Domingo, 23 de diciembre de 2012 | Hoy
MUSICA › BALANCE DE LOS LANZAMIENTOS Y LAS VISITAS INTERNACIONALES ROCKERAS DE 2012
Roger Waters, Bob Dylan, Madonna, Pulp, Lady Gaga, Suede, CSN, Foo Fighters, Arctic Monkeys y Björk fueron algunos de los nombres que ocuparon las carteleras durante este año. Pero también hubo lugar para artistas como Ariel Pink, Dirty Projectors y Tame Impala.
Por Luis Paz
Y, entonces, un día Roger Waters trajo el muro a la Argentina. Y después otro día. Y otro más. Fueron nueve River los que el ex Pink Floyd inundó al comienzo del que fue el año calendario con mayor cantidad de bandas internacionales en el país: leyendas del rock (Waters, KISS), el pop (Madonna), la música tradicional estadounidense (Dylan; Crosby, Stills & Nash), el rock alternativo de los ’90 (Dave Grohl y Foo Fighters, Jane’s Addiction, Garbage) y la imprescindible Björk. Además de ellos, bandas y músicos de todo el mundo se presentaron en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza y otras metrópolis, amontonando visitas de culto, asistencias brit pop, artistas en ebullición, glorias revividas y bandas con canciones que fueron usadas para publicidades. También aparecieron discos fundamentales, hubo retornos esperados y desesperados, saltos de calidad y altos debuts registrados en CD; justo en el año en que descargas ilegales y derechos de autor fueron temas cruciales para la jefatura empresaria de la industria. Hubo, asimismo, despedidas definitivas para Adam Yauch y Ravi Shankar. Y una gran cantidad de horas-concierto le fueron ganadas al Fin del Mundo.
De esa porción de los hechos internacionales que más de cerca toca a los argentinos –los conciertos de artistas extranjeros–, la tajada mayor la cortó Roger Waters. Armado en torno del notable disco de Pink Floyd, el monumental espectáculo The Wall ocupó el estadio de River durante nueve lunas de marzo, desarrollando explícitamente la filosofía de la sugestión y una escenografía de las más imponentes e interactivas que se hayan visto aquí. Madonna y Lady Gaga, reina y princesa del pop masivo, edificaron con sus giras MDNA y Born This Way Ball otros muros fetichistas de celebración con puestas igualmente ambiciosas, aunque con discos menores al lado de aquél de Pink Floyd. Waters denunció con un video en las redes sociales el pedido de coima por parte de un policía durante su visita, Lady Gaga fue distinguida por el Inadi y Madonna comenzó el primer show (de dos porteños y uno con tonada cordobesa) dos horas tarde porque tenía fiebre. Su gira fue la más exitosa en todo el mundo: 228 millones de dólares y 1,6 millón de asistentes.
El despliegue de conciertos internacionales, que superó incluso la cosecha record de 2011, opacó en parte la producción local de espectáculos en vivo. Lo hizo por varias razones: muchos visitantes trajeron conciertos imponentes, pero asimismo el notable desembolso de dinero para acceder a ellos les jugó en contra (nuevamente) a los argentinos, que por lo demás no brindaron, en general, recitales tan impactantes. Nuevos festivales se sumaron a la grilla argentina: Maquinaria, Ultra Music. En tanto, los habituales (Quilmes Rock, Pepsi Music, Personal Fest, Creamfields y Moonpark) ocurrieron sin demasiadas sorpresas, pero con algunos aciertos. En todos ellos, el foco estuvo sobre los que venían de afuera.
