Dom 02.06.2013
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MUSICA › BAJOFONDO MOSTRO LAS CANCIONES DE PRESENTE CON DOS NOCHES IMPECABLES EN EL COLISEO

Cómplices de una fiesta inolvidable

El octeto rioplatense dio un concierto con dos partes impactantes: de los climas y matices del comienzo terminó desencadenando una fiesta bailable que ganó a todo el teatro y que demostró que el experimento sonoro se sostiene en una banda tremendamente vital.

› Por Eduardo Fabregat

En marzo de este año era una apasionada expresión de deseos: “Frente a semejante álbum, es de esperar que pronto se suban a un escenario local, para que quede claro hasta qué punto el de Bajofondo es un presente cargado de futuro”, cerraba la reseña pubicada por este diario de Presente, tercer disco de la formación a la que la etiqueta “tango electrónico” le quedó muy chica hace tiempo. Sólo hubo que esperar un par de meses, y la espera fue largamente recompensada: en dos noches excepcionales: el octeto rioplatense con lenguaje universal desató una fiesta para colgar en el pasillo de trofeos del Coliseo.

Es que, para agregar emotividad, la cita de honor se cumplió en uno de los teatros más bellos de esta ciudad, cargado de historia. El mismo Santaolalla contó que su última vez sobre ese escenario había sido “hace un tiempito nomás” con una banda llamada Arco Iris... y como en esa ocasión, su madre estaba en la platea. Bajo la atenta mirada de la señora de pelo blanco que marcaba el compás con su bastón, el compositor oscarizado volvió a fundirse en ese colectivo donde las individualidades no son tales, sino piezas de una maquinaria de precisión musical. Y que a esta altura cuenta con el material de tres discos que han ido madurando de tal modo la propuesta que la lista del Coliseo es una invitación a dejarse llevar de las orejas por el universo bajofondero.

Así, la primera parte fue un paseo por los climas y cuelgues que proponen varios pasajes del soberbio Presente: del estallido que significó el arranque con “Código de barra” a la sucesión de hipnóticos raps de Casacuberta, Santaolalla y Supervielle que coloreó el trance de “Miles de pasajeros”, Bajofondo arrancó con una primera hora demoledora, capaz de conmover con “Pena en mi corazón” y suspender el tiempo con “Montserrat” –con Supervielle scratcheando un relato de gol– y “Duro y parejo”, electrizar el aire con la intensidad de “Borges y Paraguay”, “A repechaje” y la llamativa fusión de tango y drum’n’bass de “Segundos afuera”, y empezar a provocar las ganas de moverse con el pulso de “Pulmón” y “Pide piso”: “Vamos a hacer un intervalo, pero vayan calentando los pies”, indicó Santaolalla.

Y cuando el grupo volvió, fue precisamente para calentar los pies. Saltando el ridículo protocolo que últimamente lleva a que los muchachos de seguridad vigilen al público en los recitales para evitar cualquier clase de desborde expresivo, el guitarrista y cantante invitó a ocupar los pasillos y el espacio frente al escenario: primero con palabras, y después con un segundo setlist que convirtió al Coliseo en un teatro-pista entregado al goce. Bastó que sonara “Cuesta arriba”, una de las grandes canciones de Presente (en la que, en un movimiento de pinzas, Sosa se encarga del micrófono y Casalla de la batería) para que a nadie se le ocurriera sofrenar a nadie. “Grand guignol”, la combinación de dance y guitarra distorsionada en “La trufa y el sifón” (donde Santaolalla citó subrepticiamente el riff de “Pensar en nada”), el específico “Pa bailar”, el momento del uruguayo Campodónico al micrófono con “Lluvia”, fueron calentando el ambiente y liberando los sentidos. Para el final, con cantito de cancha de “Olvidate”, la poderosa voz de Adriana Varela sampleada en “Perfume” y la ya clásica invasión de escenario de “Los tangueros”, Bajofondo no sólo tenía a todo un teatro entregado a la fiesta, sino que la misma banda era una orquesta de-satada, lanzada al rito.

Esa es la otra ganancia de los felices acólitos del teatro con historia, lo que convierte a Bajofondo en mucho más que un simple nombre. Lo que hace el grupo podría ser sólo un ejercicio de laboratorio, pero ellos eligieron que sea inseparable de lo que se comprueba en escena: que detrás de la fusión, de las etiquetas y los experimentos sonoros, hay sobre todo una banda tremendamente viva, con el fuego sagrado de los que conquistan el escenario y, desde allí, siguen sumando cómplices en la aventura.

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