Sáb 08.06.2013
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MUSICA › ENTREVISTA A FRANCO BATTIATO, QUE ACTúA HOY EN BUENOS AIRES

“Mi destino es hacer música de una naturaleza mística”

Esta noche en la Usina del Arte, el público argentino podrá saldar una deuda tan larga como inexplicable, si se tiene en cuenta la frondosa historia del músico italiano, que ha sabido incursionar en infinidad de terrenos y posibilidades estilísticas.

El sitio oficial de Franco Ba-ttiato anuncia, con cierta solemnidad: “Dopo il lungo tour invernale che ha toccato il nostro paese e parte dell’Europa, Battiato si esibirà in Argentina a Buenos Aires l’8 giugno 2013 all’Auditorium dell’Usina del Arte”. Después de esperar cuarenta años, finalmente está sucediendo: hoy en la sala de Caffarena y Pedro de Mendoza, Battiato efectiviza su primera visita a la Argentina. Rebotando dentro de una insólita coctelera de climas, el siciliano autor de “Despertar en primavera” viene de congelarse durante su maratónica gira a través del invierno europeo y aterriza ahora en el otoño de Buenos Aires para tocar en el Verano Italiano (¡!); concierto que forma parte de las actividades culturales organizadas por la Embajada de Italia, el Consulado General de Italia en Buenos Aires, el Instituto Italiano de Cultura y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Ya no debe de estar tan seguro de si salir abrigado o no.

Pero este hombre de 68 años que arrancó en los ‘70 experimentando e inventando vanguardias; que deslumbró en los ‘80 cantando letras profundas y/o brutales, sostenidas –apenas– en ritmos tremendamente pegadizos; que suma casi cincuenta trabajos en italiano, español e inglés, bien puede ya sacarse o ponerse cualquier campera. Además, es pintor. Y dirigió seis películas. Y publicó diez libros.

Abrete Sésamo (2012) es su primer álbum pop en varios años, pero durante ese lapso –demasiado, según su base de fans–, Battiato no descansó: además de Inneres Auge (2009) y otras recopilaciones remasterizadas y con inéditos, su más reciente ópera Telesio (2011) –acerca del filósofo y científico italiano Bernardino Telesio (1509-1588)– le dio tanto trabajo y dolores de cabeza como resultados estupendos. Igual, el hombre no hizo una ópera sola: ¡tiene seis! Abrete Sésamo le resultó un poco más amigable: “Salió como agua pura, fluido”, le gusta decir.

Battiato habla tanto castellano como inglés, pero a medias; la cronista desconoce el idioma italiano. Y entonces la conversación telefónica exclusiva para Página/12 deviene un español gentil, muy parco debido a las limitaciones del artista, y hasta desilusionante cuando la charla rumbea hacia lugares más francos. Más de una vez el entrevistado, escaso de vocabulario, debió sugerir: “No puedo hablarle por teléfono de estas cosas; véame a los ojos, y así le cuento bien”.

–Usted trae aquí Abrete Sésamo y lo va a cantar en castellano tal cual lo grabó para su edición en el mercado español. Pero las traducciones nunca son tarea fácil: ¿a quién le deposita toda su confianza a la hora de cantar en un idioma que no es el suyo?

–En este caso, el de la traducción de Abrete Sésamo, la adaptación es absolutamente magnífica. Ciertas veces me parece estar cantando en italiano (ríe), sin darme cuenta... aunque esté cantando en español.

–Uno de los responsables fue “J” (Juan Ramón Rodríguez), de la banda granadina Los Planetas: de hecho, compartieron shows el año pasado. “Somos detritus, restos humanos arrastrados por la corriente, que no conocen pausa ni destino alguno”, traduce J en el tema de Abrete Sésamo: “Eri con me” (“Estabas conmigo”).

–Ha hecho un gran trabajo, un gran trabajo.

–Es comprensible que muchos artistas recurran a otros lenguajes para conquistar mercado y público extranjeros. Pero usted, además, suele utilizar otros idiomas dentro de sus canciones originales en italiano con un sentido lúdico. Mete frases en inglés, árabe, español... En Génesi (1987) también mechó sánscrito, persa, griego y turco.

–Es verdad, sí... Porque me gusta. Por ejemplo, en Abrete Sésamo (se refiere al tema “La polvere del branco”, El polvo del rebaño) pongo versos en inglés: “Do you know Tulku Urgyen? Have you ever heard of him?” Es como usted dice: es un juego. “It’s a game... (se ríe.)

