MUSICA › DISPARO EN LA NOCHE, UN DISCO-DOCUMENTAL SOBRE EL TANGO DE HOY
El CD, encarado por el pianista y director de la Orquesta Astillero, Julián Peralta, incluye doce nuevas piezas abordadas por intérpretes de la actual generación.
El documental dirigido por Alejandro Diez registra la grabación y le da sustento visual.
› Por Cristian Vitale
“Me leyó una gitana en la borra del café que vuelve el tango”, suelta el recitador porteño Martín Otaño, y esa frase inaugural pasa a la praxis en imágenes. Tomas de Omar Mollo grabando el uruguayo “Rocanrol”. También del cordobés Aureliano Marín, de Juan Subirá, Hernán “Cucuza” Castiello, Alejandro Guyot y Ariel Prat, entre otros, haciendo lo mismo... aportando sus voces a Disparo en la noche, un disco de tango-canción (sustentado en imágenes) que determina la intención: reflejar el retorno algo subterráneo, paulatino, pero vivo y constante, del género a la ciudad que lo vio nacer. “Vuelve el tango, señores; y que vuelva nomás, si está en su casa”, sigue recitando Otaño en honor al autor de “Vuelve el tango”, el héroe que ya no está: Jorge “Alorsa” Pandelucos. Es, en sintonía igual, el primer track del disco y la primera referencia concreta del documental dirigido por Alejandro Diez y pensado como sostén necesario del trabajo discográfico que encaró el pianista y director de la Orquesta Astillero, Julián Peralta. “La idea surgió de una nota periodística en la que alguien dijo que no había más autores de tango. Eso es cualquiera... acá tenemos, de entrada, doce autores, doce músicos y doce cantores, y es la punta del iceberg, porque hay muchos más”, señala el músico sobre el disco de flamante edición, que –dicho está– contiene doce nuevas piezas de tango canción, abordadas por otros tantos intérpretes de la actual generación y musicalizada por una Orquesta Típica que suma siete músicos a los Astilleros estables.
“Se trata de mostrar todo lo nuevo que está pasando con las canciones del género, porque en la cosa instrumental hay muchos grupos que lo están sosteniendo bien, pero la canción tiene una dificultad mayor. Llegado el momento en que hay un material importante de canciones de un tango muy under, de tugurio y de barrio, se me ocurrió que era importante darle visibilidad”, insiste Peralta sobre tal tarea, expuesta en sonidos e imágenes. El documental respeta la cronología de su brazo sonoro. Primero va “Vuelve el tango” (Alorsa por Otaño), que el director decidió dejar sin música por razones de honestidad estética. “La verdad es que no puedo arreglar nada de Alorsa y pretender que quede bien. Su obra es maravillosa, pero relajada, y yo escribo cosas más obsesivas, trabadas. La conclusión fue: tiene que ir el recitado pelado, porque si le pongo algo arruino al Gordo, le rompo el humor”, se ríe él. Después suenan –y se ven– el desgarrado tango-murga “Perdidos” de Miguel Suárez por Aureliano Marín, la intimidad del ensayo de “Regin”, pieza del Tape Rubín abordada por Juan Villarreal en el Teatro Orlando Goñi; la grabación del mordaz “Algunos miran, otros hablan” del joven Juan Seren, cantada por el carismático Black Rodríguez Méndez; de “Hoy”, con la voz de Juan Subirá y un devenir concatenado de tangos de la era: “Cadencial”, del mismo Peralta y Federico Maiocchi, por Julián Bruno; “Mi involución”, de Acho Estol por Cucuza Castiello; “Para siempre”, de Elbi Olalla por Victoria Di Raimondo; “El tango que no silbó”, de Subirá y Salvador Batalla, por Miguel Suárez; “Capataz”, de Peralta y Guyot por Guyot; y “Rumba y tres saltos”, de Pepe Céspedes y Ariel Prat, por el mismo Prat, piezas que desembocan en “Rocanrol”, temazo del autor oriental Edu “Pitufo” Lombardo abordado por Omar Mollo.
“Al elegir los temas me sentí Pekerman –se ríe Peralta–. Era entrar y decir: ‘¿Qué jugadores quiero en mi equipo?’. Y lo primero que define la elección es qué lenguajes musicales son afines a las versiones que podés hacer. En lo general, los temas elegidos tienen que ver con esto. El que canta Mollo es un caso bien ilustrativo... más allá del espíritu del tema y de semejante apellido que liga con él, pensé en Mollo cuando escuché la palabra ‘bacanal’... al toque se me aparecieron su voz y su cara”, sostiene el pianista y compositor que, dicho está, sumó siete músicos a Astilleros para llegar a status de típica. “Esta formación le da una especie de impacto, de grandiosidad al trabajo que logra superar el hecho de ver un tipo tocando y defendiendo una canción en un barcito con una guitarra. Por ahí la canción es genial, pero el hecho de no tener un marco hace las cosas más complicadas. Por eso la típica, al tener un ‘humor’ institucional, colabora con su difusión.”
La grabación del disco fue maratónica y vertiginosa: tardó cinco horas y media, que el documental condensa y refleja en 70 minutos, mechando fragmentos de las tomas con el desmenuce de cada canción a cargo de autores e intérpretes, y una línea secuencial contundente que Diez consideró un deber retratar. “Cuando un género tan propio como el tango tiene tan poca difusión, meterle cámara y registrar lo que está pasando es una responsabilidad, un deber, y me parece que esta película es el resultado de eso”, dice el realizador, que se integró a la orquesta como escenógrafo e iluminador, luego de una experiencia mochilera por el mundo. “Estaba viajando, pasé un tiempo por Buenos Aires y vi un concierto de Astillero. Tenía pensado volver a recorrer el mundo, pero ese show me dio un cachetazo y me dijo: ‘No te podés ir si está pasando esto acá’. Y empecé a filmar todo lo que pasaba con la Orquesta: los ensayos, el armado de los temas, las giras, todo lo cotidiano, digamos... es tan grosso lo que está pasando con el tango hoy, que tiene que ser mostrado en todos los formatos posibles”, cierra Diez, el Astillero que pone el ojo donde los demás clavan las notas para decir lo mismo.
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