“Nada mejor que tener un buen libreto como aliado; si no, la ópera se cae y hay que sostener todo con la música”, dice Rodolfo Fischer. Invitado frecuente en Copenhague, Dortmund, Lucerna, Basilea y en casi toda orquesta existente en Latinoamérica, este director chileno, que debutó en Buenos Aires al frente de la Orquesta Filarmónica en el marco del Festival Martha Argerich en 2003 y el año siguiente condujo la recordada versión de Ariadne auf Naxos de Richard Strauss para la asociación Buenos Aires Lírica, será el encargado de dirigir musicalmente la puesta de Così fan tutte, de Wolfgang Amadeus Mozart, que hoy subirá a escena en el Teatro Colón, a partir de una coproducción con la Opera de Santiago de Chile. Con régie de Michael Hampe, repuesta por Caroline Lang, escenografía e iluminación de Ramón López y vestuario de German Droghetti, el elenco estará conformado por Raúl Giménez, Virginia Tola, Hernán Iturralde, Adriana Mastrángelo, Graciela Oddone y Víctor Torres.

Fischer cree en el trabajo en equipo. Dice que no existe una buena versión musical si la ópera no funciona dramáticamente. Y señala que, en este caso, el trabajo de equipo comenzó en la propia composición: “Mozart contó con un libretista extraordinario, Lorenzo Da Ponte. Es seguro, además, que intervenía en el libreto y que, también, aceptaba sugerencias de Da Ponte. Cada uno encontró en el otro su compañía. Y eso se nota en Così fan tutte, que es una comedia perfecta y donde resulta increíble que, con tan pocos personajes, se logre tal tensión durante tres horas. De todas maneras, curiosamente no logró el éxito inmediato. En los comienzos del siglo XIX se veía a esta ópera como vacía de contenido y le costó muchísimo imponerse. Yo creo que lo que pasa es que sobrepasaba en modernismo las posibilidades de la época. Es una obra en donde lo que triunfa es la naturaleza del ser humano y eso, en ese entonces, resultaba hasta inmoral”.

Estrenada en Viena en 1790, Così fan tutte es el tercer trabajo de la dupla Da Ponte-Mozart, luego de Le nozze di Figaro y Don Giovanni y en esta ocasión se presentará en un total de seis funciones, con entradas a partir de $ 5. Además de esta noche, subirá a escena los próximos viernes 2, sábado 3, domingo 4, miércoles 7 y viernes 9 de junio, siempre a las 20.30 salvo en la del domingo 4, que será a las 17. En las funciones del 3 y el 7, por otra parte, actuará un segundo elenco integrado por Carla Filipcic Holm, Mariana Rewerski, Virginia Savastano, Carlos Ullan, Nahuel Di Pierro y Omar Carrión. En todas las funciones participará el Coro Estable del Teatro Colón, con preparación y dirección de Salvatore Caputo, y la Orquesta Estable del teatro. “Los dos elencos tienen características distintas, en cuanto a sonoridad; el segundo es mucho más joven”, comenta Fischer. “Pero con ambos se busca lograr un rango dinámico igualmente importante. Más allá del volumen, de lo que se trata es de que haya una diferencia entre el pianísimo (o la ilusión de un pianísimo) y el forte. Que haya en ambos casos transparencia, precisión, calidad de toque. Que el ataque, una palabra que no me gusta pero resulta clara, tenga que ver con su función, que no sea el mismo acompañando un aria u otra.” El director, que reconoce haber crecido con las versiones historicistas en el horizonte (“a diferencia de lo que pasaba con quienes se formaron hace treinta años”), afirma que lo más importante es “la visión pragmática. Hay cosas que no se pueden hacer, porque los arcos de los violines son diferentes de los de la época de Mozart, por ejemplo, y hay otras que sí, que tienen que ver con el fraseo, con la libertad del tempo. Eso, antes, era un tabú y ahora ya está incorporado a nuestra manera de interpretar. Esa flexibilidad, ese ir con el cantante y con el texto, hoy resulta natural. De la misma manera que la transparencia orquestal en lugar de la masa sonora que se buscaba antes”.