MUSICA › MACEO PARKER, ANTES DE SU CONCIERTO DE ESTA NOCHE EN EL TEATRO COLISEO
El notable saxofonista regresa a la Argentina para una cabalgata de funk, soul y jazz que engloba una larga carrera, en la que tocó con monstruos como James Brown, George Clinton y Prince. Pero con espacio también para un destacado recorrido como solista.
› Por Santiago Rial Ungaro
“¡Vamos, Maceo! ¡Sopla!” La inconfundible voz de James Brown invitando a Maceo Parker a soplar su saxo y pasar al frente en muchos de sus hits de los ’60 siempre tuvo una peculiaridad técnica: cuando llegaba el momento del solo de Maceo, un auténtico especialista en esas cuestiones, invariablemente, sin darle siquiera cinco segundos de chance, siempre llegaba el fade out del final de la canción.
Claro que ya pasaron décadas de esos tiempos, gloriosos tanto por calidad como por influencia no sólo para la música funk, sino para toda la música pop en su conjunto; en diálogo con Página/12, la voz del gran saxofonista que empezó a hacerse célebre por sus fantásticos “solos en fade out” y que luego siguió brillando, ya sin tantos amagos, con los JB’s, con los proyectos del gran George Clinton (Parliament y/o Funkadelic), Prince y en sus excelentes discos solistas, acepta ahora que alguna vez puede haber sentido cierto fastidio por la coincidencia entre el final a menudo apresurado que siempre cortaba sus solos, pero no suena para nada resentido, ni siquiera resignado. Y es que si hay una música que ayuda a mantener el ánimo, ésa es la música funk: “Yo empecé a tocar en un nivel más profesional con James Brown, pero a la vez esa experiencia con él y con los JB’s fue como una universidad del estilo funk. Desde la primera vez que toqué con James Brown sentí que a él le gustaba mi sonido, ese sonido grave del saxo barítono y mi estilo para tocar. Es más: desde aún antes de conocerlo yo ya estaba tocando en una onda funk”.
A través del teléfono, la voz de Maceo suena amable y a la vez enérgica, como el sonido de su propio saxo, de algún modo influido por King Curtis, por el R&B, el soul y el jazz, pero que también ya era funky antes de conocer a Brown. Cuesta aceptar que el saxofonista más emblemático del funky ya tenga 70 años, aunque por cierto muy bien llevados. Y si Maceo Parker ha sabido envejecer con gracia, en gran parte se lo debe a su hermano Melvin. Gracias a él conoció a James Brown en 1964, época en la que ambos estudiaban música en el colegio de Carolina del Norte y tocaban en Junior Blue Notes. Después de un show, el Padrino del Soul había ido a cenar a un boliche y quedó impresionado por cómo tocaba la batería Melvin, así que le dijo que, si practicaba con el soul, le ofrecería un trabajo. Un año después, cuando su banda volvió a pasar por Carolina del Norte, Melvin Parker se acercó a la limusina de la estrella, recordándole sus palabras de un año antes. El Soul Brother Number One le dio un trabajo, y así Melvin aprovechó para recomendarle a su hermanito: un tal Maceo, que terminó siendo el saxofonista más emblemático de la historia de la música funk.
A pesar de algunas inevitables idas y vueltas con el a menudo irascible señor Brown, la historia de amor musical entre ambos continuó por más de diez años. Maceo está ahí con su saxo barítono, en temas como “Please, please, please”, “Try me”, “Cold sweat”, “It’s a Man’s Man’s World”, “Say it loud, I’m Black and I’m Proud”, “Get on the Good Foot” y hasta en “Sex machine”, lo que lo lleva a justificar algo que en última instancia es comprensible: “En esa época cuando grabábamos no teníamos tanto control y podíamos seguir zapando los temas, pero después en la radio los DJ tenían que pasar discos más cortos. Eso es un hecho. Yo eso lo entendí, aunque alguna vez es cierto que me molestó un poco que los solos siempre se cortaran antes de empezar”, acepta este hombre que, junto a Fred Wesley y los demás miembros del grupo formaron parte a principio de los ’70 los JB’s, nombre de la banda de acompañamiento de James Brown desde entonces hasta los ’80. Juntos a ellos Parker también empezó a tener sus propios proyectos en forma paralela, a menudo con el aporte del mismo James Brown en el órgano; hasta tuvieron sus hits, como “Doing It to Death”, número uno en 1973.