Sin necesidad de otra cosa que una guitarra, muchas voces (todos esas que escapan de su garganta) y un repertorio imbatible pero agitado hasta dificultar el reconocimiento, la de Bob Dylan fue una de las llegadas más memorables gracias a sus cuatro shows en el Gran Rex. Luego autor de uno de los discos cenitales del año (Tempest), el juglar de Minnesota puso a dialogar a los ’60, o por lo menos a lo que fueron sus obras sobre aquella década, con 2012; y en cuatro jornadas se vindicó como guardián del tiempo. Crosby, Stills & Nash encarnaron otro de los conciertos de música tradicional más salientes. En tanto que Neil Young estuvo a la vuelta de la esquina: aunque no actuó en el país, con Americana (de versiones) y el notable Psychedelic Pill, sus nuevos discos con Crazy Horse, ofreció una demostración inefable de habilidad rockera también enfocada en el tiempo.
Desde las primeras páginas de las historias del rock, hubo un fenomenal concierto de Robert Plant. La voz de Led Zeppelin se dibujó en el relato del año con una gira de canciones al calor de una hoguera de instrumentos no tradicionales sobre la que invocó leyendas y fábulas; pero también por la proyección de Celebration Day, film que registra la reunión de Zeppelin (con Jason Bonham en lugar de su padre John “Bonzo”) en 2007, y la edición en CD y DVD de ese documento. Hablando de rock filial, James McCartney, el hijo de Paul, anunció que con Sean Lennon y Dhani Harrison pensaron armar un grupo para salir a tocar canciones de sus padres. Por suerte, no pasó.
Los Beatles se divorciaron hace 42 años pero siguen teniendo su micro en las noticias diarias: este año por la aparición de las reediciones de sus vinilos remasterizados y del compilado exclusivo de iTunes Tomorrow Never Knows, a la vez que por subastas, homenajes y DVD de shows inéditos. Paul McCartney sacó un disco nuevo, Kisses on the Bottom, que rescata esa porción del cancionero americano que por herencia le fue más propia. En el mismo tren, aunque esta vez como maquinistas, los Rolling Stones tuvieron un año movido: se juntaron, publicaron el compilado Grrr! por su medio siglo de vida, y dieron cuatro prometedores conciertos que quizás hayan sido el anticipo de una gira mundial conmemorativa de sus bodas de oro.
La tríada fue completada por Beach Boys (y si se prefiere un cuarteto, Creedence Clearwater Revisited sí vino al Luna Park), reunidos para That’s Why God Made the Radio. El icono adolescente de la televisión Davy Jones, que se subía a The Monkees durante el estallido Beach Boys, falleció este año. También Jim Marshall, astro de los amplificadores; Ravi Shankar, el genio del sitar; Jon Lord, matriz experimental de Deep Purple; Adam “MCA” Yauch, indispensable tercio de Beastie Boys; Whitney Houston y Bob Welch.
De los primeros años del hard rock, KISS se impuso ante AC/DC, al menos para el público local. Está bien, los australianos publicaron otra versión de Live at River Plate, en este caso un CD doble; pero los enmascarados tuvieron un alcance horizontal accidental, por la publicidad que los cruzó con La Mona Jiménez. El mérito propio del combo estadounidense estuvo en el disco Monster, aparecido hace unos meses, y en su manejo del marketing: sacaron papel higiénico en conjunto con Hello Kitty, un libro gigante y hasta un circuito de mini-golf-monstruoso-de-KISS. Van Halen, con A Different Kind of Truth; y ZZ Top, con La Futura, regresaron al noticiario rock, al igual que el ex Dire Straits Mark Knopfler, que lo hizo con el CD doble Privateering.
En cuanto al foco de la actualización del rock valvular más clásico y polvoriento, The Black Keys fue uno de los actos buenos de la temporada. El camino, su aclamado disco de 2011, salió en diciembre de ese año, por lo que podría tomárselo como un álbum de éste. Se convirtieron en acto central de festivales y figuras crossover en Estados Unidos. En abril del año entrante actuarán en un festival en la Argentina junto a Pearl Jam.
