MUSICA › DAFT PUNK,LORDE Y MACKLEMORE & RYAN LEWIS FUERON GRANDES GANADORES EN LA 56ª ENTREGA DE LOS PREMIOS GRAMMY
› Por Leonardo Ferri
En “Show Business”, su canción editada en 1975, la banda australiana AC/DC retrataba las diferencias entre la vida de una banda de rock y la de los hombres de negocios que manejaban sus carreras, cuando los managers y ejecutivos discográficos eran personajes indispensables para poder desarrollar una carrera musical. “Te ahogás en deudas, ellos en bares”, decían, en una de sus metáforas más suaves. Y si bien al día de hoy no es aplicable al ciento por ciento, dado que muchos músicos son también grandes empresarios, sirve como ejemplo para reflejar lo que pasó en la noche del domingo en el Staples Center de Los Angeles, durante la 56ª entrega de los premios Grammy, un encuentro de negocios que, de una u otra manera, está relacionado con la música. Por un lado, están los premios:
reconocimientospreestablecidos que sirven para engordar egos, subir los cachets de futuras giras, alimentar cuentas bancarias y completar vitrinas. Por el otro, la música, la excusa perfecta y válida (quizá la única) para prestarle atención a la transmisión en directo. Aquí se vio por TNT, tomada de la cadena norteamericana CBS, y se notó cada vez más selectiva a la hora de decidir qué mostrar y qué priorizar, hasta llegar al punto de interrumpir el final para mostrar la publicidad de una aerolínea: un destrozo televisivo que sirvió como conceptualización del lugar que ocupa el hecho artístico dentro de la industria.
El dúo francés Daft Punk y la cantante neocelandesa Lorde fueron los dos grandes ganadores de la noche. Los primeros, de la mano de su último y exitoso álbum Random Access Memories, se llevaron cinco premios, entre ellos los de grabación del año (por su hit “Get Lucky”), disco del año, disco de música electrónica, mejor ingeniería de sonido y mejor dúo pop. Todos sus discursos de agradecimiento fueron pronunciados por terceros (Pharrell, Paul Williams), dado que los Daft Punk siguen jugando el juego de ser robots, no humanos. Por su parte, la cantautora –que estará presente en la primera edición de festival Lollapalooza Argentina– ganó como mejor canción pop y canción del año con “Royals”, de su disco debut Pure Heroine. Los franceses también tomaron el escenario junto a Pharrell, Stevie Wonder y Nile Rodgers para interpretar la ya mencionada “Get Lucky”, en una de las tantas reuniones que se produjeron en escena. Pocos minutos antes, Kendrick Lamar e Imagine Dragons compartieron una particular versión de “Radioactive”, y Willie Nelson junto a Kris Kristofferson reunieron a parte del supergrupo country The Highwaymen.
Pero si de reuniones se trataba, la más importante de la noche estuvo en manos de Paul McCartney y Ringo Starr, que interpretaron “Queenie Eye” (de New, el último disco de Sir Paul), y emocionaron a unos y otros, incluidos Yoko Ono y Sean Lennon, quienes bailaban juntos entre los asistentes. Los Beatles sobrevivientes fueron presentados por Julia Roberts en el marco de un homenaje por los 50 años de su consagración en los Estados Unidos, cuando debutaron en The Ed Sullivan Show, y se mostraron en gran forma, aunque sin destinar un espacio para una canción de la banda de Liverpool. El baterista ya se había subido para cantar “Photograph” (presentado por Black Sabbath, nada menos), mientras que McCartney había agradecido con anterioridad el premio a Mejor canción de rock por “Cut me some Slack”, junto a Dave Grohl, Krist Novoselic y Pat Smear. La canción es parte fundamental de Sound City: Real to Reel, que también ganó como mejor compilación de música para medios visuales.
