Desde Corrientes

Podría estar el sol poniéndose al oeste, del otro lado del Paraná, y pintar el crepúsculo con colores cálidos. Podrían venir caravanas de familias por la costanera, desde el sur, o desde el norte, y confluir en un centro común: la playa Arazaty, que suma arenas como nexo entre las orillas de tal río y el paseo de la costa. El sol, para templar un clima que, a piel de correntino medio, es casi polar: 8 grados. Las caravanas, para invadir butacas en un evento que lo amerita: el encuentro lírico popular binacional Música Porá en la Patria Grande, cuya intención parte del nombre y encuentra en un mismo escenario a Darío Volonté con Palo Pandolfo, a Jairo con Javier Calamaro, al Che Trío con Joaquín Benítez, al Chango Spasiuk con Esteban Morgado, a Franco Luciani con Ernesto Bauer, o al crédito local (Mario Bonfil) con Kevin Johansen. Todos ellos –y varios más–, bajo el aura de Lito Vitale como director, arreglador y puente entre géneros. El sol nunca llega, y el crepúsculo es gris, como había sido durante todo el domingo. Las caravanas de familias, sí. Llegan con sus termos, chipás, bicicletas y tortas fritas y pueblan bastante bien la playa, pero no en la medida ideal que tal conjunto de artistas merece. El frío es la causa. También un festival de cumbia en Pirayuí –bien cerca–, que se lleva parte de la juventud y algún desarreglo en la difusión, tres situaciones que explican las pocas butacas vacías.

Bemoles circunstanciales, al cabo, de una jornada que se inserta dentro del Plan Igualdad Cultural, impulsado por Cultura Nación y el Ministerio de Planificación, cuyo fin es redistribuir arte para todos, en todas las regiones del país, en vivo o a través del canal 360 TV de la Televisión Digital Abierta. “El objetivo del plan es nivelar las actividades culturales para todos los públicos y en todo el país, con producciones artísticas donde confluyen artistas consagrados con nuevos valores”, enmarca Walter Peña, coordinador de Igualdad Cultural.

El plan estético fluye perfecto. El spot inicial, mientras autos, micros y camiones provocan un interminable vaivén de luces sobre el puente que une Corrientes y Chaco, muestra fragmentos de anteriores conciertos, hasta que un torrente de voz paraliza cuerpos. Es la del tenor lírico Darío Volonté desafiando el frío con una magistral versión de “Aurora”. La instancia, claro, emociona y templa el clímax. Deja el aire caliente para que la soprano Mónica Capra incursione en un aria de la ópera Gianni Schicchi (“O mío babbino caro”) y muestre que en el país del “para todos” el canto lírico no puede ser excepción. Menos aún cuando el barítono Ernesto Bauer, el que cantó el “Ave María” en el sepelio de Néstor Kirchner, encare un “hit” del género, “Largo al factótum”, y provoque los primeros coros colectivos.

Fin del primer bloque, de una serie de siete que irá hilando Arnaldo André –en diferido– a través del spot de la pantalla gigante. El actor paraguayo dará la bienvenida al primer riesgo de la noche: una intrépida versión de “Spaghetti del rock” en la voz pop de Palo Pandolfo, que se conjuga con la de Capra y un “Besos por celular”, en un tono jamás escuchado. Tan poco usual como la aparición de Rafael Gintoli y una introducción mix entre “Los mareados” y “Adiós Nonino”, que confluye con el arribo de Fabiana Cantilo, cuyo carisma no puede neutralizar el mal día de su voz. Ella canta “Nada es para siempre”, Hilda Lizarazu interviene, los aplausos se multiplican y dan paso a otro dúo (Jairo y María Bugallo), cuyas voces se conjugan a favor de otro clásico: “América América”. Seis piezas, aún, e intención consumada. La versatilidad de Lito Vitale, enorme trabajador de la música, conocedor, arreglador o intérprete del estilo que pinte, se manifiesta en un devenir que evita la tensión y se centra en la convivencia. Que Franco Luciani pueda provocar uno de los momentos altos de la noche con su visión de “Garúa” a armónica sola no impide que el Chango Spasiuk sostenga la emoción a través de una introspectiva pieza en clave de pianissimo, y con las sutilezas de un acordeón que –pese al acople– inmoviliza hasta al vendedor de copos de nieve. Tampoco que Joaquín Benítez, el Speed King del bandoneón, torne invisibles sus dedos a través de una visita a “El vuelo del moscardón” o que Sandra Mihanovich y Horacio Fontova cumplan su rol solos (“Apres un reve”, ella; “Oh sole mío”, él) o juntos, “Honrar la vida” mediante.

Habrá tiempo también para que otros estilos vayan impregnando la intención global. Para que las arias de ópera y los momentos sutiles se hermanen con la veta “fiestera” de Kevin Johansen (“Sur o no sur”, “El mareao”), al pop según Javier Calamaro (“La ciudad de la furia”), a Piazzolla según Morgado (“Libertango”), a la canción del Litoral según Juan Carlos Baglietto (“Canción del jangadero”) o al conmovedor homenaje a Eva Perón que logra Miriam Martino, a través de “Si yo fuera como ellas”, de Nacha Guevara. El carácter binacional de la idea nacida de una inquietud del secretario de Cultura, Jorge Coscia, se expresa a través del guitarrista Rolando Chaparro, que comparte bandera con André y música con Vitale y su banda mediante el instrumental “Ojevea”. Eso llega poco antes de que otro crédito regional (Mario Bonfil, en esta ocasión acompañado por Aldy Balestra) encare la popular “O che, gente cuera”, que Jairo reaparezca con una solemne visita a “Dank sei dir, herr”, de Hendel; que Calamaro, Pandolfo, Lizarazu y Baglietto continúen la veta espirituosa, a través del “Génesis”, de Vox Dei (con imágenes del trío en la pantalla gigante), y mantengan el clima necesario para que el tenor sobreviviente del crucero General Belgrano (Volonté) haga sobrevivir almas a través de la majestuosa “Nessun Dorma”... Estela final de un plan (casi) perfecto.