A esta altura resulta casi obvio afirmar que los ’90 fueron años en los que el rock barrial impuso su peso específico. Sin embargo, en esos años se gestó en el under una “movida” de bandas que proponían otros sonidos y una forma diferente de mirar la realidad. El éxito de Babasónicos fue determinante para que un público masivo empezara a mirar con otros ojos a bandas como Los Látigos y Victoria Mil. Que, precisamente, este fin de semana presentan sus discos más recientes en ámbitos que hasta hace un tiempo les hubieran quedado demasiado grandes. Hoy, Victoria Mil mostrará Estoy bien bien bien en La Trastienda (Balcarce 460) y mañana, Los Látigos repasarán Hombre en el ND/Ateneo (Paraguay 918). Aunque se trata de artistas muy diferentes entre sí, se podrían anotar ciertas coincidencias: llevan una década de carrera, lograron su primer contrato discográfico con su álbum más reciente y eso los ha hecho acceder a una difusión que antes se limitaba a cierto apoyo mediático, pero poco más.

“Fue un proceso lento pero concreto –reconoce Miguel Castro, cantante de Victoria Mil. Hicimos un camino solos y eso nos hace tener un piso firme–. Con nuestro background, sabemos que no nos van a echar, sino que tenemos la oportunidad de volar más y de concretar los delirios que tenemos pensados.” En la canción ¿Cuál es tu rock?, de Hombre, Los Látigos se ponían en la vereda de enfrente del rock mainstream, pero el disco explotó en México de la manera menos pensada y lo reeditó una compañía multinacional. “Nos encanta que eso se nos vuelva en contra”, se ríe el cantante Marcelo Zeoli. “Aunque, por supuesto, el planteo estaba hecho de una forma irónica. Al fin y al cabo, uno hace música...”

Música y delirio

“Siempre fuimos en busca de experiencias nuevas: tiene que ver con desacostumbrarse, con cambiar disco a disco, con no estar siempre en el mismo lugar –afirma Castro, de Victoria Mil–. Y no sólo en la música, somos buscadores como personas. Siempre tuvimos esa intención psicodélica, que representa una búsqueda de algo nuevo. Y tratamos de plantear eso en vivo: queremos que el público se vaya drogado sólo por ver el show. Vamos a producir un estado, a movilizarle algo a la gente. Es como pasaba con los Ramones: la gente que los veía pensaba que ellos también podían hacer música. Si Victoria Mil tiene un contrato, los demás también pueden.”

–¿Para eso hay que insistir durante diez años?

–Creo que sí. Nada te garantiza que te vaya bien, pero estamos queriendo decir algo hace tiempo. En todos estos años hemos ganado más prestigio que gente, pero el prestigio no es fácil de obtener. Más bien que nos hubiera gustado que nos fuera mejor antes, porque hasta hace dos años vendía mi colección de discos para comer. Pero nuestro trabajo tenía que ser fructífero porque lo hicimos con amor y con una entrega total. Por eso, recién ahora empezamos a ser parte del sistema, pero sin serlo.

–Y ahora pueden apuntarle al delirio con respaldo.

–Claro. Si hacés un rock superficial y tonto no vas a poder decir nada, pero para mi forma de ver la música, desde Babasónicos hasta Intoxicados, vamos hacia lugares a los que no todos van y traemos cosas para mostrarles a los demás. Hay gente que da todo por el rock y eso vale un montón, porque le hace bien a mucha gente.

–¿Y qué es lo último que han traído?

–Un poco de realidad, de claridad. El disco refleja esta claridad que estamos tratando de encontrar después de la confusión y la oscuridad.

Vía México

La canción Luces sensacional, de Hombre, llegó a las manos de un programador de la radio mexicana Reactor. Y como se trataba de una emisora nueva y estatal, no había pauta de por medio: el tema sonaba; la gente comenzó a pedirlo; otras radios se hicieron eco... El teléfono sonó encasa de Marcelo Zeoli: le proponían firmar con una multinacional. “Cuando fuimos a México por primera vez, nos dimos cuenta de que todo eso que nos contaban que pasaba con nosotros era cierto. Y fue un flash, porque fue de un día para el otro”, explica el cantante. El primer show de la banda fue en el Festival Vive Latino. “Cuándo estábamos por tocar se largó a llover, entonces se demoró un poco el show”, recuerda Zeoli. “Y se escuchaba al público ‘¡Lá-ti-gos! ¡Lá-ti-gos!’. Pensé que me estaban jodiendo. ‘¿Qué es, una cámara oculta?’.” La banda ya tiene canciones suficientes para su cuarto trabajo, que aparecerá en octubre. “No queremos perder el rock, pero sí que suene más dance y más moderno”, adelantan. Antes, en México saldrá un EP con tres temas nuevos y remixes, y a fin de año la banda girará por todo el país. “Está bárbaro, pero es rarísimo”, dice Zeoli.

–¿Ya se habían acostumbrado a tener que pelearla?

Marcelo Zeoli: –No, en la música no la peleás. Salimos a tocar y nos divertimos un montón, más que cualquier fin de semana en el que no tocamos. Si a eso le sumás hotel cinco estrellas y guita...

–¿No se preguntan por qué no les pasó antes?

Gonzalo Campos (guitarra): –A otros no les pasa nunca. No renegamos de la situación: nos agarró en un buen momento como grupo, en el que estamos felices por cómo estamos funcionando en vivo, con un grupo afianzado, estamos más serios, con menos ganas de boludear.

M. Z.: –No nos emborrachamos tanto en los shows, así que podemos tocar bien. Si nos pasaba de más chicos, por ahí nos hubiéramos incendiado.

–En sus influencias se nota mucho el pop rock argentino de los ’80.

M. Z.: –Está bien, porque es la época en la que crecimos y empezamos a escuchar música. Virus, por ejemplo, es una influencia muy importante para nosotros, pero no sonamos como ellos... Hay muchas influencias más, como el glam de los ’70, y la mezcla nos vuelve personales. Es que hoy, más que perseguir la novedad, la búsqueda de un grupo tiene que ser mostrar lo que entendió de la cultura y la historia del rock.