MUSICA › GOY OGALDE PRESENTA REMEDIO DE MI CORAZON, DEBUT DE SU NUEVA BANDA, KANGREJOZ
El ex cantante y líder de Karamelo Santo grabó un álbum que obra como una radiografía del período que atraviesa, entre la modernidad y la Pachamama. “Como no creo mucho en los proyectos solistas, le estoy dando identidad a la banda”, afirma el mendocino.
› Por Yumber Vera Rojas
A más de siete décadas de su estreno, “Cambalache” es ciertamente complicada de adaptar a los tiempos actuales, pues, a pesar de que su meollo se mantiene vigente, sería un sacrilegio alterar su primera estrofa. Y no por lo de problemático y febril, que sigue siendo una constante, sino por lo de siglo XX. Lo que demuestra que Enrique Santos Discépolo, su autor, si bien marcó tendencia en el tango, fue un artista de su época. Hasta hace tres años, cuando abandonó a su sempiterno grupo, Karamelo Santo, a Goy Ogalde lo que le preocupaba era el futuro. No obstante, hoy se concentra en el presente, aunque en este momento se encuentre sentado al final de la misma barra del bar en la que Daniel Melero, Richard Coleman y otros adalides de la modernidad musical porteña repensaron el destino, al menos los suyos. “Estoy entregado a esta nueva vida y quiero que sea buena para la gente que confía en mí”, cavila el cantautor mendocino. “Tomé decisiones pensando que las cosas iban a ser más fáciles, pero no sucedieron así. Una vez que uno empieza a nadar, y pierde toda noción de la orilla, tiene que seguir.”
El otrora fundador y guía de uno de las combinados elementales del rock mestizo en América latina presentará hoy, a las 21, en Ultra (San Martín 678), su primer disco sin su antiguo colectivo artístico, Remedio de mi corazón. Pero no se trata precisamente de su debut en solitario, sino del álbum que inaugura formalmente su trajín junto a la nueva formación que lo sostiene, Kangrejoz. “Como no creo mucho en los proyectos solistas, le estoy dando identidad a la banda. Quizá en el próximo material ya no nos llamemos Kangrejoz & Goy Ogalde, sino que usaremos nada más que la denominación de la agrupación”, explica el músico de 47 años. “En el grupo volví a tocar con gente con la que no me encontraba desde hacía treinta años. Cuando sos músico de provincia, encarar un proyecto con estas características es complejo porque uno tiene una mochila de gente atrás. Así que, mientras preparaba el disco, me pedían cosas, que buscara un camino. No supe qué hacer. Por eso este material es largo: al momento de elegir los temas, finalmente los junté a todos.”
Se trata de un disco irregular, además de la extensión, por la articulación de su repertorio, que denota una primera parte próxima al sonido de Karamelo Santo, un segmento intermedio que muestra la reciente veta cancionera de Ogalde, y un cierre próximo al folklore cuyano. Pero Remedio... es una radiografía del período que atraviesa el artista. “Acepto las críticas. El orden es horrible, al punto de que se propuso hacer una reestructuración”, se sincera. “Algunos de los temas del álbum fueron concebidos originalmente para un trabajo de Karamelo que no salió. Los incluí porque me gustaban, aparte de que lo hice pensando en el público de la banda, pues no reaccionó bien con mi partida.” Pero quizá lo más sorpresivo de esta producción es el gran talento de su creador al momento de incursionar en el pop, un género antagónico al discurso combativo de su antiguo grupo, por su imaginario banal y vanidoso. “Eso es tan prejuicioso como pensar que Karamelo no podría tocar acá. Crecí escuchando a Los Beatles, aunque mis letras, cuando abordo ese estilo, apuntan al romance o al realismo mágico”, suelta.
Aunque al momento de mezclar el disco, Ogalde encontraba inspiración en artistas como Gorillaz o Danger Mouse (uno de los dos dinamos de Gnarls Barkley), sendos referentes de la vanguardia y el minimalismo sonoro contemporáneo, Remedio... es un trabajo que, pese a sus intenciones de última generación, también se refugió en la Pachamama. “Aunque traté de estar al día con lo que sucedía musicalmente, no pude salir de la cuestión folklórica. La gente me lo pedía”, afirma el cantautor mendocino, quien en noviembre lanzará un álbum abocado exclusivamente al heraldo musical cuyano. “A lo largo de estos años, el reggae, que involucra a la gente hacia la fuente de todo, me llevó a revisar las raíces latinoamericanas. Sin embargo, esta vez fui más directo porque me vengo juntando con la Confederación Mapuche y me di cuenta de que podía hilar fino en un montón de cositas, aunque no soy indígena. Al punto de que incluí una canción en mapudungun. Mi música me tira un cable a tierra con el asunto del folklore, pero la realidad es que estaba apuntado a hacer algo más pop.”
Más que la presentación de Remedio..., el recital que ofrecerán Kangrejoz & Goy Ogalde tiene vaho a despedida, pues el disco salió a la venta en 2012, aparte de que el líder crustáceo ya trajina en su nuevo larga duración. “No lo promocioné antes porque quería que saliera en formato físico y que las canciones se movieran a lugares mágicos. Tampoco pretendía que su lanzamiento coincidiera con la separación de Karamelo Santo. Por eso, en principio, colgué varios temas en Internet”, justifica el músico establecido en La Boca desde 1997. “Si lo edité fue porque la gente deseaba tenerlo.” No obstante, mientras definía el desenlace de su carrera unipersonal, este hijo ilustre de Godoy Cruz integró La Peña Pop (conformado por músicos de Bersuit y Sancamaleón, y que en 2011 lanzó un álbum epónimo), al tiempo de que se destacaba como productor discográfico de artistas ajenos al circuito de rock mestizo y de reggae, y cuyo primer gran acierto fue el flamante trabajo de Palo Pandolfo, Esto es un abrazo (2013), en el que comparte créditos en ese rol con Charlie Desidney.
–En una entrevista con este diario, Palo Pandolfo dijo que usted le advirtió que su nuevo disco “iba a ser el comienzo de una vida normal”. ¿A qué se refería cuando le hizo el comentario?
–Se lo dije porque viene de una tormenta grande, y lo paradigmático de nuestras vidas es apuntar hacia todo aquello que nos permita sentirnos bien. Estamos pisando tierra. Nuestro camino no pasa por estar figurando constantemente en los medios o la escena.
–A él le costó mucho tiempo hacer las paces con su pasado. ¿A usted parece que le sucede lo mismo?
–Vengo de un circuito en el que se trabaja mucho, y donde la paranoia es una generadora de canciones. Pero me saqué los prejuicios. Ahora escucho a David Bowie, Daft Punk y los Strokes, y esa música me deja influirme nuevamente. Sin embargo, sigo siendo parte de lo otro porque di un montón de cosas. No tengo por qué alejarme y sentir miedo. Siempre hay complicaciones, temas legales...
–Justamente, este año demandó a su ex grupo por el uso del nombre.
–Cuando me fui, planteamos entre ambas partes llegar a un arreglo porque el contenido y el nombre de la marca son de mi propiedad. No fue tanto por la banda, sino por la productora que la contiene, que abusa de algunas cosas en las que quiero participar, como las reediciones de los discos en el exterior.
–¿Cree entonces que en algún momento usted también comenzará una vida normal?
–Al irme de Karamelo también me separé de mi pareja. Fueron un montón de cosas que sentí que me quitaban la energía que ponía. Si quiero seguir en la música, tengo que hacerlo con una vida bien apuntada al entorno.
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