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Viernes, 23 de agosto de 2013

MUSICA › SUSANNA MONCAYO Y DIEGO VILA HABLAN DE SU CD TANGOS DE CAMARA

“Aquí se expresan nuestras dos mitades”

Activos tanto en el campo de la música de concierto como en la de tradición popular, la cantante y el compositor presentan mañana, en el marco del Festival de Tango de Buenos Aires, un disco que promete convertirse en clásico.

 Por Diego Fischerman

Es una de las cantantes más destacadas en el ámbito de la ópera y la música de cámara. Ha ganado premios en Europa. Ha estrenado obras redescubiertas de Vivaldi y ha cantado en salas como la del Concertgebouw de Amsterdam. Debutó en el Colón en el Fausto de Gounod y participó allí, entre muchas otras puestas, de la de Liederkreis, una ópera sobre Schumann, de Gerardo Gandini. Pero ésa es sólo una parte de la realidad. Porque Susanna Moncayo (la doble “n” del nombre le viene del personaje de Las bodas de Fígaro, de Mozart) es, además, una de las mejores cantantes imaginables en el terreno de la música de tradición popular. Su disco junto a Oscar Alem, dedicado a canciones folklóricas, es un hito del género. Y el que acaba de grabar, con unos tangos bellísimos y acompañada por un quinteto de cuerdas, promete convertirse en otro clásico.

En este álbum, que será editado en estos días y que se presenta en vivo mañana, a las 15, en la Usina del Arte (Pedro de Mendoza y Ca-ffarena), en el marco del Festival de Tango de Buenos Aires, hay, obviamente, un cómplice necesario. Y es que la escritura de Diego Vila va mucho más allá de la noción de “arreglo”, es decir de algo que, simplemente, viste aquello que ya existía. En una tradición tan deudora de Argentino Galván como del George Martin de “Eleanor Rigby”, aquí las cuerdas están lejos del mero soporte armónico: juegan con la voz, la anticipan, le contestan, se entrecruzan con ella creando un tejido de rara belleza. “No soy consciente de cuáles han sido mis referencias”, dice Vila a Página/12. “Pero no porque no las tenga, sino porque tengo demasiadas. Es inevitable. La cabeza está llena de todo lo que uno escuchó.” En ese aspecto, Moncayo conoce sus fuentes con más precisión. “No se trata de una cuestión premeditada, de todas maneras”, aclara. “Pero sé quiénes han sido mis maestras. Siempre me preocupó la voz humana; las características de la voz como instrumento. Y siempre me dediqué a escuchar voces femeninas. Cuando era chica, cantaba con los discos, así que mis maestras eran las mejores. Cantaba con Maria Callas, por ejemplo. Y, en el tango, con esos discos maravillosos que Susana Rinaldi le dedicó a Cátulo (Castillo) o a Manzi. Ella y Amelita Baltar, que siempre me pareció una artista de una personalidad única, fueron las voces que tuve en mi oído cuando empecé a cantar tangos.”

La voz –y la carrera– de Moncayo es doble como la “n” de su nombre. Es una cantante clásica y es una cantante popular. Y su secreto es tan sencillo como eficaz. No se trata, para ella, de un simple cambio de repertorio, sino de cantar de otra manera. Cada género tiene sus protocolos –y sus sistemas de valor– y ella los respeta. “Por eso en este concierto en la Usina el quinteto de cuerdas no estará amplificado pero la voz sí, porque se utiliza una manera de cantar, muy íntima, que es de la música popular y que necesita de la amplificación”, comenta Vila. “Hace poco hice este repertorio en Europa, en un concierto en cuya primera parte hacía El atardecer, de Respighi (una obra para voz femenina y cuarteto de cuerdas) y yo cantaba sin amplificación en esa obra pero sí la pedí para los tangos”, cuenta Moncayo. “Y ellos no entendían por qué, si yo tenía la voz como para cantar sin micrófono pedía uno. Y es que no se trata de una cuestión de intensidad, sino de cualidad de la voz. El micrófono permite susurrar con una orquesta detrás sin que el sonido se pierda y eso es parte esencial del color de la voz en la música popular.”

El disco, que se llama Tangos de cámara, será publicado por Lantower, un sello que se caracteriza por el cuidado de los aspectos sonoros y que, además de impecables reediciones de material clásico de distintos géneros, como las grabaciones de Gerry Mulligan con Chet Baker, los registros en vivo de Edith Piaf o Amália Rodrigues, los del quinteto de Miles Davis en el Olympia de París o las grabaciones completas de Piazzolla entre 1956 y 1957, las de Troilo en los finales de esa década o las de Los Astros del Tango (el septeto que dirigió Argentino Galván entre 1958 y 1960), ha editado la discografía de Alberto Muñoz y, también con Vila como director musical, la banda sonora de Delirio Gaucho, el notable espectáculo de Alejandra Radano. En la presentación en vivo, el quinteto estará integrado por Damián Bolotin (primer violín), Sebastián Prusak (segundo violín), Félix Peroni (viola), Nicolás Rossi (violoncello) y Hugo Asrin (contrabajo) y el repertorio busca, en palabras de Vila, “representar a los grandes autores del tango”. Con una mayoría de piezas que él define como “autoconfesionales” y en las que “el aspecto dramático está mucho más presente que, por ejemplo, lo paisajístico”, la selección, que pasa por “Tinta roja”, “Niebla del Riachuelo”, “Chiquilín de Bachín”, “Cristal” o “Fuimos”, bien podría funcionar como una antología de las canciones más bellas compuestas en el Río de la Plata, Vila, uno de los autores de música teatral más talentosos y activos, sintetiza estos “tangos de cámara” diciendo: “Encontramos que esta formulación, ‘tangos’ y ‘de cámara’ habla de nosotros con absoluta claridad. Allí están nuestras dos mitades”.

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El repertorio busca representar a los grandes autores del tango, dicen Moncayo y Vila.
 
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