Martes, 12 de noviembre de 2013 | Hoy
MUSICA › DANIELA HOROVITZ Y DESMESURA, SU SEGUNDO DISCO COMO SOLISTA
Fue “Rosa Bernal” en Los Amados y forma parte de La Impertinente Señorita Orquesta, pero Horovitz también asume el riesgo de ponerle el cuerpo a su propio proyecto. Hoy se presenta en Café Vinilo y el viernes en el Teatro de la Media Legua de Martínez.
Por Karina Micheletto
En Desmesura, su nuevo disco –el segundo de su carrera solista–, Daniela Horovitz se luce como cantante y compositora poniendo en juego al menos dos cualidades: la de su voz, bien plantada en la creación de climas e intensidades, y la de una muy original búsqueda que arriesga a no ceñirse a fronteras de géneros, para apostar a la canción, con sus sutilezas compositivas y de arreglos. Como ya había mostrado con Y de amor no supe nada, su disco debut, este trabajo que suena cuidado en el detalle y con una cuota extra de riesgo ubica a Horovitz como una de las exponentes destacadas de la escena actual. Lo está presentando hoy a las 21 en Café Vinilo (Gorriti 3780), y el viernes en el Teatro de la Media Legua de Martínez (Aristóbulo del Valle 199).
La de Horovitz podría definirse como una canción contemporánea y el repertorio elegido refuerza esta idea: están sus propios temas, en letra y música como “Decubitus prono”, o los hechos en coautoría con Alan Plachta, también a cargo de los arreglos y dirección musical, como “Buñuelos” o “Retirada alegremente serena”. Y están algunas canciones inéditas de colegas que también se cuentan entre “lo bueno nuevo” que está sonando hoy: Lucho Guedes, Exequiel Mantega, Matías Mormandi, los brasileños Rubens y Fabio Tubenchlak. En las presentaciones se suman Mario Gusso en percusión, Fefe Botti en contrabajo, Guillermo Rubino en violín, Emma Chacón Oribe en violoncello y Melina Moguilevsky como invitada, además de Plachta, Guedes, Mantega y Mormandi. “En el disco anterior no había ningún tema que no fuera de otro. Cuando lo fui presentando, en los shows fui compartiendo el escenario con otros cantautores que me interesaban y me gustaban mucho. Ese intercambio fue muy importante y quise sumarlos en este trabajo, me pareció que tenían que estar”, cuenta la cantante en diálogo con Página/12. “Lo pensé conceptualmente, la idea era compartir el disco con otros cantautores que sintiera afines, al menos en la búsqueda, aunque lo que ellos hagan sea bien diferente a lo mío. Pero no tomé cualquier tema: les pedí canciones inéditas, cosas nuevas que estuvieran haciendo.”
Horovitz es una de “las cuatro impertinentes” de La Impertinente Señorita Orquesta, e integró desde 2008 hasta diciembre pasado Los Amados: allí era Rosa Bernal. “Fue una etapa muy linda, de mucho crecimiento, pero con ellos tenía la agenda muy completa, y tenía que tener prioridad para Los Amados”, explica su alejamiento del grupo. “Tiene que ver con un crecimiento propio y una decisión de hacerme cargo de mi música. Obvio, es más difícil: ya no es algo que anda solo y que manejan otros, acá tenés que armarte y mandarte vos para todo. Pero, al fin y al cabo, de eso se trata”, concluye.
–Tiene que ver con que transité un montón de músicas y de ritmos cantando: estudié folklore en la Escuela de Avellaneda, mientras cantaba ritmos brasileños me fui a hacer cursos a Brasil, ahí me copé y cuando volví hice muchos grupos de samba, choro, bossa nova. También estuve en orquestas de jazz, después vinieron los boleros con Los Amados y la música latinoamericana, y la música francesa que hago con las chicas de La Impertinente... ¡y tango! porque en la escuela también cantaba tango... Tenía mucha música en la cabeza, y en un momento empecé a sentir que ya nada me identificaba del todo. Nada me cerraba, tampoco desde las letras. Ahí fue que empecé a componer mis propias cosas, con todo eso que había estado cantando y escuchando en mi cabeza. No me daban ganas de hacer un tango o una chacarera, me sonaba forzado, no me presentaba del todo. Busqué que sea música, que sea una canción, el ritmo que venga. Me sirvió mucho juntarme con Alan Plachta, un gran músico, él completó las partes rítmicas de una manera muy especial. El va siempre por otro lado musicalmente y yo no me asusto, con los arreglos siempre tiene una vuelta que está buenísima y que a mí no se me hubiera ocurrido, el resultado es original no por la búsqueda de la originalidad porque sí. Hace cinco años ya que trabajamos juntos y nos llevamos muy bien.
–Sí, es algo que traía ya desde antes, y con Los Amados se potenció, lo actoral siempre está. De hecho, en mis presentaciones siempre pienso en la puesta, el vestuario, las luces, una serie de cosas que muchas veces no se pueden llevar a cabo, porque estoy haciendo música, y con músicos, pero esa impronta actoral la pongo, y ayuda bastante, aunque los músicos no estén vestidos de actores. Ahora, por ejemplo, pensé en que la escenografía fuese mi propio vestuario. Y como la tapa del disco es un cuadro, un retrato que me hizo una amiga, le pedí a Mariana Gabor, encargada del arte escénico, un gran vestido como el del cuadro, con los pájaros y todo. Me encantan esas puestas, además de la actitud actoral.
–Ese es un gran lugar para mí, estamos haciendo cosas muy lindas, la base es la música francesa, pero tenemos el proyecto de armar otras cosas a partir de ahí. La gente se va muy contenta y eso es lo que para mí tiene que estar siempre, en todos mis proyectos. Esa es la parte que siempre me gustó de Los Amados, despertar la risa. Con las chicas también lo logramos, porque el espectáculo tiene mucho humor, con lo mío también, no es que el público se va muriendo de la risa, pero se mueven energías, diría, felices. Buenos Aires es algo increíble, no dejo de sorprenderme, hay tanta oferta y tantas ganas de hacer... Creo que hay un marco propicio para lo nuevo en este momento. Es algo que agradezco como espectadora y que como artista quiero transitar.
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