Entre los premios no televisados estuvieron Mejor performance de metal (“God is Dead?”, de Black Sabbath); Mejor disco de rock (Celebration Day, de Led Zeppelin, que ganó su primer Grammy después de más de cuarenta y cinco años de carrera, y por un álbum en vivo grabado en 2007); Mejor disco de rock latino (donde La Santa Cecilia venció a los Illya Kuryaki, únicos créditos locales nominados); y Mejor álbum de música alternativa (Modern Vampires of the City, de Vampire Weekend). Sí, en cambio, fueron televisadas las presentaciones de Katy Perry (sólo impresionante para fans), el dúo de Carole King y Sara Bareilles, la presentación de P!nk, que primero cantó suspendida en telas y luego en dúo con Nate Ruess, y el innecesario cruce de Metallica con el pianista chino Lang Lang, que aunaron buenas intenciones (y sólo eso) para interpretar “One”, una canción que acaba de cumplir veintiséis años. La excusa de la banda de San Francisco fue homenajear a Lou Reed (al menos el guitarrista Kirk Hammet sí lo hizo, con una remera de Transformer). Y Jared Leto, de 30 Seconds To Mars, recitó parte de “Walk on the Wild Side”. Pero quedó la sensación de que otra canción u otro artista (¿Patti Smith, quizás?) lo hubieran hecho mejor. También tuvo aire la inexplicable unión matrimonial de 33 parejas de distintas partes del mundo –y distintos credos, etnias y elecciones sexuales– que intercambiaron anillos, en pleno set de Macklemore, mientras una Madonna de extraño bajo perfil vocalizaba “Open your Heart”.
El tono general de la ceremonia fue opaco, sólo con breves destellos de algunas de las presentaciones en vivo. La sobria animación del rapero LL Cool J y el exceso de pianos y baladas le restaron magnetismo y la volvieron un tanto aburrida. Al menos para los ojos extranjeros, no tan habituados a la música country y al hip-hop, géneros muy populares en Estados Unidos, pero no tanto en la Argentina. La presentación del rapero Macklemore coincidía en tiempo con tweets en las redes sociales que se preguntaban quién era el que estaba en pantalla, a pesar de haber ganado más temprano el premio como mejor artista nuevo, mejor canción de rap y mejor disco de rap, todos junto al músico y productor Ryan Lewis. También obtuvieron premios otros exponentes del género, como Pharrell (mejor productor) y Jay Z (mejor colaboración rap, junto a Justin Timberlake).
Cuando las casi cuatro horas de ceremonia ya se hacían largas, toda la atención estaba centrada en la reunión de Nine Inch Nails con Queens of the Stone Age, dos de las bandas más destacadas de 2013, gracias a sus notables últimos discos. Y como si fuera poco, un plus: Dave Grohl, de Foo Fighters, el amigo del alma de todos, estaría golpeando la batería como bien sabe hacer (y como lo hacía en Nirvana, nada menos), para ayudar a metabolizar esos géneros menos populares. ¿Algo más? Lindsay Buckingham, de Fleetwood Mac, aportaría su voz y guitarra al combo.
La banda de Trent Reznor entusiasmó con “Copy of A”, del disco Hesitation Marks, cuando la base rítmica, la puesta en escena y el buen gusto en las luces dejaban prever que todo iba a ser una de esas presentaciones para ver en YouTube una y otra vez. Los de Josh Homme se sumaron y después siguieron con una versión abreviada de “My God is the Sun”, primer corte de su último disco ... Like Clockwork. Y la trasnochada valía la pena hasta que la cadena CBS (y en consecuencia TNT, responsable de la retransmisión para Latinoamérica) decidió cortar uno de los grandes momentos de la noche para cumplir con sus auspiciantes que, según parece, no podían esperar 20 segundos más y evitarse los insultos virtuales que se desataron en ese momento. Incluido el del propio Reznor, que luego desde su cuenta de Twitter expresó: “La noche más grande de la música... para faltarle el respeto así. Un sincero fuck you para ustedes”. Quizá por razones como ésta, una próxima reseña sobre los premios Grammy deba estar en la sección de Economía. Business as usual para la industria.
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