MUSICA › LA FILARMóNICA DE BUENOS AIRES ABRIRá HOY SU TEMPORADA EN EL TEATRO COLóN
Más allá de bautizar cada velada con títulos como “De Rusia con amor” o “Sones en movimiento” y de incoherencias de programación, se podrán escuchar obras notables, algunas en estreno argentino. Hoy habrá piezas de Tchaikovsky, Sviridov y Shostakovich.
› Por Diego Fischerman
La literatura rusa existió antes que el propio idioma. No había allí sustantivos abstractos, por ejemplo, y Pushkin, que decidió utilizar el ruso como lengua, se veía obligado más de una vez a intercalar el francés o a inventar palabras. En su elección se funda una cierta invención, la de la rusidad, que la música, en los mediados del siglo XIX y muchas veces con el propio Pushkin como fuente, hizo suya. Hubo allí un Grupo de los Cinco, conformado por los compositores Mili Balákirev, César Cuí, Modest Moussorgsky, Nikolai Rimsky-Korsakov y Alexander Borodín. Y un autor más, con quien mantuvieron una relación de tensa cercanía: Piotr Ilich Tchaikovsky.
La Filarmónica de Buenos Aires abrirá hoy su temporada de este año en el Teatro Colón y lo hará con un concierto titulado “De Rusia con amor”. Más allá de la cursilería de estos nombres dados a los conciertos (otros, como “Sones en movimiento” o “Bellezas singulares” son aún peores), las tres obras elegidas rondan la cuestión de la rusidad y tanto Pushkin en particular, como la relación con la literatura, las citas y referencias en general, forman parte del entramado que las une. Una es la Obertura Fantasía “Romeo y Julieta”, con la que Tchaikovsky puso a Shakespeare en la órbita de los nacionalistas rusos y que corrigió una y otra vez a instancias de Balakirev. Otra es Tormenta de nieve, una composición de Georgi Sviridov subtitulada “ilustraciones musicales para un cuento de Pushkin”, de la que la orquesta interpretará unos fragmentos. Y la tercera es la Sinfonía No 10 de Dmitri Shostakovich, una obra estrenada en 1953 que responde a una denuncia y un fuerte cuestionamiento estatal con una serie de preguntas en clave acerca de la propia identidad.
Una de ellas es la cita a una composición anterior: el segundo de los Cuatro monólogos sobre textos de Pushkin, titlado “¿Qué significa mi nombre para vos?”. Y, también, la utilización de dos temas musicales estructurados con las notas equivalentes a las letras de dos nombres. Uno de los temas es ELMIRA, que con su combinación de notaciones tradicional y en cifrado alemán (E=Mi; L de La; M de Mi; R de Re; A=La) hace referencia a Elmira Nazirova, una joven estudiante de composición de quien se había enamorado. El otro es una firma, DSCH. Esas letras equivalen en cifrado alemán a Re, Mi Bemol (la notación es, en rigor Es, que Shostakovich toma como pronunciación de “S”), Do y Si. La sinfonía es, además, un vasto comentario acerca de la influencia mahleriana (con referencias explícitas a la Canción de la Tierra, y a lo nocturno entendido casi como género).
Sviridov, que fue alumno de Shostakovich, es una suerte de estrella en Rusia, aunque no siempre se lo reconozca por el nombre. Y es que un fragmento de la música que compuso para la película El tiempo corre, de 1967, fue utilizado como tema de apertura del programa de noticias Vremya, en la televisión de la ex Unión Soviética. Su Tormenta de nieve también está ligada al cine, y es la suite de concierto resultante de la banda de sonido para un film dirigido por Vladimir Basov en 1964. De Romeo y Julieta, la versión que habitualmente se interpreta es la tercera, de 1880, que omite un bellísimo fugato en el comienzo. Justamente Vladimir Jorowski, que iba a dirigir este concierto y, según informó el Teatro Colón, canceló por razones de salud, grabó en 2007 una notable interpretación de la versión original, de 1869. El conductor será, finalmente, el lituano Juozas Domarkas, director principal y artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional de su país y jefe del Departamento de Dirección de la Academia Lituana de Música.
