MUSICA › EL GRAN TEATRO DE OKLAHOMA, DE FRANCIOSI
› Por Diego Fischerman
Es el comienzo del final. El último capítulo de América, la novela inconclusa de Franz Kafka. El Teatro de la Naturaleza de Oklahoma pide empleados. Karl es seleccionado y junto con los otros sube a un tren, que viaja hacia las praderas. El título de esta obra, antes de que Max Brod ensamblara sus fragmentos y la publicara, era Diario de un hombre que desaparece. Marcos Franciosi, uno de los compositores argentinos más importantes entre los surgidos en los últimos años, compuso una ópera sobre ese capítulo. Originalmente fue un encargo del Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (Tacec) y, en una primera versión, se estrenó en 2010. Premiada en el último concurso internacional de ópera contemporánea Music Theatre Now, de Alemania, volverá a escena este fin de semana, en una nueva puesta, como parte del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del San Martín, con dirección escénica de Walter Jakob.
“La mirada de alguien que no llegaba desde el mundo de la música, sino desde el teatro y el cine, permitió correr el foco e iluminar aspectos distintos de la obra”, dice Franciosi a Página/12 acerca del trabajo de Jakob, autor y director, junto a Agustín Mendilaharzu, de la recordada obra Los Talentos. “Es cierto que no se piensa en escribir una ópera si no existen, previamente, las condiciones técnicas necesarias –dice el compositor–; en este caso hubo un encargo de Martín Bauer (director del Tacec y de este ciclo del San Martín) y una idea del director con el que trabajé en la primera versión, Diego Cosín, que quería trabajar con este texto de Kafka. Pero en la medida en que fui entrando en el texto me fui dando cuenta de que debía pensar también como dramaturgo y convertirme, inevitablemente, en un deformador argumental. Lo cierto es que fui planteando, también, una dramaturgia sonora. Un relato que no busca ser descriptivo, que está hecho sólo de sonidos, pero que también cuenta algo.”
El Gran Teatro de Oklahoma se presentará este sábado 23, a las 21, y el domingo 24 a las 20, en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín. Con dirección musical de Valeria Martinelli, escenografía de Ariel Vaccaro, iluminación de Eduardo Pérez Winter y vestuario de María Emilia Tambutti, los intérpretes serán los solistas vocales del excelente Nonsense Ensamble y algunos de los mejores instrumentistas locales, los flautistas Juliana Moreno y Sergio Catalán y el Ensamble Süden, conformado por Federico Landaburu en clarinete, Pablo Jivotovschii en violín, Mariano Malamud en viola, Martín Devoto en cello, Facundo Ordoñez en contrabajo, Diego Ruiz en sintetizador y Daniel Serale en percusión. Mauro Zannoli está a cargo del procesamiento de sonido y Ariel Gato del sonido. “Esta obra está escrita para las personas que en este caso la van a interpretar”, comenta Franciosi. “Es decir, que me pongo ante todo como intérprete de los intérpretes. Durante once meses de trabajo compuse pensando en ellos”.
Para él, “la ópera es un género muy complejo; es muy difícil manejar esas grandes dimensiones temporales con cohesión y coherencia”. “Es claro que yo hablo desde algo que podría considerarse la ópera under. Hay algo político distinto cuando se trata de los grandes teatros como el Colón y uno mira el techo ya allí están escritos los nombres de Verdi y Puccini. Pero cuando se discute la ópera se lo hace desde un prejuicio, desde una idea de la música pura que a mí me hace mucho ruido. Creo que a partir de la década de 1960 hubo toda una línea de negación de lo que no fuera estrictamente sonoro, que tiene que ver fundamentalmente con la posición de Pierre Boulez, que marcó muchísimo a la intelectualidad en relación con el pensamiento acerca de la música. Sin embargo, Luigi Nono, Luciano Berio, György Ligeti escribieron óperas. Mi acercamiento al género, por otra parte, es propio de mi generación. He visto mucho teatro musical y si uno piensa en Mauricio Kagel, por ejemplo, se da cuenta de que hay cosas que no acaban de funcionar del todo cuando se las escucha en disco. Que se resuelven en el campo teatral”. Y respecto de este Gran Teatro de Oklahoma resume: “Busqué que el texto se resignificara desde lo acústico. Que hubiera una narrativa paralela, que funcionara a nivel simbólico, y no didáctico, y que se jugara en el terreno del sonido en sí mismo”.
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