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Domingo, 22 de septiembre de 2013

MUSICA › CAETANO VELOSO Y UN SHOW DE ALTA CONTUNDENCIA EN UN GRAN REX REPLETO

Todo lo que cabe en ese cuerpo bahiano

El concierto de presentación de Abraçaço se correspondió con lo que propone el disco que cierra la trilogía iniciada por Cê y Zii e zie: intensidad y contundencia eléctrica, que encontró un balance en los bises con el “viejo” Caetano.

 Por Karina Micheletto

“A bossa nova é foda”, sentencia Caetano Veloso en la canción que elige para abrir el concierto con el que presenta su último disco, Abraçaço. La traducción más aproximada sería algo así como “La bossa nova es difícil”. Jodida, sería más aproximado todavía. Y aunque Caetano lo usa para decir que los músicos de su generación no son “fáciles”, colocada al inicio puede ser un anuncio de lo que vendrá. Y lo que vino, el viernes pasado y ante un Gran Rex colmado de admiradores y admiradoras que hicieron sonar su entusiasmo, fueron más de dos horas de un sonido bien cercano al rock. Transrock, se define esta banda apodada BandaCê, la formación básica de guitarra, bajo y batería, cuyo sonido no ahorró guitarras deformes y en altísimo volumen de Pedro Sá, también productor del disco junto a Moreno Veloso.

Con este formato y con este sonido Caetano está cerrando una trilogía que comenzó con Cê, en 2006, que siguió con Zii e zie en 2009, y que tiene un broche final ante un público que sabe demostrar al bahiano su fervor. Tanto, que después de un bis tras otro muchos obtienen lo que habían ido a buscar, algo así como un bonus track por fuera de este Caetano y de estos discos: aquellos clásicos que, finalmente, devuelven aquel sonido de Caetano. Y entonces sí, las manos se alzan en éxtasis colectivo, algún que otro pulóver se revolea y esa parejita se abraza y se besa porque, sí, estas canciones les recuerdan lo mucho que se quieren.

Pero antes, en el concierto propiamente dicho, el sonido contundente de la banda fue marcando climas entre riffs que se van pudriendo y canciones que hacen de la nostalgia un manto a compartir –toda una marca de este Abraçaço, la nostalgia–. Se alternaron también temas de este último disco con otros de la trilogía, y con otros más viejos como “Lindeza” (de aquel Circuladô), convenientemente pasados por este nuevo sonido. De este trabajo que tiene nombre de abrazo gigantesco Caetano propuso, entre otros, el intenso “Um comunista”, dedicado al guerrillero Carlos Marighela, protagonista de la resistencia después del golpe militar de 1964: “Los comunistas guardaban un sueño”, canta Caetano. “¿Quién está de cumpleaños aquí?”, pregunta en dulce español. Y explica que va a cantar una canción cuya letra salió del mail de un amigo, en el día de su cumpleaños: “Todo mega bueno, tira bueno, giga bueno. Una alegría excelsa para ti, en el paraíso astral que empieza. Je je”, traduce. El mail, textual, deviene en la canción “Parabéns”. Así que era un simple mail, y no la crítica irónica al “tudo bom” brasileño, o cuestiones filosóficas por el estilo.

A los 71 años, Caetano canta y encanta. Su voz sorprende en la tristísima “Estou triste”, del último disco, o en la vieja “Alguém cantando” (del disco Bicho), o en “Mae”, también de los ’70. Cita al admirado Oswald de Andrade: “El Pan de Azúcar de cada día, danos señor la poesía de cada día”. A lo largo del show mueve las caderas, ensaya pasitos de samba, recorre el escenario saludando, tirando besos, se abrocha y desabrocha la camisa, juega con las manos junto a los músicos de su banda aludiendo el arte del disco, se tira al suelo, invita a las palmas. Todo sin perder la compostura y la misma elegancia que transmiten sus canciones, como un caballero de fina estampa.

La escenografía elegida jugó con figuras geométricas, una tela cuadriculada en el fondo y cuatro lienzos con formas geométricas apoyados en sendos caballetes de madera. Una referencia que algunos relacionan con lo que el bahiano ya anunció que vendrá: un trabajo electrónico, sonidos tratados como colores en una pintura. El final, antes de los bises, llega con la conocida “Você nao entende nada”. Siguen “A luz de Tieta”, que corean todos, o “Um índio”. Y cuando todo ya parece estar dispuesto para el taza taza, cada cual a su casa –hasta el sonido, que ya ha sido cortado–, la insistencia del público hace regresar a Caetano y a la BandaCê. Y llega lo que no estaba planeado para este concierto: “Desde que o samba e samba” y “O leaozinho”. Y las manos se alzan y los pulóveres se revolean y la pareja se besa porque, queda claro, la música de Caetano forma parte de una banda de sonido con la que cada cual puede recordar momentos de su vida. Una vida que sigue en movimiento, y que el compositor sigue proponiendo como un salto hacia adelante, aun con la melancolía de por medio.

8-CAETANO VELOSO PRESENTACION DE ABRAÇAÇO

Músicos: Pedro Sá en guitarra, Marcelo Callado en batería, Ricardo Dias Gomes en bajo y teclados.

Público: 3300 personas.

Duración: 150 minutos.

Teatro Gran Rex, Viernes 20 de septiembre. Repitió anoche.

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Veloso abrió la noche con “A bossa nova é foda”, toda una declaración de principios.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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