El concierto de hoy a las 20.30, en el Teatro Colón, inaugurará el ciclo de 2013, que continuará el próximo viernes 5 de abril con el estreno argentino de la Sinfonía No 3 de Henrik Górecki, con la actuación solista de la soprano Carla Filipcic Holm. Esta obra, que hace una personalísima lectura, en clave mística y extática, del minimalismo, se convirtió en 1992 en el éxito discográfico más grande de un compositor vivo, dentro de la tradición académica. A partir de su difusión en la Radio Clásica inglesa, vendió más de un millón de copias y llegó a ubicarse sexto en el ranking de ventas pop. El programa, que tendrá dirección del director titular de la orquesta, el mexicano Enrique Arturo Diemecke, se completará con la Sinfonía Simple, de Benjamin Britten, y fue bautizado “Nostalgias del Este” (no es un chiste y, por otra parte, se ignora la relación que pueda tener Britten con ese punto cardinal). El imaginativo nombre del concierto del 18 de ese mes será “Acordes sublimes” (tampoco es un chiste) y también será conducido por Diemecke. Barry Douglas será el solista en el Concierto No 2 de Tchaikovsky y la orquesta interpretará la Sinfonía No 3 de Ludwig van Beethoven.
El 25 de abril, Guillermo Scarabino dirigirá un programa que incluirá Obertura y Danzas Polovtsianas de El príncipe Igor de Alexander Borodin, el Concierto para contrabajo y orquesta de Segei Kussevitzky, con Javier Dragún como solista, el Concerto Grosso de José María Castro y la Rapsodia española de Maurice Ravel. Incidentalmente, el concierto se titula “Matices y colores”. El jueves 2 de mayo, “Primavera en otoño” (sigue sin ser un chiste) traerá al pianista Pascal Rogé como solista en la exquisita y poco frecuentada Balada para piano y orquesta de Gabriel Fauré y en el Concierto de Francis Poulenc, en un programa que será conducido por Adam Medveczky y se completará con El gaucho con botas nuevas de Gilardo Gilardi, y la Sinfonía No 1 de Robert Schumann. El 2 de mayo, en el mes del centenario del estreno de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, Diemecke la interpretará junto a la Filarmónica y, como sorprendente complemento de un concierto que merecería otros vuelos, hará el Concierto No 1 de Chopin con Iván Rutkauskas como solista. El título, “Rituales eternos”, no disimula, en todo caso, la falta de criterio a la hora de programar. Popol Vuh, de Ginastera (que se hará en septiembre), Sensemayá de Silvestre Revueltas o el Choros No 10 de Villa-Lobos hubieran acompañado a la Consagración... con mucha mayor pertinencia.
Un homenaje a Wagner, en el año del bicentenario de su nacimiento, tendrá lugar el 23 de mayo, con fragmentos sinfónicos de sus óperas y un extemporáneo Concierto No 1 de Rachmaninov formando parte del programa, con la actuación solista de Jean Louis Steuerman en piano. Entre lo destacado del año estará el pianista Sergio Tiempo, haciendo el Concierto para la mano izquierda de Ravel en un concierto que dirigirá Diemecke y se completará con la Sinfonía No 5 de Bruckner (1º de agosto), la interpretación de Claudio Barile, también con dirección de Diemecke, del Concierto para flauta y orquesta de Carl Nielsen (12 de septiembre), el concierto del 19 de ese mes, en que se interpretará el Popol Vuh, de Ginastera, junto a una de las obras más personales (y delirantes) de Villa–Lobos, su poema sinfónico Selva del Amazonas, y el del cierre de la temporada, el 20 de noviembre, en que Néstor Garrote será solista del Concierto para oboe y y cuerdas de Ralph Vaughan Williams y del Pequeño concierto para oboe y cuerdas de Ramiro Gallo, en un programa conducido por Diemecke que también incluirá la Sinfonía No 2 de Jan Sibelius.
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