Dom 10.03.2013
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MUSICA › “LA CARTA EN PáGINA/12 YA ESTABA ESCRITA EN MIS CANCIONES”

Aquella contratapa que levantó la polvareda

En 2011, a poco de que Mauricio Macri fuera reelecto como jefe de Gobierno, Fito publicó en la contratapa de este diario un texto en el que lamentaba que le diera “asco” la mitad de los votantes de Buenos Aires. “Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing”, especificó. Lo que fue concebido como una columna de opinión levantó polvareda. Hoy Páez sigue cortando tela: “Leí tonterías como que el Gobierno se había apropiado de mi voto y mi opinión; incluso algunos músicos escribieron eso en algún diario. Es una tontería, porque soy un hombre inteligente. Muchos tomaron aquel texto como si hubiera sido dictado desde el kirchnerismo, pero fue escrito desde mí y desde el rocanrol. Esa carta ya está dicha en muchas canciones. En Rey Sol está ‘Acerca del niño proletario’, basada en un cuento de Osvaldo Lamborghini, tres chicos burgueses que asesinan y descuartizan a un chiquito pobre; el cuento es diabólico, me flasheó, y me gustó que en Rey Sol estuviera ese antídoto venenoso. Agarren los discos y estudien. No voy a andar explicándole más nada a nadie. Lean las letras, escuchen la música. Claro, no saben nada. Entonces lo que uno querría, sanamente, es que se llamen a silencio, por ignorantes”.

A lo largo de las décadas, una importante cantidad de letras de Páez se ocuparon de la realidad política. “Cuervos en casa” (Del 63) dio lugar a una de sus declaraciones públicas en la que describía la Casa Rosada como “ese lugar siniestro donde se han cocinado las peores tragedias”. Hoy repiensa: “Tenía 17 años y nadie hablaba en esos términos. La Casa Rosada es una casa emblemática; después uno crece... Y creo que ahora están cambiando las cosas, en cierto sentido. Se está intentando redireccionar un lugar que siempre atentó contra los intereses de la Nación; la Rosada es una casa ligada a los golpes de Estado dados por la clase dominante, y esa gente siempre estuvo ahí. Fueron raros los momentos en los que eso no sucedió. Creo que ésta podría ser una posibilidad de que no vuelva a pasar. Pero la vida política siempre es compleja, engañosa; no hay que ser ingenuo. Por supuesto, apuesto a que mis hijos puedan crecer en una Argentina que esté orgullosa de su Casa Rosada. Espero que sea posible.”

En los ‘90 no había tenido empacho en revelar un profundo rechazo: “El peronismo es una cosa horrible que pasó en la Argentina, al que estuve ligado en mis años mozos por ingenuidad e ignorancia”, dijo por entonces. Y ríe ahora: “De jovencito militaba en el peronismo para ligarme chicas, porque las papas no estaban en el rock: estaban en la militancia”, se divierte. Pero después creció. Y ahora responde: “Mi rechazo al peronismo estaba claramente definido por lo que yo podía comprender de lo que sucedía en el país, y estaba ligado al menemismo. Me recuerdo muy solo, por lo menos en el ámbito en el que yo me movía. Por supuesto que los organismos de DD.HH. trabajaron muy duro y que hubo oposición fuerte desde ese ámbito hacia la administración de Menem... Pero lo que comprendés, con los años, es que el peronismo es algo que no se puede definir. El peronismo es una locura. Es casi constitutivo de la Nación Argentina. No se puede pensar ni hacer nada si no se nombra –o se ataca o se vanagloria– al peronismo. Está como tatuado a fuego. Yo, entre que crío a mis hijos, escribo, leo, hago mi música, voy de gira... ¿comprender el peronismo?... Por supuesto que lo he intentado, siempre tuve amagues de rechazo y de acercamiento. Por eso me hinchó las pelotas cuando sucedió aquella cosa mediática bastarda luego de la carta de Página/12, porque de alguna manera me reconozco como un hombre muy en mi aire. Yo no escribí esa carta desde el kirchnerismo, pero la oposición en ese momento la tomó como una respuesta del kirchnerismo, al no haber respondido el kirchnerismo de ninguna manera ante el hecho obsceno de que fuera un hombre así a gobernar la Ciudad. Lo vuelvo a decir: yo hablo desde mí. No tuve ninguna carga política cuando escribí eso. Dije que esta ciudad preciosa no puede estar siendo degradada de esta manera. Y la vida política tomó mi carta como toma todo. Es una especie de nueva psicosis que por un lado es alentadora, porque decís: ‘Bueno, los jóvenes entienden que hay que mover alguna pelota, que las cosas no tienen que seguir igual’. Ese es el lado positivo que trajo Néstor: uno cambia las cosas, si uno se mueve. Si no lo hacés vos, flaco, no lo va a cambiar nadie”.

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