Lunes, 19 de junio de 2006 | Hoy
MUSICA › GUSTAVO CERATI EN EL ESTADIO OBRAS SANITARIAS
El ex Soda Stereo volvió revigorizado al templo del barrio de Núñez. Lejos del “distanciamiento” que provocaba su música en los últimos años, la presentación de su nuevo disco (Ahí vamos) y una gran banda detrás derivaron en un show energético y vital.
Por Roque Casciero
La última vez que Gustavo Cerati había pisado el escenario de Obras, la Argentina era “conducida” por Fernando de la Rúa, y los Café Tacuba, que compartían la velada con el ex Soda Stereo, salieron disparados hacia Ezeiza apenas terminó su set: querían participar con su voto del final de la hegemonía de 70 años del PRI en México, con la esperanza que encarnaba por entonces Vicente Fox. Por supuesto que entonces, salvo los especialistas en política internacional, nadie tenía idea de quién era Osama bin Laden. ¿Hace falta aclarar cuánto cambió el mundo desde aquel lejano año 2000? Ok, entonces de regreso a Cerati, que por esos días era un crooner electrónico vestido de blanco y daba conciertos algo fríos para los parámetros rockeros habituales, presentando su primer trabajo solista post-Soda, Bocanada. ¿Se tratará del mismo que el sábado se plantó sobre el escenario como una especie de Mad Max (¡esas hombreras!) armado con una guitarra eléctrica, dispuesto a arrasar los oídos a puro riff y volumen brutal? Si su imagen no fuera de las más famosas del rock argentino, alguno hasta podría dudarlo. Y éste es un cambio para celebrar: se acabó el distanciamiento cool; es hora de saltar, cantar y transpirar con las energéticas canciones de Ahí vamos, el más reciente disco solista de Cerati. Y también el mejor.
Hay otra comparación que muestra a las claras que éste es un auténtico “retorno” (aunque nunca se haya ido) del cantante. En la presentación de Siempre es hoy, su álbum anterior, hizo apenas un Luna Park y no del todo lleno, contra cinco Obras agotados en esta oportunidad. En aquel show, cantos clamorosos por el retorno de Soda cada vez que Cerati revisaba algún tema del trío; en éste, cantitos tibios, como si finalmente al público empezara a seducirlo más el presente que el pasado. Es que el “hoy” está sustentado en grandes canciones, en una voz que siempre fue de lo mejor del rock argentino (¡qué bueno es entender todas las letras en un concierto!), en un renovado amor del músico por tocar la guitarra (y ya se sabe cómo toca la guitarra, ¿no?) y en la mejor banda que ha tenido en su carrera solista. ¿O será la mejor que tuvo en su carrera... y punto?
Richard Coleman, viejo compañero de ruta del ex Soda, demuestra ser el mejor guitarrista posible para complementar a Cerati: juegan de memoria y se reparten los brillos sin vedettismos. Otro gran acierto ha sido incluir en la banda la batería precisa y caliente de Fernando Samalea. La primera presentación fue para los dos ex compañeros de Cerati en Fricción, porque con esa banda había estrenado, hace casi dos décadas, una canción que luego popularizó Soda Stereo: “Ecos”. ¿Primer gran momento de la noche? Aunque parezca mentira, en realidad casi fue un remanso después del demoledor comienzo sólo con canciones de Ahí vamos: “Al fin sucede”, “La excepción”, “Uno entre mil”, “Adiós”, “Bomba de tiempo” y “Caravana”. Lo notable es que ninguno de esos temas es un hit radial (todavía), pero levantaron al público como si éste los tarareara desde hace décadas. La partida estaba ganada de antemano: apenas la silueta de Cerati recortó un haz de luz sobre un telón como el de la tapa de Ahí vamos, el estadio se encendió. “Llevame a un lugar con parlantes”, clama el cantante en “La excepción”. El sábado, ese lugar era Obras, eterno templo rockero en el que Cerati probablemente haya tocado más la guitarra que en toda su carrera solista hasta este disco.
Con una escenografía espartana pero altamente efectiva (un cuadrado de luces con nueve plasmas que tiraban figuras geométricas) y durante más de dos horas, el cantante presentó cada una de las canciones de Ahí vamos y entregó versiones poderosas de otras del pasado, reciente y no tanto. El único as en la manga (tradúzcase como “tema de Soda Stereo”) que provocó un escalofrío fue “Té para tres”, una de tres perlitas acústicas en medio del sauna de lava eléctrico. La relectura de “Prófugos” llegó tras la pregunta irónica: “¿Quieren yocanyol?”. ¡Cerati tocando un tema semistone! Quién lo hubiera dicho... Cuando promediaba el concierto, el músico se dedicó a manejar los climas a placer, aunque con alto porcentaje de pulso vital y mínimo de languidez. “Siempre es hoy” también se vio beneficiada por la nueva banda, lo mismo que “Paseo inmoral”: más enérgica, le permitió a Cerati mecharle el riff de “Post-crucifixión” (Pescado Rabioso) y engancharla con un fragmento de “Jean Genie” (David Bowie). El final, como en el disco, fue con “Jugo de luna”, esa que dice “voy por más”. Revigorizado, fresco, suelto y muy rockero: así es el nuevo Cerati. Y se lo extrañaba.
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