Podría tratarse de un chiste alemán. Pero, como en otros casos, es una obra de Mauricio Kagel, aquel autor nacido en la Argentina a quien se dijo que John Cage definió como el mejor compositor alemán de su época, aunque nadie, jamás, encontró la cita. Radicado en Europa desde 1957, cuando abandonó Buenos Aires por consejo de Pierre Boulez, fue, además de una de las mentes más lúcidas de la creación musical en el siglo XX y de crear –o por lo menos darle una entidad única– un nuevo género como la “pieza radiofónica”, uno de los creadores que más –y mejor– problematizó las propias leyes de la música de tradición académica.

La obra se llama Orquesta de dos hombres o, tal como se la ha traducido en esta ocasión, Dos hombres orquesta. Uno de esos dos hombres, Wilhelm Bruck, que trabajó junto al autor en la primera versión que se presentó, en 1973, en el festival de Donaueschingen, dice que al titularla de esa manera se respetan la música y el orden de las palabras del nombre en alemán, Zwei mann orchester. La composición es, en gran medida, la propia construcción de La máquina, un gigantesco instrumento construido con una variedad de posibles fuentes sonoras, desde pianos rotos a juguetes infantiles. Se trata, en palabras de Kagel, de “un automatófono no automático” que explora los límites de lo ejecutable y busca una solución “a la crisis de una institución en vías de extinción: la orquesta”. Y Bruck completa: “Somos dos intérpretes y podemos tocar lo que queramos siempre y cuando no nos movamos de las tarimas donde estamos sentados. Los instrumentos deben ser tocados siempre desde lejos”.

El y Matthias Würsch presentarán esta obra hoy a las 20.30, en la nueva sala Bicentenario del Teatro Colón. En el marco de dos ciclos, el Colón Contemporáneo y el de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín –ambos programados por Martín Bauer, que es, a la vez, director del Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata– y con funciones también mañana –a las 16.30 y a las 20.30– y el domingo 18 –a las 17–, se tratará del estreno latinoamericano de Dos hombres orquesta y los intérpretes realizarán algunas otras actividades, además de una gira que los llevará a Rosario y Córdoba. Bruck dará un taller y habrá, también, charlas en torno de la obra y la figura de Kagel con invitados especiales, estudiantes y oradores de la escena local, a quienes se sumará el musicólogo e investigador alemán Matthias Kassel, curador del archivo Mauricio Kagel en la Fundación Paul Sacher, en Basilea. Kassel hablará sobre “El teatro de instrumentos de Mauricio Kagel” y dialogará con los especialistas Pablo Fessel, Martín Liut y Abel Gilbert el próximo martes 20, a las 18, en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín.

El taller de Bruck, sobre “Cómo operar con fuentes de sonido experimentales. Preparación y muestra de una versión abreviada de Acústica, de Mauricio Kagel”, tendrá lugar el 21 y 22 en la Universidad Nacional de Quilmes. Ese día, a las 19.30, habrá una muestra al público, con entrada gratuita, en el Auditorio Nicolás Casullo de esa universidad (Sáenz Peña 352, Bernal) y, por su parte, Würsch dará dos conciertos de percusión y electrónica junto al compositor e intérprete de música electrónica Wolfgang Heiniger, e interpretarán obras de Martin Lorenz, Vinko Globokar, Rico Gubler, Georges Aperghis, Wolfgang Heiniger y Thomas Kessler. Las presentaciones serán el miércoles 21, a las 20, en el Auditorio Nicolás Casullo de la Universidad Nacional de Quilmes, y el viernes 23, en el mismo horario, en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA (Corrientes 2038).

“La partitura de Dos hombres orquesta no lo es en un sentido tradicional”, explica Bruck. “Kagel fija una serie de parámetros y da una cantidad de opciones. La obra se compone en cada versión y en cada caso esa composición comienza con la fabricación de la máquina, que incluye unos 200 instrumentos y artefactos sonoros enteros, intervenidos, caídos en desuso o incluso defectuosos. El material melódico, armónico y rítmico, y los modelos de secuencias motoras que se ofrecen en la partitura abierta de Kagel se acomodan al proceso de edificación instrumental para confluir en una construcción sonora que sintetiza la doble aparición de escultura cinética y obra musical.” Si bien aquella primera vez, en Donaueschingen, prefiguró en gran medida las versiones posteriores, Bruck dice que cada una es necesariamente distinta. “En esa ocasión trabajábamos en un galpón inmenso, donde teníamos libertad para montar la máquina. Había una cocina con una única hornalla y no mucho más. Y Kagel jamás estaba cansado. Nunca quería interrumpir. Fueron muchas las veces en que estuvimos allí sin parar desde la mañana hasta bien entrada la noche. Cuando la hicimos en la Opera de Basilea, fue montada en el foyer del teatro. El público salía de las funciones y se encontraba con lo que estábamos haciendo. Cada vez, la máquina fue distinta y la música también.”