Wesley, el trombonista y arreglador, y Maceo, su principal solista, terminaron abandonando a James Brown en 1976 para sumarse a George Clinton y sus proyectos Parliament y Funkadelic. Con ellos grabó, ese mismo año, Parliament Clones of Dr. Funkenstein y Mothership Connection, dos obras maestras del p-funk. Y aunque la propuesta de Clinton fuera en algunos aspectos opuesta, su intención era nutrirse del poderío y el talento de las dos figuras más destacadas de los JB’s: “La diferencia que yo vi es que a Clinton no le importaba tu color de piel, o que usáramos todos los mismos trajes. Pero es cierto que todo era más relajado y había mucha más libertad. Clinton quería que sus letras y sus canciones tuvieran que ver con la manera de hablar de la gente, y pensaba que para que la gente se divirtiera nosotros también nos teníamos que divertir en el escenario. Lo que era igual era el lado funky, eso me ayudó a entender su concepto. El concepto de George Clinton era hacer música del ‘espacio exterior’. ¿Si estaba influido por Sun Ra? La verdad es que eso no lo sé, nunca toqué con él, pero es posible. Fue una buena época, sin dudas, pero él estaba interesado en mí por lo que había hecho con los JB’s”.
Además de haber sido convocado, entre otros, por músicos como De La Soul, Keith Richard, Bryan Ferry, Dee Lite, Bootsy Collins o los Red Hot Chilli Peppers, Maceo Parker fue convocado por Prince para el magistral Musicology (2004), lo que confirmó su vigencia como uno de los mejores herederos de esta música que él mismo ayudó a moldear: “Sí, Prince es lo más cercano a un genio que haya conocido. El también buscaba sonar como James Brown, pero la verdad es que hace todo bien, toca, canta, arregla, la verdad es que aprecio mucho que me haya convocado y eso es lo único que tengo que decir sobre él”, afirma con cierta ambigüedad. Pero aunque hablar en menos de media hora sobre James Brown, George Clinton y Prince genere un estado de emoción e hiperkinesis sería una torpeza pensar que lo de Parker se reduce a estas colaboraciones: desde la aparición de Doing their own thing (bajo el nombre de Maceo & All The King’s Men, de 1970), este hombre ha grabado periódicamente verdaderas joyas, como Roots Revisited (1990), en las que demuestra lo bien que puede funcionar la ecuación “98 por ciento Funk, 2 por cierto Jazz”. Que quizá suene a canchereada, pero que tiene mucho de advertencia y demuestra cuánto hay de alquimia en su música: “La verdad es que a mí me gusta que la gente baile, que aplauda, que esté parada: no quiero que mis shows parezcan una biblioteca, que todos estén sentados con cara seria. De hecho, el jazz original es el de Nueva Orleáns, y si escuchás a Dizzy Gillespie o Ray Charles te das cuenta de que ellos también tenían ese estilo bailable. Y la verdad es que tuve suerte, porque parecía imposible tocar con JB, pero cuando tuve la oportunidad, enseguida supe que le gusté. Me siento una persona afortunada: adonde fui a tocar, siempre sentí que la música que hacía generaba algo bueno en la gente. La verdad es que arrancamos de muy jóvenes y nunca paramos. Amo cuando la gente puede bailar, que se pueda olvidar por un rato de todos sus problemas y poder viajar por el mundo haciendo eso. Y ahora tengo la fortuna de tener una banda increíble y ser el capitán del barco. ¡Ahora nadie me baja el volumen de un solo!”.
* Maceo Parker se presenta en vivo hoy en el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125, a las 21.
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