“¿Conocés a Tulku Urgyen?”: Tulku Urgyen Rinpoche (1920-1996) fue un maestro budista, considerado uno de los fundamentales de los últimos tiempos. Después, la letra de “El polvo del rebaño” sigue: “Nos creemos libres y somos prisioneros en casas que nos habitan y nos vuelven impotentes. Nos creemos libres y somos prisioneros que reman en navíos que no existen. Se levanta el polvo del rebaño, incansable y misterioso. Nos creemos libres; somos esclavos. Millones de millones de sombras, perdidas. Ruidosos, andamos por las calles alzando sólo polvo. Te digo que nada me inquieta, pero me pones nervioso. Quiero apartarme y seguir mi suerte, porque morir es como un sueño. Pura, inaccesible, envuelta en una eterna sombra, solitaria. Oscuridad impenetrable, intensa, espesa, inmensa. Ha dado vida a los Dioses. Ningún hombre ha alzado jamás su velo. Pura, inaccesible, envuelta en una eterna sombra. Nos creemos libres.....alzando sólo polvo. Millions of shadows walking into nothingness. Millones de sombras caminando hacia la nada”.

–¿Dónde estaba usted cuando el Mayo francés de 1968?

–Estaba en Milán, porque a los 19 dejé mi isla, Sicilia, y me mudé a Milán durante un invierno terrible; me gustó tanto, que me quedé viviendo en Milán durante veinticinco años. Pero no, en verdad no creo que la revolución del Mayo Francés haya sido una cosa muy buena. No me convence. Muchas personas creen que ha sido una especie de revolución, pero después todos ellos se convirtieron en esclavos del poder.

–Bueno, eso suele suceder.

(Se ríe.) –Sí, suele suceder.

–Y ahora uno se encuentra con este reciente Mayo Francés de 2013, con la derecha marchando en las calles en contra del matrimonio igualitario.

–Es increíble que un país como Francia, que durante siglos ha hospedado a todo el mundo... Creo que es intolerable que la derecha francesa pueda ser mayoritaria con respecto a la condición del hombre de nuestro siglo. Es increíble. No lo puedo comprender.

–¿Cómo comenzó a interesarse por la metafísica? En su disco La era del jabalí blanco (1979) ya estaba bajo la influencia del filósofo francés René Guénon. Existe una tradición milenaria acerca de los jabalíes blancos, pero imagine que aquí, en aquella época, ¡los únicos jabalíes eran los que se quería comer Obélix!

(Risas.) –No, ya me había interesado por la metafísica desde hacía bastante, desde comienzos de los años ‘70. Empecé con los místicos hindúes, después con el sufismo y luego seguí con la religión cristiana, con la cual nací. Luego llegué al sistema de Gurdjieff. De cualquier manera, he tratado de estudiar todas las religiones del mundo.

–La voce del padrone (1981) remite a Gurdjieff.

–Sí, usted dice bien. La canción principal, “Centro de gravedad permanente”, se basa en una frase de Gurdjieff.

Franco Battiato tenía poco más de 30 años cuando en 1978 fusiló con Egipto antes de las arenas, un disco con sólo dos temas de 20 minutos, en cada uno de los cuales tecleaba una sola escala. Recibió el Premio Stockhausen. Pero era irritantísimo.

–A usted no le importaba que la gente se le enfermara.

–¡No, no me importaba! El público se ponía mal pero, bueno... a mí me gustaba mucho la música de vanguardia. En los años ‘70 nosotros, los músicos no pensábamos en ganar dinero.

–Sin embargo, cuando llegaron los ‘80 dio un vuelco al pop y luego se divirtió asegurando que lo hizo para ganar plata. De todas formas, aunque los ritmos eran accesibles, las letras y los arreglos no.

–Sí, empecé a hacer una música más comercial para ganar más dinero, sin duda. Pero las letras no eran accesibles, en absoluto. Creo que mi destino, de cualquier manera, es hacer una música de comunicación y de naturaleza mística, espiritual. Pero mi intención siempre fue componer, sin... –cómo puede decirse– “sin cantar”. Como los músicos de otros siglos, del 1700, que podían componer sin letras.

–Pero las letras suyas no son vanas.

–Espero que sí. Es verdad. Pienso que mi trabajo, en Italia sobre todo, ha hecho... ¿se dice “resultados”?

–Sí.

–Ha dado resultados.

“No cambiará, quizá cambiará. Y cómo perdonarlos, a las hienas en los estadios; y a las de la prensa, chapoteando en el fango como cerdos... Me da un poco de vergüenza y me hace daño, ver a los hombres como animales. No cambiará, no cambiará; quizá cambiará. Esperamos que el mundo vuelva a cotas más normales, que pueda contemplar con calma el cielo, que nunca más se hable de dictaduras, porque quizá tendremos que ir tirando, mientras la primavera tarda aún en llegar.” (“Pobre Patria”, 1991.)

–¿Dónde aplicaría hoy “Pobre Patria”?

–Siempre, siempre se aplica. Incluso es una canción que puede aplicarse al Bajo Imperio Romano, o a la tradición griega, porque el hombre ha sido lo mismo siempre, a través de los siglos.

–A veces usted puede sonar descorazonador, como en “El polvo del rebaño”, pero no: se declara positivo.

