MUSICA › BETTINOTTI-FERNANDEZ PRESENTARAN HOY ESQUIFUZOS, EN EL HOTEL BAUEN
“Somos como esos tipos que cuando entran a algún lugar el resto se aleja”, explican medio en broma los dos músicos a propósito del término lunfardo que usaron para titular su álbum, cuyo significado es “sucios, roñosos, asquerosos”.
› Por Cristian Vitale
¿Feos, sucios y malos? Algo así. Bettinotti-Fernández, el dúo de tango con alma de rock –o algo así, también– extirpó del arcón del lunfardo un término poco perfumado (“esquifuzo”), lo pluralizó y nombró así su disco: el séptimo de un trayecto que empezó allá por el 2003, hace casi diez años, con Los porteños de Gardel, y derivó en una prolífica discografía. La traducción del término al no lunfardo (sucios, roñosos y asquerosos) no tiene nada que envidiarle a la corrosiva fórmula del film que inmortalizaron Nino Manfredi, Francesco Annibali y Giselda Castrini en la Italia neorrealista de mediados de los ’70, aunque aplicada a la música y a una región, claro, pintada con otros colores. “Lo que intentamos decir es que nosotros somos esto, lo hacemos de esta manera y nos hacemos cargo de esto. ‘Somos los Esquifuzos que sin querer cometemos abusos’, dice el estribillo de una de las canciones”, despliega Alejandro Bettinotti, intentando una primera aproximación a la impronta del trabajo que el dúo –acompañado por Juan Barrera en guitarra eléctrica, Juan Mazal en batería y Javier Grego en percusión– presentará hoy, a las 22, en el Hotel Bauen (Callao 360). “Somos como esos tipos que cuando entran a algún lugar el resto se aleja (risas), un poco como el ‘bancate ese defecto’ de Charly García”, sigue el pianista, compositor y cantante.
Las historias y la estética que, fundidas, nutren las diez piezas propias de Esquifuzos explicitan precisamente tal identidad irreverente. Hablan, sostenidas en un andamiaje musical que ama el tango pero besa el rock, de temas diversos que pueden unirse en algún punto: la cosa cotidiana. De esa milanesa que un laburante guarda en la heladera antes de irse a trabajar, fantasea todo la jornada con comérsela al regreso, y al regreso la milanesa ya no está (“La milanesa”). De las hamburguesas y sus promotores cipayos que inundaron el país de los mejores bifes del mundo (“Che, ¿vos quién sos?”). De aquel descubrimiento que habla del genoma de las avejas como superiores a los seres humanos (“Insectos”). O de una (auto)crítica mordaz al porteño tipo (“Los porteños de Gardel”). “Las historias surgen de hechos cotidianos y en casi todos los casos son situaciones vividas y sentidas. Siempre son cuestiones muy ligadas a lo común. De un hecho que podría parecer común siempre puede derivar en una canción. En realidad, suelo ir con algún cuaderno para poder escribir, me ha pasado que he tenido ideas y he tenido que entrar a un locutorio para grabar en el contestador de mi teléfono esa idea o esa observación porque no tenía un lápiz a mano”, cuenta Bettinotti.
–A ustedes se los define como “tango rock”. ¿Es un estigma o la realidad?
Hernán Fernández: –No sé si es correcto el termino de tango rock, aunque sí hay una herencia, porque ambos géneros tienen mucho en común. Nuestro rock es como una reencarnación del tango, tanto desde sus letras como desde su actitud. Me refiero a Charly, a Fito, a Spinetta...
Alejandro Bettinotti: –En cuanto a lo específico del tango rock, bueno, el tango es un estilo que se creó acá en el Río del Plata y el rock argentino también. Los primeros en cantar al rock en castellano fuimos los argentinos y entonces hicimos de eso algo muy nuestro, con nuestra propia identidad. Si bien en un comienzo ambos estilos tuvieron sus enfrentamientos y sus tensiones, después de tantas décadas de existencia forman parte de una identidad común, presente. Si sumamos el folklore y la cumbia, también está bien, aunque mis influencias también pasan por Lennon, Dylan, Sumo, The Clash... Todos han influido en mi vida.
–¿Queda algún vestigio de Señores Monos, la banda de rock and roll que derivó en la formación del dúo?
A. B.: –Con Señores Monos grabamos y editamos el disco Ya en el coche policial el desequilibrado no muestra arrepentimiento, cuyo título es en homenaje a un interno del Hospital Borda. El disco se editó alrededor del año 1992 y tiene doce temas. En 1998 grabamos un segundo material que llamamos El fin de la fantasía, que nunca editamos. Hay algunas letras que han continuado, cambiando la música, por ejemplo “La mitad de nuestro amor”. Hay otros temas que venían ya con una impronta más tanguera y ahora perduran como “Che, ¿vos quién sos?”. “Acabado” también es un tema de la época de los Monos, es un tema que habla de los cartoneros, y con los Señores Monos musicalmente lo hacíamos muy rockero.
–¿Cómo funciona la dinámica entre el ex alumno y el docente? La referencia alude al momento en que se conocieron en las clases de música de la escuela municipal 7 de Palermo.
H. F.: –Somos amigos hace rato (risas).
A. B.: –En lo personal no me interesa ni me gusta para nada esa cuestión de “docente o maestro”, y mucho menos en un proyecto artístico que se necesita convivir en tantas y tan distintas situaciones. Hace años que mantenemos una amistad y que también habla de la tolerancia de parte de ambos luego de tantos años de laburo.
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