Domingo, 3 de marzo de 2013 | Hoy
MUSICA › ERNESTO ACHER GRABO SU HOMENAJE A PIAZZOLLA
El ex Les Luthiers registró en CD su concierto de 2011 en el Astral. “La idea fue mostrar que la música de Astor puede ser vertida en diferentes contextos, sin perder su esencia”, dice.
Por Cristian Vitale
Supóngase que es la década del sesenta del siglo pasado y alguien está viendo a don Astor Pantaleón Piazzolla en Jamaica 676. Que es de los suyos, se emociona mucho y muere por interpretar su música, pero en otro contexto. Y que resuelve hacerlo con una orquesta de cámara y sin bandoneón, apoyado “solamente” en un conjunto orgánico de violines, violas, chelos, contrabajos, oboes y clarinetes. Que las piezas que elige van desde las muy conocidas (“Adiós Nonino”, las cuatro estaciones porteñas, “Lo que vendrá” o “Libertango”) hasta hallazgos dentro o fuera del bando piazzolliano: “Marrón y azul”, “La mufa” o “Bandó”, por nombrar algunos. Supóngase que lo hace y le sale bien. Ernesto Acher, el ser supuesto, se convertiría sin más en foco de insultos, querellas públicas y acusaciones de herejía musical. ¿Piazzolla sin bandoneón?, ¿Piazzolla sin Piazzolla?, ¿encima que Pia-zzolla no hace tango, éste se atreve a esto?, preguntas contrafácticas que, por suerte, el ex músico de Les Luthiers y La Banda Elástica responde desde lejos favorecido por los tiempos que corren. Otros, claro. “La idea fue mostrar que la música de Astor puede ser vertida en muy diferentes contextos, sin perder su esencia”, cuenta el Acher ‘real’ a Página/12 enmarcando al disco -–llamado Homenaje a Piazzolla– en su propia impronta.
–¿Razones ideológicas, estéticas o de las dos?
–Estéticas, digamos. Salvo excepciones, la obra de Astor es camarística, sólo que esta vez elegí un formato académico.
Acher, quien además de su experiencia con Les Luthiers y La Banda Elástica también fue arreglador y orquestador del pianista de jazz Jorge Navarro, vive en Chile desde hace once años. Los primeros tres los pasó en Concepción, al sur del país trasandino; los siguientes ocho en Santiago y hace pocos meses se trasladó a Linares, un pueblo ubicado a 330 kilómetros de la capital trasandina. Según él, porque le gusta la aventura. “La paso bomba”, confiesa. “Compongo, arreglo, dirijo, doy clases y me gusta la aventura... la verdad es que aquí está lleno de bellos lugares, cada uno con su propio encanto, pero finalmente elegí la vida de provincia, tranquila, silenciosa, con muchos paseos al alcance de la mano y muy rica comida. Y en cuanto a lo musical, Chile es diferente, quizás no tenga la variedad y amplitud de Argentina, pero tiene proyectos a largo plazo, al menos en mi ámbito, muy superiores y sólidos”, opina. Su homenaje a Piazzolla, sin embargo, fue registrado en noviembre de 2011 en el Teatro Astral de Buenos Aires, junto a una orquesta de cámara integrada por veinte músicos (diez violines, tres violas, tres violoncelos, dos contrabajos, oboe y clarinete) más el coordinador Gabriel Pinette. “Decidí grabarlo así porque creo que en el vivo y con la presencia del público hay carga emotiva, hay calentura, hay ‘mugre’, cosas a veces difíciles de conseguir en un estudio de grabación. Fueron dos noches maravillosas, de mucha emoción y mucho disfrute”, explica y evoca.
–En su texto de la lámina interior del disco, Horacio Malvicino refiere que usted logró la mugre, el “swing tanguero” que el marplatense siempre buscaba en sus ejecuciones con el fin de definirlas como tango. ¿Costó?
–Creo que no, porque siempre traté de ser fiel al espíritu de Astor.
–Incluso sin bandoneón...
–Ese es un tema. Por un lado, y con el debido respeto, pienso que ni antes ni ahora ni después habrá alguien que toque el bandoneón como Piazzolla. Y por el otro, para escuchar a Piazzolla con bandoneón, nada como él mismo, ¿no?... Esta obra sólo aspira a ser Piazzolla en otro contexto.
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