La reaparición de nódulos en su garganta le impidió a la islandesa Björk actuar al aire libre en el marco de un festival, pero sus actuaciones a caballo de Biophilia, ocurridas en el Centro Municipal de Exposiciones en el marco del Personal Pop Festival, fueron inquietantes, modernas y fundamentales. Björk desnudó en ellas las relaciones de ciencia y tecnología, materia y espíritu, vanguardia y belleza horizontal. No es que por extraña su actuación haya sido mejor que la de Dylan, pero corona el sentimiento de que la inquieta artista es una de las más revolucionarias de la época.
El rock que en los ’90 marcó un hito alternativo en Estados Unidos llegó a la Argentina en tren de consagración más que como novedad o expansión de algún límite. Fundamentalmente Foo Fighters, que cerró las dos jornadas internacionales del Quilmes Rock en River ante miles de fanáticos y frente a la embestida de la tormenta de abril; también Garbage, Creed y Jane’s Addiction. Y desde Gran Bretaña, entraron a la máquina del tiempo Suede y Pulp. Aunque en este caso haya que deshacerse de la idea simplona de la moda retro: fueron shows ejemplares y apabullantes, demostraciones tanto de poesía, ritmo y clase como una revisión crítica y cítrica del sentido común. Los Happy Mondays también volvieron, gratis en Puerto Madero.
Pese a no haber sido impactante, la presentación de Morrissey en GEBA marcó un alto punto en el anuario por riqueza de canciones, elegancia y puesta en escena del conflicto humano: el ex Smiths hiló su discografía en banda y como solista en una noche de emociones fuertes. Al igual que Gruff Rhys, de los Super Furry Animals, que no dejó imparciales a los que se acercaron al show que brindó en marzo en Niceto Club: una experimentación sobre la canción que expande sus límites. En tanto que Noel Gallagher también pasó por GEBA, aunque con un concierto liviano y algo desprolijo.
El rock más bien reciente ocupó permanentemente los espacios porteños de mediana capacidad y también siguió inmiscuyéndose en los festivales del palo. Los músicos noveles, subterráneos y de culto aportaron algunas cosas impactantes. Entre las actuaciones de Ariel Pink en Niceto Club, de Dirty Projectors en el Personal Fest y de The Horrors en La Trastienda Club está parte de lo mejor. De esta generación, el acto más convocante fue Kings of Leon, cierre de una jornada del festival de la telefónica, y también los Interpol actuaron en un evento de otra compañía del rubro, el Movistar Free Music. Ambos conciertos fueron aburridos y monótonos y artísticamente estuvieron detrás de los previamente citados. A medio andar entre las primeras tres iluminadas actuaciones y estas opacas últimas dos, llegó The Kooks. Siempre en materia de rock internacional con foco angloparlante, algunas escenas contemporáneas demostraron su injerencia en el globalizado público local que, pese a no poder acceder a algunos discos foráneos por no haber sido editados aquí, acompañó los nuevos movimientos urbanos. Fue el caso de lo ocurrido con las presentaciones del as del dubstep Skrillex en el boliche Groove, de los intrépidos y psicodélicos tUnE-yArDs, Tame Impala y Of Montreal (todos en Niceto Club), y de Feist en el teatro Opera.
En los andariveles del recuerdo de escena, lo de Dinosaur Jr. mostró el estado físico de una banda que aportó a este siglo con tres discos y fue la frutilla ácida del postre alternativo precedido en años anteriores por los platos principales Pixies, Sonic Youth, Pavement y Yo La Tengo. Mejor dicho, una de las dos: Thurston Moore, con foco en su tercer CD solista, Demolished Thoughts, también aportó a la continuidad sentimental del rock con más vértices y ruidismo de los ’90. También se rindió culto a Atari Teenage Riot, VHS or Beta, Robyn Hitchcock, José González y Mogwai.
