Harina, vino y albahaca. O vino, harina y albahaca. O como fuere... el orden de los factores no altera el producto para que, entremezclados, la fiesta de la chaya cumpla una vez más con su sino: mojarse entre todos y todas para trascender los días de Carnaval. O rociarse –su otra acepción en castellano– como verbo en acción presente que, subsumido a su vez en músicas locales y regionales, pintará las cinco lunas y los cinco soles del Festival de la Chaya 2014, con epicentro en el autódromo de la ciudad de La Rioja y subsedes naturales en las calles, los barrios, los ranchos chayeros y las casas de la provincia que parió al Chacho Peñaloza. Con el eslogan “Es Nuestra”, hoy se iniciará la fiesta con la presentación del más popular de los chayeros riojanos, Sergio Galleguillo, más Peteco Carabajal, Emiliano Zerbini, Facundo Toro, Néstor Garnica y Bruno Arias, mientras que mañana la propuesta seguirá su curso con el Chaqueño Palavecino, Los Manseros Santiagueños, el Dúo Coplanacu, Por Siempre Tucu y Franco Barrionuevo, entre otros.

El domingo, en tanto, los taquilleros Tekis y Los Nocheros coincidirán en el mismo piso fiestero con Las Voces de Orán y el tándem Nacho Prados-Daniel Campos, mientras que el lunes será el turno de Soledad, Los Carabajal, Canto 4 y Los Huayra. Será el corolario musical de una fiesta que, dicho está, se amplía y sumerge a toda la región en topamientos, corsos, guitarreadas, entierros y de-sentierros, domas y ritos ancestrales, como la quema de los pujillay (muñecos) que, esta vez, coincidirá con el recital de Trula la, y la fiesta popular final del martes. Entre los artistas locales, además de Zerbini y Galleguillo, pintarán su aldea el cantautor Josho González, ex integrante de los grupos Algarrobal, Origen y Pujial devenido solista que en su último disco, Vidalágrima, se expone como escritor de las “cosas del pueblo” a través de piezas como “La caja de fuego” y “La peregrina”; la Bruja Salguero y Daniel Argañaraz, hombre de Chepes cuyo reciente La liberación de los sueños también expresa en fino el sentir de la región y su gente.