Vie 23.05.2014
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MUSICA › LA COMPAÑIA DE LAS LUCES REPONDRA SU VERSION DE HIPPOLYTE ET ARICIE

Aquel viejo amor contrariado

Marcelo Birman estará a cargo de la dirección musical de la tragedia lírica de Rameau, basada en la Fedra que Racine concibiera a partir de Hipólito, de Eurípides. Una obra que en el siglo XVIII ayudó a trazar los límites entre lo nuevo y lo viejo.

› Por Santiago Giordano

André Camprá dijo que en esa ópera había música suficiente para hacer otras diez. Tanto había sido el sonido que había puesto Jean Philippe Rameau en su Hippolyte et Aricie, la tragedia lírica con que otra vez la historia trazará los límites entre lo nuevo y lo viejo. Las proporciones entre palabras y música, el peso de la prosodia, el equilibrio entre movimiento y contemplación y otros reflejos de la naturalidad eran los preceptos de un género convertido en tradición, que combinaba las aspiraciones clásicas del teatro de Corneille y Racine por sobre el esplendor barroco de la música, la danza y la escenografía. El dispositivo poético típicamente francés que Jean Baptiste Lully había puesto a punto, comenzaba en la obra de Rameau a potenciarse de vigor dramático a partir de una música compleja y encantadora, entre el desprecio de los conservadores y la admiración de quienes lo consideraban un nuevo Orfeo.

Hoy a las 20.30, mañana a las 19 y el domingo a las 18, en la Usina del Arte (Agustín Caffarena y Pedro de Mendoza), la Compañía de las Luces repondrá su versión de la tragedia lírica de Rameau, basada en la Fedra que el dramaturgo Jean Racine concibiera a partir de la tragedia Hipólito, de Eurípides. Será además la presentación del CD con el registro en vivo del estreno sudamericano de la obra, realizado por la misma Compañía de las Luces en octubre de 2011 en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Como entonces, la dirección musical estará a cargo de Marcelo Birman, la puesta en escena será de Pablo Maritano y el diseño de iluminación de Betina Robles. “En esta versión hay además coreografías de Carlos Trunsky, que son excelentes –explica Birman a Página/12–. El espacio de la Usina del Arte nos permitió finalmente incorporar las coreografías, que en la puesta del Museo de Arte Decorativo no habíamos podido incluir, y de esta manera completamos el sentido de la ópera. El original prevé que cada uno de los cinco actos tenga su divertimento a través de la danza, como se usaba en la tragedia lírica.”

Representada por primera vez en París en 1733, Hippolyte et Aricie es la primera ópera compuesta por Rameau, que con 50 años finalmente encuentra un libreto atractivo, de Simón-Joseph de Pellegrin. El compositor y teórico, nacido en Dijon en 1683, era por entonces muy apreciado en Francia y más allá por su actividad de organista, por su música instrumental y sobre todo por su gran Tratado de armonía según sus principios naturales. “La versión que ponemos en escena es la de 1757, una revisión del mismo compositor –explica Birman–. Rameau era un erudito y recurrió a todo su bagaje musical para componer esta obra, pero después cambió y readaptó algunas escenas. Famosa es la anécdota de la escena de las parcas, del segundo acto, que el compositor tuvo que cambiar porque era tan complicada armónicamente que el elenco se quejaba y no la quería hacer.”

El núcleo de la tragedia es el contrariado amor entre dos héroes infaustos y la cándida belleza de los jóvenes amantes. El rey Teseo, hijo de Neptuno, baja a los infiernos en busca de su amigo Pirítoo. La reina Fedra cree que su marido ha muerto y avanza para conquistar el amor del joven Hipólito, hijo del mismo Teseo y la amazona Antíope. Pero Hipólito ama a la princesa Aricia, que obligada por Teseo para defender su trono ante la amenaza de los palántidos, se ha consagrado al culto de la diosa Diana. En la puesta de la Compañía de las Luces, Marisú Pavón interpretará a Fedra; Sergio Carlevaris será Teseo, Pablo Pollitzer hará de Hipólito y Ana Moraitis de Aricia. El elenco se completa con Norberto Marcos (Plutón), Beatriz Moruja (Diana), Esteban Manzano (Tisífone-primera parca), Cecilia Arroyo (suma sacerdotisa-pastora), Soledad Molina (una marinera-una cazadora), Luciana Milione (Enone, confidente de Fedra), Martín Benítez (segunda parca) y Juan Feico (tercera parca). “Somos un grupo afianzado, que desde hace más de una década trabaja sobre el repertorio antiguo –explica Birman–. Abordamos un estudio minucioso de la partitura y trabajamos en este caso mucho sobre la palabra, que es lo que esta ópera y este estilo piden. Hippolyte et Aricie, como todas las óperas de Rameau, tiene una gran riqueza: combina el recitativo francés, que es de gran precisión y se articula con el ritmo de la palabra, con los grandes episodios sinfónicos. La música tiene una orquestación fabulosa y su sentido armónico logra una fuerza dramática que abre una nueva época. Es una obra de gran intensidad, en la que el movimiento está presente en los cinco actos.” “La concepción de esta puesta es histórica desde lo estilístico, lo musical y el tratamiento del texto –continúa Birman–. Pero para la escena recurre a elementos del teatro moderno, a partir de una idea sencilla y despojada. Basamos esta puesta en pequeños gestos y la escenografía es prácticamente una silla.”

La Compañía de las Luces está integrada por músicos especialistas en el repertorio barroco, muchos de ellos formados en Europa, y suena con instrumentos que son réplicas de modelos de época, con recursos interpretativos que tienen que ver con la manera de tocar en el siglo XVIII. “También empleamos el temperamento y la afinación adecuada a este tipo de instrumentos, que es más baja que la habitual”, agrega Birman. La agrupación comenzó su actividad en 2001, con la ejecución integral de la música de Lully para El burgués gentilhombre, en el Colegio Nacional. Desde entonces, bajo la dirección musical de Birman, ha estrenado títulos como Armide, también de Lully; Les danaides, de Antonio Salieri; Castor et Pollux, del mismo Rameau, y David et Jonathan, de Marc-Antoine Charpentier, algunas de ellas oportunamente convertidas en registro.

–¿Cómo se mantiene una compañía independiente?

–Es complicado y eso hace que en los últimos años nuestras producciones hayan sido más distanciadas una de otra. Sabemos que lo que hacemos no es lo más taquillero dentro del género lírico, pero apelamos a un público que no necesariamente es el de la ópera. La música barroca suele atraer públicos más heterogéneos y nos identificamos con esa idea.

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