Con la calavera de un toro tapándole la cara en la foto de tapa de su nuevo trabajo, Un pokito de rocanrol, Bebe ofrece otro tipo de canciones. De buen humor y en entrevista con Página/12, la cantante española desentraña el porqué del ánimo alegre en su tercer disco, donde le habla a su hombre en “Mi guapo”, demanda amor en “K.i.e.r.e.m.e.” y hasta hace referencias a las mariposas en el estómago en “Tilín”. “A lo mejor hay canciones más dulces porque es una época más dulce de mi vida”, reconoce. Después del furor de Malo y con la popularidad a tope, Bebe se tomó un respiro de la industria discográfica y se refugió en la actuación. Filmó varias películas, pero en 2009 le picó nuevamente el bichito de la música y volvió con Y., un disco cuyo proceso de creación fue largo y meticuloso, dejando como resultado una especie de viaje emocional, mental y físico.

En “Yo fumo”, el tema que cierra el flamante disco, la española despliega una declaración de amor al cigarrillo. Sumida en un mundo libre de humo, se pregunta si ya nadie tiene tabaco. Y es posible que avalar su muerte por falta de un cigarro sea lo más descarado que plantee en su disco. Lejos quedó la chica contestataria que escuchamos en su primer trabajo, donde entonaba una oda a la masturbación en “Con mis manos”, animaba a sus congéneres a ser fuertes y seguras en “Ella” y defenestraba a los hombres golpeadores en “Malo”. Pero llegó su hija Candela y trajo debajo del brazo el espíritu alegre y una energía positiva difícil de ocultar en esta mujer de lírica osada. “En éste hay más humor porque no quería que en el primer disco que hiciera después de nacer mi hija hubiera tristeza, ella lo iba a escuchar, de hecho lo escucha. A los niños les gustan las canciones fuertes, divertidas, con bases rítmicas fuertes y me apetecía mucho que fuera así”, cuenta. Por eso la cantante buscó que las baterías fueran potentes.

Bebe fue a París tras los pasos del productor Renaud Letang; un poco para salir de su casa y despejarse del mundo de pañales y crianza, y otro poco porque escuchó una grabación del productor que incluía esas baterías anheladas. “Buscaba que (Letang) no tuviera ideas preconcebidas de lo que yo hacía y luego nos conocimos, nos entendimos y logramos hacer algo que nos gustara mucho a los dos. Cuando lo conocí, él estaba haciendo otro disco y las baterías eran muy potentes; y ésa era la primera idea, que el disco tuviera unas baterías bastante punkies”, cuenta. Después de pasar por el trance que supone la maternidad, Bebe recrea “las épocas del instituto” con la influencia de Extremoduro a la cabeza y con Un pokito de rocanrol, que presentará hoy en Niceto Club.

–Sí, son todos pensamientos al fin y al cabo míos y propios, la parte primera que dice “compra joyas baratas, anda descalza y con tacones, ponte bien guapa pa’ ti”, es una pequeña presentación, igual que hice en el segundo disco, que dije “he estao durmiendo a dos metros bajo tierra y ahora he decidío dormir sobre la tierra”.

–Me gustaba mucho esa fotografía que yo tenía desde hace un tiempo, que había viajado por ahí, y estaba en un campo. Me gustaba porque era muy terrenal, muy animal y además yo soy Tauro en el horóscopo, entonces tenía mucho sentido para mí, además de que me gustaba mucho estéticamente.

–Nunca he sido enemiga de los hombres, cariño; incluso cuando era pequeña me hacía más amiga de los chicos que de las chicas.

–Supongo que también tiene que ver con cierta madurez. Que a mí me van a encantar siempre los hombres, creo que a las mujeres que nos encantan los hombres poco haríamos si no estuvieran ellos (se ríe).

–Extremoduro, claro, number one, porque además son extremeños. Yo por aquella época escuchaba mucho rock duro también, como los Muertos de Cristo, Reincidentes, recuerdo mucho El Ultimo de la Fila, que tuvo mucho peso en nosotros cuando éramos más pequeños, los Police. Luego escuchaba la música que tenían mis padres en mi casa, desde Simon & Garfunkel hasta Julio Iglesias, Mocedades, Luz Casal, Carlos Cano, a mi padre le encantaba y sigue encantándonos. Escuchaba Veruca Salt, de la época grunge, de la era de Nirvana, por supuesto, Pearl Jam, todos los ’90, Technotronic (se ríe) nos encantaba. ¡Y Los Rodríguez, por favor!

–No (se ríe), eso lo ha dicho la prensa, pero no era verdad. Esas invenciones de la prensa que hacen sobre mí... No, cariño, claro que no. Directamente el cuerpo lo rechazó, vamos, si al padre de mi hija le decía “¡fuera de aquí!”, no lo dejaba ni fumar en la casa. Luego, cuando ya parí y le di la teta, volví a fumar. El cuerpo es bastante sabio y rechaza lo que no le apetece, sobre todo los olores. Cuando estaba preñada, no estaba fumando, para nada. Hay mamás que fuman y no les pasa nada, hay médicos que recomiendan a mujeres que si les viene la ansiedad, pues que fumen un poquito. Tampoco vamos a hacer un asunto del que te tienes que volver loca. El cuerpo es sabio, rechaza lo que no le entra, igual que pasa con los hábitos alimentarios, te pide otra cosa. Yo soy de la tierra de embutidos, del jamón, del salchichón, y no era capaz de comerlos, no me entraban, me daban asco.

* Bebe toca hoy en Niceto Club (Niceto Vega 5510) a las 21