Los músicos electrónicos más nuevos rindieron más que los históricos y los figurones: Justice y Chromeo, en sus shows particulares, dieron más pautas de la modernidad del dance que los presentes en Creamfields; la Moonpark funcionó bien y debutó aquí el Ultra Music Festival. El rock de matriz pesada tuvo su permanente dosis de testosterona con actuaciones de Slash, Black Label Society, Mastodon, Motörhead, Manson y Slayer. Los últimos dos detonaron la primera fecha del debut del Maquinaria Festival en la Argentina, pero la segunda fue cancelada debido a otra tormenta grossa, la de noviembre. De baja se dieron muchos: Fiona Apple no vino porque su perra enfermó, Kasabian se bajó a última hora y bandas menores también se borraron.
Por otro lado, el rock & pop en español aportó sus páginas también: Café Tacvba registró un notable disco –titulado justamente El objeto antes llamado disco– con algunos contenidos grabados en Buenos Aires y además actuó en el Movistar Free Music en el Planetario; Molotov dio un poderoso show en el cierre del Personal Fest y Calle 13 apareció hasta en el 130º aniversario de La Plata. Los colombianos Bomba Estéreo se radicaron en el país y prendieron fuego los boliches. Y No Te Va Gustar se ubicó como la banda rioplatense pos año 2000 más convocante, pero por otra parte debió afrontar la muerte de su tecladista Marcel Curuchet en un accidente vial.
Entre el cierre de MegaUpload por el FBI y las intervenciones PIPA y SOPA, destinadas a proteger la propiedad intelectual de los músicos y combatir las descargas ilegales; el alza de la venta digital y de los precios de los discos físicos; la atronadora cantidad de reediciones y la consolidación de una industria transnacional cada vez más concentrada (Universal compró EMI y ahora sólo quedan ella, Sony y Warner). En ese contexto se movió este año la industria discográfica, que se vio saturada de actos pretéritos, de figurones pop, de melancolía frígida y de actos adolescentes. Adele, uno de los fenómenos del año, vendió 8,5 millones de copias de 21. Y entre Coldplay (Milo Xyloto), el jefe Bruce Springsteen (Wrecking Ball), Gotye (Making Mirrors) y Mumford & Sons (Babel), otros siete millones. Rihanna, One Direction, Lana del Rey, Maroon 5 y Justin Bieber son los otros más vendidos, según cifras oficiales a noviembre. En Argentina, los Stones (Grrr!), Aerosmith (Music From Another Dimension), AC/DC (Live at River Plate), Zeppelin (Celebration Day) y la aparición del primer disco de Almendra entre los diez más vendidos según Capif, dieron muestras de la predilección del público local por las leyendas del rock.
En los ámbitos más reducidos de éxito comercial, pero dotados igualmente de calidad indudable, fue notable la aparición de discos como Channel Orange (Frank Ocean), Blunderbuss (Jack White), Coexist (The XX), Visions (Grimes), Master of My Make-Believe (Santigold), la explosión metalera de Koloss (Meshugggah), In Our Heads (Hot Chip), Words and Music by Saint Etienne (Saint Etienne), Between The Times & The Tides (Lee Ranaldo), Sun (Cat Power), Folila (Amadou & Mariam). Y a los mencionados de Café Tacvba, Bob Dylan, Paul McCartney y Neil Young como parte de lo más relevante del año, se sumaron aportes elementales de Leonard Cohen (Old Ideas), Dr. John (Locked Down) y Patti Smith (Banga). El de Rocket Juice & The Moon fue un proyecto atípico: Damon Albarn (Blur, Gorillaz), Tony Allen (diseñador del pulso rítmico del afrobeat en Africa 70) y Flea (Red Hot Chili Pe-ppers). Damon Albarn encabezó otra revuelta de Blur, que publicó un gran DVD de registro de su actuación en Hyde Park de este año, denominado Parklive. Reediciones (The Velvet Underground & Nico, Nuggets, Slowhand de Eric Clapton, Rumours de Fletwood Mac) y recopilaciones (The Faces) varias completaron un asfixiante año en el que la Argentina se elevó hasta el lugar de inevitable sitio donde actuar para bandas no sólo históricas, sino también noveles y hambrientas.
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