo, también hay que cantar para sembrar conciencia. Y divertirse, porque los bailecitos, los huaynos y los carnavalitos tienen que ver con eso. Es lo que los jujeños escuchamos y cantamos con amigos cuando estamos lejos de casa. Por eso dura ocho minutos y, como dije, no lo pensé para que lo pasen en la radio y ganar plata.

–Sin embargo, el criterio estético de “Hechizo de amor” parece ser distinto. Es como un “hit” a la Jorge Rojas...

–(Risas.) Es una zamba que escribí en Cosquín cuando vi bailar a Sandra Farías, que en ese momento era una de las bailarinas de Juan Saavedra. Yo cantaba y decía “qué injusta que es la vida, porque el que canta nunca baila”, y entonces escribí un tema para las bailarinas, para hablar algo cuando nos bajemos, para que el cantor tenga algo que decir también en esos momentos... La verdad es que cuando las chicas bailan bien nos hechizan a todos.

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