–Yo soy uno de los optimistas. Soy optimista. Todo se puede remontar, seguro. El bueno siempre es mejor que el malo.

“Antes que a Beethoven y a Sinatra, prefiero la ensalada; y antes que a Vivaldi la uva pasa, que me da más calorías. Qué difícil es quedarse quieto, indiferente, mientras todo alrededor hace ruido... En esta época de locos nos faltaban los idiotas del horror... Oí disparos en una calle del centro; cuántas estúpidas gallinas se pelean por nada. Mínima inmoralidad, mínima inmoralidad. Sumergidos, sobre todo, en basuras musicales.” (“Bandera blanca”, 1979)

–Cuando salía a escena a cantar “Bandera blanca” gritaba a través de un megáfono. ¿Qué diría hoy, si tuviera uno?

–Cualquier movimiento de revolución toma el megáfono. Lo podría tomar ahora mismo.

Un día, a Franco Battiato se le dio por pintar. Pero no le salía: era un ladrillo. Hoy se ha convertido en un artista respetado que expone sus obras en las grandes capitales del mundo. Y escribió en su página: “Yo, que me estoy volviendo arena del desierto, agradezco a los vientos que cambian de forma y de perspectiva; persigo un ideal anacrónico y ridículo: el del mejoramiento. Una vez pensaba que mi total incapacidad para el diseño dependía de una falta de predisposición natural, como en el caso de un desafinado que no logra cantar la nota que tiene en la cabeza. Con el tiempo entendí que tenía una idea abstracta, un arquetipo del objeto que observaba; lo que me faltaba era abrazarlo en su forma exacta”.

–Y lo consiguió.

–Creo que los seres humanos, el hombre humano, puede hacerlo todo. Todo. Porque yo empecé a pintar... y no tenía condiciones. No era capaz de hacer nada, nada en absoluto. Después de dos largos años de sufrimiento (se ríe), se me abrió un mundo nuevo, una felicidad inesperada, porque empecé a entender y me convertí en un pintor. Mi obra puede gustarle a usted o puede no gustarle... eso es importante, claro. Pero hoy soy un pintor.

–Y además dirige cine: entre tantas otras películas filmó Musikanten (2005), sobre la vida de Beethoven. Y en colaboración constante con el filósofo Manlio Sgalambro, quien tanto le ha acompañado en letras y guiones.

–No, dirigir cine... ¿ve? Eso no es difícil para mí. No tengo problemas. Mi próxima película es acerca del gran compositor alemán Georg Friedrich Händel.

No se lo toma a la ligera, como queda claro en su tan encendida como inesperada verborragia en la web: “He leído 94 libros sobre Händel, y algunos de esos libros tenían 1500 páginas cada uno. Porque no quiero que haya manchas, como ocurrió con la película Amadeus cuyo director (Milos Forman) retrató a Mozart como a un cretino”. Quizás en esta nueva película los actores sean Willhem Dafoe, Christopher Plummer y Charlotte Rampling. Battiato puede sonar inofensivo (por momentos), pero vive en llamas.

–Ha editado varios libros; el más reciente es Sowa rigpa. La scienza della guarigione per un’alimentazione consapevole (2010), acerca de la alimentación vegetariana. Y la bibliografía de otros autores acerca de su obra y su pensamiento también es muy extensa. ¿Qué es lo que lee usted?

–Desde hace veinte años que leo solamente libros de místicos, y con la lapicera voy marcando lo que me interesa mucho. Los leo en inglés o en español o en francés. Y siempre encuentro cosas que nunca había entendido antes. Por ejemplo, no sé si hay versión en español de los más importantes místicos tibetanos, pero le recomiendo leer a Tulku.

–El mundo exterior es muy interesante, pero, una vez que uno lo ha visto, el mundo interior es más interesante, ¿no?

–D’accordo, d’accordo, d’accordissimo. Ahora, de verdad, creo... Vea: hace cuarenta y cinco años que medito. La meditación es una cosa muy fácil de hacer y muy difícil al mismo tiempo, porque hay que conocer bien cuál es la ruta a seguir. La meditación conduce a “no haber pensamientos”; no es sencillo. Los animales no tienen libre albedrío, pero el ser humano, siempre... –me refiero al hombre que ha hecho una vida digna, que no es un ladrón ni un delincuente–, si encuentra a un buen maestro puede ver la iluminación, sin duda.

–Usted no es del tipo nostálgico, lo ha dicho más de una vez, pero ¿qué quisiera volver a hacer? ¿O qué cosa quiso hacer, que no hizo?

–No, nada. Siempre vivo el presente. Creo que mi vida ha sido maravillosa. Ha sido un don del cielo; no puedo pensar otra cosa que eso.

–¿Está trabajando en un nuevo disco?

–¡No, no, no..! (Larga la carcajada.) ¡Tengo que descansar!

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